Me deshice de las ilusiones que me habían entregado, diseñadas sólo para ese mundo perfecto que había soñado; tardo en aceptar que debo construir nuevas alas para mi vida, considerando las que se estropearon cuando intenté volar para alcanzar lo que quería.

Pero de esas alas rotas queda la memoria, esa que me enseña a no andar por los mismos caminos quebrados y cometer los mismos errores, esas que me indican lo que hago mal en medio de todo lo que está mal; cosas que me mostraron la dirección que no quiero seguir, la misma que no conduce a más que caos y locura.
No puedo deshacer lo hecho, pero puedo remediar lo por hacer...

Esta oscuridad que inunda mi cuarto, me ha enseñado más que la luz que aturde mis ojos y con ellos mis sentidos, esa luz que parece enceguecer mi vida con súbito deslumbramiento. Miro cansada, las alas rotas de mi vida pasada y pienso que no quiero vivir lo que he vivido, que mi corazón necesita más que sólo un triste recuerdo del fracaso que puede llegar a ser la felicidad, la monotonía de la memoria.

Anduve por mis calles vacías esta noche; estuve sola como la luz reflejada en los charcos de lluvia que inundaron el pavimento, parecía más triste que de costumbre, el sabor del aire era amargo, como si presintiera lo que sucedía, como si la ciudad se cansara de contener los habitantes de siempre, como si ellos no fueran mas que palabras rotas y perdidas en el viento que las eleva para no dejar que sellen una promesa valiosa o salven la vida de un corazón roto...

JFV