Ya no sé ni lo que pienso ni lo que creo. Todo se ha convertido en una masa informe de sentimientos y pasiones. Sueños locos que ardían sin control, y que de repente han sido apagados con agua fría. Es un ir y venir continuo; y cuando creo salir de mi agujero, viene ella con sus alas otra vez para elevarme y soltarme otra vez. Cada vez en intervalos más cortos. Se ha ido trenzando en mi alma una corona de espinas, y a cada vez que se hincha se clava en las zarzas de mi prisión imaginaria. La desolación y la angustia se hacen cada vez más presentes, y las respiro a cada inhalación.

Tu corazón volvió a sangrar, y con sus gotas me humedecí los labios. Y pasé la lengua para volver a probar el veneno que tantas veces me ha destruido. Pero sé que eso es lo que quiero, morir de deseo por ti. Enterrarme para sufrir en soledad tu ausencia. Las lágrimas se mezclan con la sangre de mis mejillas, que rasgadas vez tras vez han aprendido a sangrar en silencio. Con mi cara ya totalmente desfigurada me apoyo en cualquier esquina para no mancharme, para que nadie me vea en ruinas.
Ahora ya estoy completamente solo, ni imágenes ni luces ni miradas furtivas, sólo el silencio y la oscuridad. La tristeza se trasforma en desolación, y ésta en angustia, y ésta en locura. Ya están arañadas todas las paredes y puertas de mi habitación, ya no sé dónde buscarla. Quisiera saltar por la ventana, pero ya no tengo alas; me encierro en mi habitación y ya sólo me queda desquiciar.