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Y un día tome mi alcancía con forma de chanchito regordete y le quité las pocas monedas que tenía (en un duro proceso de hamacar lentamente al chancho boca arriba, hasta lograr que cada una de las pequeñas monedas caiga por la ranurita), dejando espacio para nuevos ahorros, porque mi madre me había enseñado a ahorrar desde pequeño, siempre ahorrando, que las bases del ahorro, que cuando seas grande me lo vas a agradecer, nene.
Entonces tome la alcancía entre mis manos, en introduje lentamente y con mucho cuidado (para que no se rompan ni se deformen) mi decencia, mi cordura, mi lógica y mi bondad. Procuré esconder bien el chanchito, para que nadie pueda encontrarlo, y mis ahorros duren para siempre. O al menos hasta que yo decida sacarlos de allí.
Comencé estafando ancianos, robando algunas tiendas, golpeando a unas cuantas mujeres y burlándome de los chicos de la calle y los paralíticos. Y un día mate a mi madre. No me gusto la expresión en la cara de mi madre mientras la ahogaba (parecía estar sufriendo), y entonces decidí que ya era hora de recuperar mis ahorros. No había impedimento para hacerlo, pues mi madre estaba muerta, y nadie me reprimiría el acto de romper mi chanchito-alcancía.
Me había asustado el hecho de pensar en que ya no estaba en su lugar, que me la habían robado, pero un suspiro de alivio escapo de mi boca cuando vi a mi alcancía, regordeta como siempre, en el cajón de mi mesita de luz.
Decidí romperla (para justamente no “romper” la tradición para con las alcancías), pero mi desilusión fue inmensa cuando descubrí que se encontraba vacía. No podía creerlo. Alguien me había cambiado la alcancía, o de otro modo, me había robado mis ahorros, extrayéndolos por la fina ranura en la espalda del chancho, acto con el cual seguramente se habían roto o deformado, y ya no me servían para nada.
No me sentía bien así. Estaba triste sin mis ahorros. Entonces decidí ahorrar mi vida, pero esta vez en una caja de seguridad, para que nadie pueda robármela.
Anote la clave para abrir la puerta en un pequeño papel, y lo guarde en mi bolsillo. Me encerré en la caja y me quede pensando… la falta de aire haría el resto.

Texto agregado el 02-12-2005, y leído por 1249 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
22-12-2009 Buen inicio y desarrollo, mejor final. Me gustó mucho. juliocg juliocg
08-09-2006 Humor muy negro eso de matar ala madre innecesariaménte buen final te mando mis tres estrella. florensumundo
05-05-2006 siento que le falto algo, mas intensidad, un poco mas larga debio ser esta historia, ponle mas intriga y te aseguro que lo lograras. leonxx666
31-01-2006 mmmm, pues, no, no me gustó, perdón. sombravioleta
 
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