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Inocencio por Casualidad


«Y procedió Dios a crear al hombre a su
imagen, a la imagen de Dios lo creó...»
Génesis 1:26


El Arcángel primero del octavo coro de los espíritus celestes (de ahora en adelante sencillamente Perseverantis o, como mucho, Arcángel Perseverantis), tomó la palabra:
— Debo insistir señores míos, con la venia de Dios -e hizo otra reverencia hacia el Altísimo que a estas alturas hallábase visiblemente intranquilo-, en que las conclusiones experimentales no ofrecen lugar a dudas. A los hechos me remito cuando afirmo que tras las veinticinco pruebas experimentales...
— Veinticinco “experimental arrangements devised to achieve a factual conclusion”, según se ha acordado por el equipo de lingüistas de la Real Academia de la Divina Palabra -puntualizó el Principado Perifrástico, representante a la sazón del séptimo coro.
Perseverantis lanzó una pía mirada hacia su colega, no exenta de cierta sorna.
— ... Veinticinco “experimental arrangements devised to achieve a factual conclusion”, como mi querido y experto en el tema Principado se-gun-do tiene la amabilidad de ilustrarnos... -se oyeron algunas risas.
— Por todos los santos, Arcángel primero, prosiga con su discurso, ¿no ve que llevamos más de tres semanas terrestres con este tema? -increpó el Omnipresente, que no gustaba de tales befas en casos tan delicados y trascendentales como el presente.
— Por supuesto, Padre Nuestro, no pretendía demorarme. Digo, pues, que todos esos experimentos deberían bastar para dar por zanjada la tesis de Don Ángel Aleatórix. El aspirante ha puesto de manifiesto los tremendos efectos de la casualidad en los sujetos humanos, sin los cuales no podrían explicarse ni su Historia, ni sus logros y fracasos, ni siquiera gran parte de sus actuaciones. Y por tanto... -Perseverantis elevó el tono de voz y, consciente del impacto que iban a causar sus palabras, expuso con contundencia-. ¡Comparto la conclusión defendida magistralmente por Aleatórix de que el efecto de la casualidad debería tenerse en cuenta como eximente a la hora de juzgar la responsabilidad de los seres humanos sobre sus vidas el día del Juicio Final en el que tengan que rendir cuentas!
Un gran estruendo de cantos celestiales y de batir de alas inundó los cielos. Se levantaron pequeños remolinos de nubes y vientos racheados que contribuyeron a elevar sus bienaventurados espíritus más allá de lo aconsejable. Voces exaltadas se proyectaron hacia todos los confines del universo:
— ¡Ni hablar, son responsables! -gritaron algunos.
— ¡Las reglas del Apocalipsis fueron instauradas en el principio de los tiempos, son intocables! -apoyaron otros.
— ¡Habed pensado en ello antes de ampliar la primitiva Obra Divina con golpes de efecto tan antinaturales e “intelectuales” como la física cuántica! - contraatacaron unos terceros-. ¡Ahora no nos queda otra alternativa que apechugar con sus consecuencias!
— ¡El principio de aleatoriedad jamás ha sido óbice para los procesos penales!
— ¡Antes debería desaparecer la Incertidumbre en la Medida que tocar las sacrosantas leyes de: “A lo hecho, pecho” y “Sobre la necesidad de redimirse”, aprobadas hace dos mil quinientos años ya!

Estas entelequias eran así en el Cielo, las deliberaciones del tribunal tras una lectura de tesis podían, si el tema era suficientemente... trascendental, prolongarse durante semanas o incluso meses terrestres en interminables sesiones. Lo que desde luego no era frecuente, a menos que el aspirante al título de doctor fuese un Querubín, es el hecho de que el Divino Creador formase parte del jurado. No cabía duda, la tesis del Ángel Aleatórix había suscitado un gran revuelo en la comunidad científica celestial.
Si bien es cierto que el cartel informativo a la entrada del Salón de Grados rezaba: «Lectura de tesis. Título: Caos vs determinismo en seres complejos de más de 106 células en comunidades de más de 10 individuos. Aplicaciones prácticas a un ser humano y reflexiones filosóficas, by Ángel Aleatórix»; no lo es menos que este trabajo pasaría a la posteridad y sería recordado por el gran público como el caso “Inocencio por casualidad”, por motivos que pronto serán evidentes.
Como era menester -y en este sentido los rituales en la bóveda celeste se observaban con escrupuloso respeto-, el tribunal estaba formado por un representante de cada uno de los Nueve Coros para la gloria y exaltación del Divino. Así por ejemplo, entre los presentes encontrábamos, además de los citados Arcángel primero Perseverantis y Principado segundo Perifrástico, a otros espíritus bienhechores de la talla del Trono primero Deterministit -claro opositor de las tesis del doctorando Aleatórix-, a la menos definida Virtud tercera Indulgentia, al Querubín decimonoveno Burocrátix, a la Dominación octava Inmovilia y, cómo no, al director de tesis Serafín vigésimo Controversius.
No era de extrañar, no Señor, que el debate anduviera ya por la cuarta sesión y los ánimos se encontraran bastante caldeados. Y es que con sus investigaciones, el bueno de Aleatórix no sólo había presentado un excelente trabajo innovador desde un punto de vista físico formal y experimental, sino que las deducciones del mismo parecían extralimitarse y repercutir incisivamente en otros campos del conocimiento que se daban por zanjados. Así por ejemplo, sus conclusiones ponían el dedo en la llaga en temas tan controvertidos como las responsabilidades penales del día del Juicio Final, los derechos y deberes del ser creado, los usos y abusos del todopoder, etc.
Las publicaciones realizadas por Aleatórix en la revista especializada La Divina Palabra de la Ciencia (cuya difusión telepática alcanza todos los rincones del Reino de Dios), habían sido seguidas con fervor por profesos y profanos en la materia durante los cinco años de tesis. Y no sólo por los fieles partidarios de sus investigaciones, sino también por la más cruenta oposición. En fin, la repercusión que su trabajo había tenido sobre la sociedad angelical ya igualaba éxitos tan conspicuos como: «Sobre la necesidad de un Hijo humano para el Magnánimo. Implicaciones hereditarias» -más tarde conocido escuetamente como el caso “Jesucristo”-; o aquel otro titulado: «Ventajas didácticas de la parábola. Aplicaciones a un texto divino» –el caso “Biblia”–; o el de: «Reestructuración de los organismos y ministerios celestiales después del Juicio Final. Simulación del reparto de poderes y crisis laboral» –aludido usualmente como “Apocalipsis II” por motivos que ahora no vienen a cuento–; y, cómo no, el controvertido: «Sobre la necesidad maniqueísta de un símbolo del Mal. Alegoría de Lucifer» –que, como todo el mundo sabe, si alguna vez ha de mentarse se recurre al eufemístico “666”–.
Y a estas alturas ustedes se preguntarán: Pero, ¿quién es ese joven y virtuoso investigador cuyo trabajo de tesis había puesto en jaque a lo más pintado de la autoridad celestial? ¿Qué méritos se le atribuyen al que ahora esperaba ansioso e inseguro junto con algunos colegas de profesión al fin de las deliberaciones? ¿Qué caminos le condujeron a crear una obra con semejante eco intelectual y social?
En estos casos nunca está de más consultar las Crónicas de la Historia Supralunar, pues es allí donde habrían de quedar archivadas las proezas de nuestro osado protagonista. Un resumen más o menos desenfado de su vida académica se expone a continuación:
® El quincuagésimo quinto ángel del noveno coro, Ángel Aleatórix, recibió, a la temprana edad de dos eras celestes, la bienaventurada iluminación de la que habría ser la humilde misión de su mística existencia: la consagración al estudio de la licitud del juicio moral sobre los seres humanos. El presente tema había penetrado más allá de la afición en sus oraciones y pensamientos desde el día de su creación. Así pues, tras la citada revelación se dispuso a adquirir los conocimientos necesarios para llevar a cabo su obra en la Universitas Caelestis. Efectivamente, al cabo de los años pertinentes se licenció en la carrera de nueva adjudicación: “Sistemas No Lineales con Interacción Túnel entre el Ser Humano y la Ley: Soluciones Perturbativas, Caos Científico-Espiritual, Moral Fraccionaria y Transiciones Teleológicas ”, uno de estos títulos modernos que son un compendio de, otrora, disciplinas separadas e incluso irreconciliables. No obstante, para completar su formación hubo de superar un par de másteres titulados: “Eliminación de Errores en Alteraciones Temporales” y “Ética de la Manipulación Experimental Humana con Fines Culturales”, siendo los mismos de obtención obligada para realizar experimentos con seres humanos en tiempo real. Equipado con todo este compendio de conocimientos pudo finalmente encomendarse en mente y alma al que terminaría siendo tan renombrado descubrimiento.
Es de destacar que en el comienzo de su investigación Aleatórix se enfrentó a no pocas cortapisas. Por aquel entonces estaban tan establecidas las leyes del juicio del Todopoderoso sobre los seres humanos, los organismos ministeriales en torno al mismo, la red burocrática para su tramitación, los divinos archivos sobre los actos y pensamientos de todas las almas que han existido, etc., que cualquier discusión sobre los mismos se antojaba imposible. En este sentido, encontrar un director de tesis de categoría y que estuviese dispuesto a dirigirlo en este tema era harto difícil. Sin embargo, este hecho terminó produciéndose en la figura del Catedrático Serafín Controversius.
Aleatórix estaba obsesionado en demostrar que los efectos de la casualidad, ex gratia el lugar de nacimiento, la época histórica, la condición social de cuna, los estímulos cerebrales recibidos en los primeros meses de vida, las personas que se cruzan en la vida, el éxito o fracaso en el amor, en la salud y en el trabajo, el clima, etc., pueden afectar dramáticamente al individuo hasta el punto de que desarrolle patrones de conducta y de sentimientos totalmente condicionados en algunos sujetos. De esta forma, seres humanos que ante una serie de condicionantes de entrada responden con patrones de bondad y elevan la tasa de felicidad mundial, con otro espectro de inputs, a veces infinitesimalmente distinto -y es aquí donde se halla el punto fuerte de sus conclusiones-, dan patrones tenebrosos de salida diminuyendo ampliamente el consecuente rate. Por consiguiente, Aleatórix planteó que si se consiguiese demostrar experimentalmente el anterior statement, sería deductivo afirmar que no se pueden condenar las acciones de seres tan complejos como los humanos cuando no han sido inicializados y perturbados en condiciones similares. Y todo ello debido a la mismísima esencia de la Creación, con leyes tan misteriosas a la par que hermosas como: el principio de Incertidumbre de Heisenberg, el colapso de la función de onda y la pérdida de información, la memoria selectiva, el instinto de supervivencia, la curiosidad innata, la retórica...
A la luz de su trayectoria, el Ángel Aleatórix es considerado en la actualidad como un ser adelantado a su época, un visionario. Las posturas ideológicas de la era celestial que le ha tocado vivir no le han puesto fácil el desarrollo de su investigación. Muy por el contrario, ramas enteras del conocimiento se daban por concluidas y cualquier discusión o alternativa estaba vedada. ®

— ¡Antes de que continúen con este incivilizado intercambio de opiniones!... –se pudo distinguir la voz del Trono Deterministit entre la tremolina-. ¡¿Quiere alguien explicarme cómo es posible inferir tal disparatado cúmulo de conclusiones de unos experimentos realizados sobre UN solo individuo?!
Por un momento la bóveda celeste quedó muda, perpleja. Perseverantis se rascó circunspecto el mentón y las palabras no acudieron a su mente con la rapidez y desenvoltura que hubiera deseado. El gesto ceñudo que había mantenido Inmovilia durante toda la sesión tornose en una diáfana y satisfecha sonrisa con la que añadió:
— Gracias por devolver la razón a nuestro debate, querido Trono primero. Apoyo contundentemente su inteligente y, por otro lado, natural observación. Así pues, queridos hermanos –la voz de la octava Dominación se mostró dulce y conciliadora–, ¿cómo puede ser imaginable pretender tan conspicuos cambios en nuestra tradición espiritual basándose exclusivamente en las aventuras y desventuras de una pobre oveja descarriada?
De inmediato el Todopoderoso censuró con una fulminante mirada tan desafortunada metáfora e Inmovilia replegó avergonzada y sumisamente sus alas.
— ... Las aventuras y desventuras de un sufrido y valeroso ser humano, Don Inocencio Peláez, Dios lo guarde en su gloria –corrigió la tercera Virtud Indulgentia dirigiéndose amorosamente al Bienaventurado.
— Las leyes estadísticas no ofrecen lugar a dudas al respecto –continuó el Principado Perifrástico, ajeno a la pesadumbre del que conoce los corazones–. No se pueden considerar científicamente verdaderas las conclusiones deducidas de un solo experimento. Según La Divina Palabra de la Ciencia...
— Gracias, gracias Perifrástico –intervino el Arcángel Perseverantis-. No sea usted trápala. Creo que todos tenemos lo suficientemente claro el concepto como para no insistir más en este punto.
— Sin embargo yo creo que se debe insistir –continuó Deterministit–. Un solo set experimental es insuficiente. Propongo valorar positivamente los interesantes estudios teóricos del doctorando Aleatórix y desestimar cualquier repercusión práctica del mismo.
El Serafín Controversius, a la sazón director de tesis y claro conocedor de la importancia del descubrimiento de su discípulo, no pudo reprimir por más tiempo sus pensamientos.
— Si ustedes necesitan más experimentos aparte de los veinticinco realizados ya, y si insisten en realizarlos sobre otros sujetos, otras razas, otras épocas históricas... ¡Adelante! No tengo ningún problema en exhortar al excelente investigador a mi cargo Don Ángel Aleatórix para que continúe su investigación. Mi confianza en su descubrimiento es plena. No obstante, debo hacer constar que, aunque de un solo experimento se tratare, la duda razonable sobre la licitud del juicio moral en las condiciones actuales ya existe. ¡Y lo que es innegable, la salvación o condena injusta de un solo ser humano es inadmisible!
La trapatiesta comenzó de nuevo. Algarabía de voces, despliegues espectaculares de alas, alboroto de nubes...
— ¡Inocencio Peláez bien puede ser un caso aislado, estamos hablando de un potencial asesino!
— ¡Y también estamos hablando de un ser bueno, amante de su mujer y amoroso con sus hijos, ejemplo de todo su vecindario!
— ¡No importa, deben llevarse a cabo otros experimentos para poder sacar conclusiones!
— ¡Sí, ¿pero cuántos?! ¡¿Con cuántos quedaría la comunidad satisfecha?!
— Eeeh... ¡Veinte!
— ¡O cincuenta, no te digo!
— ¡Pues cinco, uno por continente!
— ¡¿Y por qué no uno por raza?!
— ¡¿Pero alguien tiene la más remota idea de lo que puede suponer alterar el entramado histórico temporal terrestre tantas veces?! ¡Las consecuencias podrían ser irreversibles!
De pronto siete candelabros de oro prendieron su llama. El Omnipresente levantó la mano y el vocerío cesó de inmediato. El Espíritu Santo iba a hablar y todas sus almas se regocijaron por ello. Su voz, pura y penetrante, sonó consternada.
— ¡Séquito divino, ejércitos celestes, oigan lo que tengo que decir! He tomado nota pacientemente de todas sus opiniones y comentarios, de todos sus miedos, sus reservas, sus luchas por encontrar la justicia y la verdad... Siempre, todos lo saben, he creído y confiado en el debate, en la reflexión colectiva, en la elección de la mayoría como el método más perfecto de decisión y avance en una sociedad. Nunca he pretendido imponer mi criterio sin someterlo a la valoración y el voto de todos ustedes, criaturas perfectas que fueron creadas para la gloria y salvación del mundo. Pero, ¡escuchen! Hay dos cosas que hoy expongo aquí como incuestionables. La primera es la importancia del descubrimiento realizado por mi buen vasallo Aleatórix que, sin lugar a dudas, cuestiona el sistema actual y no puede pasarse por alto. La segunda es que no consentiré más experimentación humana de esta índole. El tormento que me causa la lucha a la que ha sido sometido mi buen hijo Inocencio no me lo permite. Reflexionen concienzudamente sobre el tremendo asunto que nos ocupa. Les pido claridad de mente y firmeza de corazón. Se suspende la sesión por hoy.

Las pruebas experimentales a las que se refería nuestro pío tribunal y que defendió durante una semana el bueno de Aleatórix fueron llevadas a cabo sobre un ciudadano elegido al azar. La casualidad, de nuevo, quiso que el elegido fuera Don Inocencio Peláez, natural de Madrid, nacido bajo la gracia de Dios en el año 1950 de nuestro Señor, amén. Al pobre Inocencio, que qué culpa tenía, le hicieron vivir veinticinco vidas diferentes en las que los cambios del set experimental a veces fueron mínimos y otras, drásticos. Al final de cada vida los resultados obtenidos fueron concienzudamente anotados, almacenados y convenientemente analizados. Y al final de cada vida el tiempo se hizo retroceder y la fecha mundial fue devuelta al 1 de Junio de 1950. ¡Imagínense las impresionantes condiciones experimentales de las que tuvo que disponer Aleatórix para poder llevar a cabo semejante estudio!
Pues bien, en una de sus vidas Inocencio fue un galerista de arte moderno que llegó a arruinarse debido a su incontenible generosidad. En otra trabajó sin pena ni gloria en un centro de documentación y nunca se interesó por el prójimo. En una fue un intrépido periodista y en otra se convirtió en un afamado actor de cine que llevó una vida disoluta, llena de escándalos y que acabó con una muerte prematura. En una quedó soltero y en otra llegó a tener cinco hijos. Algunos patrones, cierto es, se conservaron en todas ellas, siempre fue una persona de letras con patentes dificultades para los números, siempre tuvo un físico demasiado normal para lo vigoroso y caballeresco de su carácter. Más o menos fue feliz en la mitad de sus vidas e infeliz en el otro cincuenta por cierto. En varias vidas, muy diferentes entre sí, se le puede considerar realmente digno de admiración, pero en una de ellas llegó incluso al asesinato.
Por todo ello, ustedes comprenderán, la tarea a la que se enfrentaba nuestro comité de evaluación era harto peliaguda. Durante el periodo de reflexión concedido por el que posee la Llave del Abismo se puso en marcha un intrincado entramado de búsquedas de apoyo. Por un lado, los conservacionistas que se oponían a la Reforma propuesta por el Ángel Aleatórix. Por otro, los partidarios o, de ahora en adelante, reformistas, capitaneados por el mismísimo Jah. ¡Miren! Se había creado, por primera vez en la historia supralunar, una clara dicotomía político–intelectual. Corrían rumores de todo tipo. Se decía que el Altísimo había mantenido una reunión privada con Jesús, el Arcángel Miguel y las cuatro criaturas vivientes del Apocalipsis que están llenas de ojos por delante y por detrás. Comentaban que en secreto habían acordado presentar una moción de censura al actual sistema legislativo con el fin de abrir una vía de acción. También se decía que el Querubín Burocrátix, el Trono Deterministit y la Dominación Inmovilia habían reclutado para su causa a unos cuantos acólitos del actual sistema, todos ellos importantes diputados y senadores.
Hmm... Espinoso asunto. Demasiados intereses en juego, desconfianza, tensión... Con esta tesitura estaba a punto de comenzar la quinta sesión.

— Parece que nuestras sospechas no eran infundadas –susurró Burocrátix al oído de Deterministit–. ¿Se ha fijado, querido correligionario, en la presencia del Rey de Reyes a la derecha del Padre?... ¿Cree usted que participará en nuestras deliberaciones?
— No lo sé, mi ilustre Querubín, pero si es así vamos a tener más dificultades de las que imaginábamos. El poder de oratoria y de convicción del Primogénito de los Muertos es proverbial.
— ¡Silencio, amados hermanos, vayan ocupando sus tronos! –exhortó Indulgentia- ¡Eleven sus corazones pues se inaugura la sesión!
— ¡Los tenemos elevados! –respondieron todos al unísono.
— El Testigo Fiel miró a su Padre y tras un gesto de complicidad tomó la palabra.
— Me regocijo con los presentes porque a nosotros se nos ha dado la gracia de ver a Dios –su voz se oyó como el sonido de muchas aguas y, tras decir esto, estableció contacto visual con cada uno de ellos y todos aguardaron su prédica sobrecogidos–. Bienaventurados los que recibieron el poder de juzgar porque en ellos se encontró un corazón sin tacha –miradas de soslayo no muy convencidas entre la audiencia–. Mi padre celestial me ha pedido que hoy esté presente en esta reflexión por considerarla de suma importancia. Por primera vez en nuestra historia los avances científicos, la experimentación humana y la investigación en las universidades dejan nuestras antiguas creencias en entredicho. Nos enfrentamos a una realidad nueva que necesita nuevas soluciones. Tenemos que estar adaptados al cambio. ¡Podemos hacerlo si trabajamos todos en equipo! En verdad os digo que toda época anterior ha pasado.
Primero hubo silencio. Después, toses nerviosas. Más tarde algunas plumas que molestaban fueron arrancadas inconscientemente por sus dueños y revolotearon por la estancia en remolinos de expectación. Finalmente Deterministit se atrevió a presentar sus opiniones:
— Las palabras de la Raíz de la prole de David son justas y verdaderas, el Señor lo tenga en su gloria. Todos... –y haciendo grandes círculos en el aire con las alas prosiguió–, entendemos la necesidad del cambio y el progreso. Sin embargo, la serenidad y la paciencia deberían ser los atributos que reinaran en estos momentos de desasosiego. No pretendemos ni por un momento subestimar los importantes avances teórico-intelectuales del ilustre Ángel Aleatórix. Sin embargo, no vemos la necesidad de acabar con las instituciones y corrientes tradicionales. Eso sería poco menos que decir que estaban equivocadas, que eran circunstanciales... ¡Falsas! Habremos más bien de adaptarnos a las nuevas eventualidades y adecuarlas a nuestras leyes.
— ¿Me quiere explicar mi beato Trono primero cómo es posible, utilizando el razonamiento lógico puro, interpretar su discurso? Afirma el cambio y al mismo tiempo propone dejar todo como está. ¡Ha incurrido usted, mi querido colega, en una paradoja!- expuso Controversius.
— ¡La paradoja es una de las principales figuras del lenguaje para transmitir lo divino, lo inefable, el significado último y profundo de la realidad! –intervino acaloradamente Perifrástico- ¡El oxímoron es, como bien nos ilustra la Real Academia de la Divina Palabra, el modo de expresión de los místicos y los santos!
Perseverantis se mordió la lengua antes de introducirse en la conversación y dominar así su exasperación:
— Gracias de nuevo por su perfectamente correcta a la vez que inútil observación, segundo Principado. Pero la brillante Estrella de la mañana nos ha mostrado de forma clara y categórica los deseos del Altísimo. ¡Le debemos obediencia y adoración!
— ¿No pretenderá nuestro querido Arcángel primero a estas alturas interpretar las palabras del Cordero de forma literal? – profirió incisivamente Inmovilia dirigiéndose al auditorio con los brazos en jarra. Se oyeron varias risas y la octava Dominación se sintió confiada para añadir– ¿O es que habremos de pedirle a Perifrástico que nos recuerde el significado de la parábola?
El Misericordioso meneó consternado la cabeza.
— ¡Yo soy el Alfa y el Omega, el que es y el que era y que viene, el Todopoderoso! –su voz sonó penetrante como la trompeta–. ¡No puedo seguir consintiendo el dolor de mi rebaño, de los hijos creados a mi propia imagen y semejanza! ¡Es hora de actuar, de reformar las leyes actuales para evitar su dolor o de abrir el séptimo sello y llegar en su ayuda! ¡¿Por qué vosotros, los nueve coros creados para mi ministerio, os deleitáis en interminables discusiones y me impedís con ellas cualquier acción?!
Inmediatamente, el que tiene las llaves de la muerte y el Hades añadió:
— ¡Hermanos, escuchad lo que os digo! Felices son los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados.
— Sabias son las palabras del Hermano Mayor. ¡Anulemos aquí, ahora, la actual ley del Juicio Final! ¡Y con efectos retroactivos, por supuesto!
— ¡Pero estamos en la deliberación de una tesis! ¡Es improcedente tomar cualquier tipo de decisión privada! ¡Sería ilegítimo!
— ¡No si tenemos en cuenta que se trata del deseo de Dios!
— ¡Vivimos en una sociedad civilizada que posee los medios pertinentes para reformar o derogar una ley por una vía legal! El funcionamiento democrático se basa precisamente en la clara separación de los tres poderes. ¡El poder judicial cuyo máximo representante es el Juez Supremo, nuestro Padre, no puede interferir en ningún caso en el poder legislativo!
— Pues sepan ustedes que Aleatórix ha comenzado una iniciativa legislativa popular. ¡Se están reuniendo ya las quinientas mil firmas acreditativas!
— ¡Las Cortes nunca lo aceptarán!

Las deliberaciones del tribunal de tesis se extendieron todavía durante tres meses más. Al cabo de la décima sesión Aleatórix se doctoró cum laudem.
En la actualidad es profesor titular en la Universitas Caelestis y dirige a un grupo de doctorandos con los que prosigue sus investigaciones y experimentos con seres humanos. Nuevas evidencias que cuestionan el libre albedrío y establecen dudas razonables sobre la responsabilidad humana han sido halladas y publicadas.
La tesis “Inocencio por casualidad” ha pasado a la posteridad como una de las tres más controvertidas y citadas de la Historia Divina.
La propuesta para la reforma de la ley “El derecho divino del Juicio Final”, apoyada por las facciones más leales del Todopoderoso, fue desestimada al no encontrar el apoyo necesario en los nueve coros. Hasta la fecha ha sido imposible llevar el caso al Parlamento e iniciar el proceso legislativo.

Texto agregado el 16-12-2002, y leído por 8524 visitantes. (47 votos)


Lectores Opinan
21-10-2014 interereresante************* yosoyasi2
14-01-2009 Sesuda y disfrutable pluma. pelopincho
27-06-2008 interesante. juevesanto
02-10-2007 bueno si, solo que un poco complicado... tedioso por momentos. FAULKNER
18-06-2007 Interesante narracion. un saludo Marcelo marjabra
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