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Inicio / Cuenteros Locales / galabriela / \" Once Segundos Después... \"(Dedicado a Gonzalo)

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( Para Gonzalo...por todos los 'Charlys" que dejamos pasar en nuestras vidas )


"Después de los Once Segundos"

Quinto día. Nuevamente tomé la ruta más larga de regreso a casa. Quiero pasar lo más despacio posible por esa esquina. Quizás haya mejor suerte hoy y lo encuentre esperándome amarrado con algún hilo de esperanza . Yo, su angel de la muerte...y su boleto de ida, lejos de todo ese infierno que le ha tocado vivir.
Es curioso como en los once segundos que duraron nuestros cruces de miradas apenas...pudo compartir conmigo el discurso visual más largo sobre la vida y la muerte, que nunca había recibido. Todo en un disparo de retina fugaz. De eso hace cinco días ya.
Tal vez lo que más atrajo mi atención hacia su sombra recostada en esa esquina fué la desincronización ambiental que causaba su presencia...tan gris y apagada, contra un fondo primaveral y soleado.
Su figura parecía un collage en un afiche mal diseñado. Su silueta estorbaba el fondo sobre el se que anunciaba la llegada de la primavera con una explosión de colores chillones típicos de las bouganvileas limeñas. Mientras mi nariz aspiraba la sensualidad del aire tibio flotando en la ciudad nuevamente.
Era como si toda su presencia hubiese ido succionado el invierno entre sus huesos y pellejos.. quedándo ese clima frío y pálido
atrapado en su espacio interior; como si el invierno fuera parte de su propiedad ahora, y sus horas por lo tanto nacían contadas.
Parece que hoy corro la misma suerte de ayer. Charly no vendrá. Me tendré que dar por vencido. Mejor aceptar que nuestros caminos no se volverán a cruzar más.


Hoy con las manos en el timón y la vista pegada en ésa esquina...el pie acariciando el freno para hacer durar al máximo mi búsqueda durante unos segundos más. Pero no lo veo por ningún lugar. Ese maldito carro de atráz , tocándome bocina para que yo acelere. No entiende que once segundos más podrían significar la diferencia entre la vida (condena) y la muerte (salvación) para Charly. Pero se lo explico sin titubear en un lenguaje universal de conductores, de cualquier manera. Saco mi brazo izquierdo por la ventanilla y con un gesto agresivo le regalo la versión mas obscena de mi dedo medio. Lo miró por mi espejo retrovisor, y observo cómo es que el conductor comienza a ponerse tenso y rojo, a mover sus labios balbucenado algo que ( como no soy sordo, no llego a entender del todo las sílabas en el espasmo de sus labios ...pero como no soy tonto tampoco, entiendo toda la intención de ellas). Creo que nadie insulta con más espíritu y saña de carro a carro que en Lima, es parte de la tradición criolla callejera local. Aunque dicen que los italianos dan escuela al respecto. Nunca estuve en Italia, tal vez más adelante me corrija al respecto.
Reconozco esa carretilla amarillenta y chillona estacionada en 'su' esquina, es el heladero que siempre está a la salida de la escuela, de la oficina, en la playa y en el parque. O tal vez uno de sus miles de clones, a los que ya estamos acostumbrados en la ciudad. El mismo heladero de décadas gastadas, corneta en mano y clásica gorrita blanca de talla ajena. Un grupo de cinco niños lo rodean con sus monedas en mano. Seguro empezarán a disparar las mismas preguntas que se han venido repitiendo desde mi infancia, como una tortura reciclada...a través de los años, mientras sus diminutos dedos apuntan el dulce tesoro en la carretilla, procederán al interrogatorio de rigor : '...¿y cuánto cuesta éste..? ¿..y cuánto éste otro...?..¿...y áquel?...' ( en ese plan podían pasarse unos buenos quince minutos, si no fuera porque a veces se le ocurre al heladero interrumpirles para preguntar "¿y cuánto dinero tienes? diez soles?..bueno te alcanza para unas gomas y un chocolate'. Fin y resuelto. Hasta reiniciar un diálogo similar en la siguiente esquina.
Se me acaba el letrero de alto, tengo que continuar.
Sigo pensando dónde estará? ¿ Sentirá que lo busco? Si el pobre supiera que vengo con su boleto de ida en el bolsillo, y dispuesto a cargar con él hasta sus últimas consecuencias para dejarle volar libre, lejos del mundo al fin.
Cómo poder hacerle saber que me llegó claro y fuerte el mensaje de su mirada, en esos larguísimos once segundos, hace cuatro días hoy.
Y que es por él que estoy bordeando esta esquina nuevamente. Por él, que he alargado mis atajos en el camino de regreso, al final del día. Pero no está ni él, ni su sombra. Mañana lo intentaré por última vez.


Debo estar loco o borracho. Hoy llevé mi carro a lavar . Huele bien hasta por dentro ...( según el atomizador, huele a 'cuero de
coche nuevo'). Me sonrio sólo , pues en mi coche de segunda mano, aparte del cuero de mis suelas, no hay más. Pero igual me hace sentir que transito en butacas de cuero de coche nuevo. A mis sentidos les encanta jugar a perder el sentido de la realidad.
La sonrisa me dura poco, pues el espejo retrovisor me recuerda la razón de la manta vieja que traje en el carro hoy.
Estoy cargando con esa manta vieja en el asiento trasero, por si lo encuentro nuevamente en la esquina. Seguro que si sube a mi coche, impregnará todo de un olor nauseabundo, pues así se veía durante esos escazos segundos cuando lo descubrí en aquella esquina. Una imagen tan calamitosa y nauseabunda que todos los que se le crusacen por el camino, optarían por mirar hacia otro lado. Más fácil hacer de cuenta que no era tan grave el asunto o mejor aún...que alguien más ya estaba en camino para hacerlo.
Al final de cuentas, en unos cuantos segundos, en los que uno se demora en frenar y acelerar frente al cartel de 'alto'...ya aquella presencia tan gris, desentonada y nauseabunda habría desaparecido. Era más fácil así para todos. No para mí.
Yo había quedado marcado con esta visión, y para poder borrarla de mi retina la única cura posible, era volvérmelo a encontrar.
Pongo un cassette de una canción antigua de Santabárbara, pues la letra me habla de él o ella :"...Le llamaba Charly
la encontré en la calle tendida /Y lloró de hambre, Charly / Temblorosa y perdida / Casi sin vida, se sintió sola y vencida..." ( y le bautizo con el nombre de esa horrible canción... dónde habrá ido a parar "Charly"?).
Dicen que a la tercera va la vencida....pero creo descubrir que soy más terco que éso. Mañana...mañana volveré.


Anoche no pude dormir. Que pesadillas me persiguieron entre las cuatro esquinas de mi almohada. Sus ojos asomaban aullando tan lastimeramente entre los episodios entrecortados de mis sueños. Porque hay ojos que aullan no me digan que no. Esa mirada que se clava en el fondo de las retinas poniéndonos el alma como carne de gallina, dejando un recuerdo como en carne viva, tan difícil de curar las cicatrices invisibles a la simple vista.
Me sentía marcado, escogido por él. Y su recuerdo se enpozaba cada vez más hondo en el hueco que dejaba mi cabeza contra la almohada.
Me acerco a la esquina en que ayer lo ví por primera vez. Miro de soslayo. Nada delante del muro . Nada detrás del árbol. Me lo imagino recostado en alguna vereda contando los coches pasar, con ese vocabulario primitivo donde los números no existen. Tal vez tratando de recordar inútilmente el color de mi coche, con esos ojos que sólo fueron diseñados para ver el mundo en blanco y negro, según dicen los hombres de ciencia. Será por eso que el mundo le parecería un lugar tan gris, parecía querer explicármelo todo en once segundos.
Apenas un joven en vaqueros y polo desteñido, con las etiquetas de marca muy visibles, caminaba por la esquina en ese momento. Paseaba a un perro que evidenciaba más pedigree en sus venas que toda la familia entera del joven de las marcas importadas. Nunca entendí bien esta fascinación por los pura sangre. Para mí, un perro tenía que cubrir dos requisitos: mostrar algo de inteligencia y ser mi amigo incondicional. Punto. La ropa de marca...me da la sensación de que generaliza mi individualidad.
Me traía desde ayer un terrible sentido de culpabilidad, que no lograba sacudírmelo de encima. Mi mal humor parecía mejorar por ratos.
Ayer debí haberme detenido, estacionado el coche cuando lo ví. Lo intuía. Era un grito silencioso de auxilio que emanaba de lo más profundo de sus ojos caninos. Yo lo ví y lo escuché. Y seguí. Por eso anoche no pude dormir. Hasta para ser perro hay que nacer con suerte!


600 pm ...y me siento amistado con el mundo hoy!
Las cosas parecían haber salido bien una tras otra. Cerré el contrato esta mañana , que se había venido postergando por días. Mi celular marcaba dos llamadas de Gisella. Mi abuela me había invitado para almorzar mi comida favorita "ají de gallina" . Hasta en el gimnasio en el que practicaba boxeo, me lucí con un par de ganchos que le calzaron con una excelente puntería al patán ese que se las daba de entrenador.
Por eso es que ahora que regresaba a casa había decidido traer las ventanas del coche abiertas, dejándo que la recién llegada primavera jugara a enredar mi cabello, que siempre dejo madurar 3 cms. demasiado largo en mi cabeza, como me gusta. Y en el parlante sonaba Bono cantándome una balada a todo pulmón.
Me sentía tan bien con el mundo que para alargar esta sensación decidí tomar el camino largo a casa.
Fue entonces, cuando noté al llegar a una esquina, y sobreparar ante el cartel de 'alto'...al perro más famélico, gris y triste que nunca había visto, se encontraba parado como una estatua de algún mártir fuera de sitio, huérfano de plaza.
Su piel era una mezcla del marrón más gris que pueda haber, y si hubiese tenido mas segundos disponibles hubiese podido contarle las costillas una a una con facilidad. A pesar de la brisa tibia de la tarde, me dió la impresión que temblaba.
Sus ojos me contaron una trágica historia, entre un par de pestañeos. Sostuvimos nuestras miradas apenas por once segundos. Y algo crujió dentro de mí. Cómo el sonido de la primavera marchitándose alrededor.
Las siguientes cuadras me alcanzaron para decidir que mañana regresaría, por él. Ya sea para salvarle la vida, o para llevarle con el veterinario y darle un final rápido y digno.
Total...es sólo un perro callejero y sin dueño....de ésos que hay por millón.
Sólo que un millón de ellos no cruzaron su mirada con la mía.


Quizás mañana ya habré olvidado todo este episodio. Quién sabe.

Texto agregado el 15-12-2005, y leído por 420 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
29-06-2006 uff... buenisimo... que descriptivo y hasta me conmovio esa ultima imagen del perro triste. lau. 5* aruald
19-03-2006 Muy bueno. lee "los vecinos y los perros"...... kristopher
02-02-2006 Me gustó mucho, además, me gusta hacer lectura de subtexto y vi también mucho de Lima, de la vida en esa ciudad, hasta por momentos me trasladasté a cuadras y cuadras de casas: yo pensé en una ciudad plana, tal vez en ningún momento pensé en el mar. El hilo de la historia muy bueno, pasa el tiempo y se siente que pasa, que es lo más importante. te mando mis cinco. romantrop
26-01-2006 Al respecto, cuando te quede, lee mi texto "Final en perspectiva"... peinpot
22-01-2006 Epa. No habia leido tu narrativa. Me gusto mucho este texto. Un placer leerte. 5* peinpot
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