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La familia regresó a casa luego del funeral del abuelo. Martín, nieto que vivía con ellos desde pequeño se recostó en su cama y pensó: “el abuelo tenía razón cuando decía que después del funeral de alguien muy cercano, con quien has convivido, sientes una sensación de alivio y de descanso, la misma que experimento ahora, por suerte ya todo terminó”.
—Abuela, mañana, con más calma y tranquilidad me pondré a revisar los papeles y las carpetas del abuelo —dijo Martín.

Martín y el abuelo desde siempre habían compartido el computador, así que al día siguiente, al ingresar al PC, lo primero que hizo fue ir al “Escritorio” del abuelo y examinar en “Mis documentos” las carpetas por él creadas. Buscó la que decía “Cuentos”, pues sabía que el abuelo llevaba varios años escribiendo cuentos que compartía con sus amigos cuenteros en un sitio de Internet. Buscó el último texto, él los tenía ordenados por fecha y encontró el último, en el que estaba trabajando cuando falleció. Se llamaba “Lo que vi a bordo del Caleuche”. Martín le dio doble clic al archivo, este se abrió y comenzó a leer:

»Lo que vi a bordo del Caleuche (140).doc – Microsoft Word

Moriré dentro de los próximos cinco o seis años, el médico me lo confirmó luego de ver el informe del último escáner que dice que efectivamente tengo alveolitis fibrosante, enfermedad a los pulmones de la que no se sabe su origen y para la cual no hay medicamentos ni cura. En realidad, morir no me complica para nada, pues siempre lo he considerado un proceso normal de nuestra existencia, lo único que ruego es que sea sin dolor y parece que esta enfermedad no lo produce, pues te ahogas y listo.
Afortunadamente tendré tiempo para poner al día mis cosas. Lo primero será ponerme en la buena con Dios, me confesaré con el cura de la parroquia y volveré nuevamente a ser un buen católico. Lo segundo, levantaré las hipotecas de las dos propiedades que tengo, modestas, pero que de algo le servirán a mi esposa e hijos, para qué dejarles problemas. Lo haré con calma, pero dentro de este año y luego…sí, eso será lo tercero, revelaré lo que vi a bordo del Caleuche esa noche que subí a bordo por poco más de una hora. «

Martín, mientras leía el texto pensaba: “pobre abuelo, siempre decía que no había que dejar para mañana lo que podías hacer hoy, pero parece que él no alcanzó a hacer nada de lo planificado, pues murió de un infarto y trabajando en este mismo computador. Ojalá que este texto me revele algo más” y continuó leyendo: »El Caleuche es un velero que navega por los mares y canales de Chiloé, jamás lo hace de día y está tripulado por brujos. Se oculta en medio de una densa niebla que él mismo produce. Va profusamente iluminado y a bordo se escucha música permanentemente. Si alguien lo mira directamente puede quedar con la boca torcida o la cabeza mirando hacia la espalda o sencillamente los tripulantes lo matan. Su principal actividad es el contrabando. «

Martín, llegado a este punto pensaba: “estoy casi seguro que esto lo leí en otro cuento del abuelo” y siguió leyendo: »La primera vez que me encontré con el Caleuche fue navegando el canal Moraleda en demanda de Puerto Montt como oficial de guardia del patrullero Lientur y la segunda vez fue en mil novecientos ochenta y dos, cuando me radiqué en Puerto Montt con el propósito de encontrarlo nuevamente. Con ayuda de mi amigo, el peladito Barría, conseguí ir a bordo. Una noche, mi amigo me llevó hasta la nave que se encontraba a diez millas de Puerto Montt. «

—Sí abuela, ya le avisaré cuando encuentre algo interesante, ahora estoy revisando el último cuento que estaba escribiendo el abuelo cuando le vino el ataque —contestó Martín en voz alta y continuó leyendo—: »Subí a bordo, me mostraron toda la nave, pero me hicieron jurar por mi madre, por todos los santos y por Neptuno, que jamás revelaría lo visto abordo esa noche, pero como moriré dentro de pocos años más he decidido contar lo que vi, dejándolo escrito en este texto, pero con instrucciones de que sólo sea leído una vez que haya muerto, el archivo lo denominaré “Leer después muerto.doc” En la cubierta había vvvvvvvvvvvvvvvvv «

—Mire abuela, el pobre abuelo pensó que podría hacer leso al Caleuche, pero estos se le adelantaron, creo que lo mejor es borrar este archivo y olvidarnos de todo lo relacionado con el famoso Caleuche —terminó Martín.

JORVAL (35)
120705


Texto agregado el 16-07-2005, y leído por 802 visitantes. (25 votos)


Lectores Opinan
25-12-2007 hijo de puta... anciano de mierda...activa mi cuenta Ciberbaco
25-02-2006 ***** bjc
22-02-2006 ...vengo con la intriga desde el primer Caleuche. Muy bueno.***** jaenbota
22-02-2006 devoré las letras de tu cuento con mucho agrado... pero... cuál es la primera parte???? uf! haber sabido para leerlo desde el principio... de todos modos, 5*, muy bien narrado. devora_letras
16-12-2005 No borres nada Martin, es el legado de un hombre valiente, que merece perdurar y ser compartido. Voy por el final de la trilogia. ***** malomo
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