Santiago y El hombre araña.


Era una tarde soleada de verano, y en el ambiente se respiraba paz y tranquilidad.
Mi hijo Carlos y yo nos encontrábamos pasando cómodamente la tarde viendo un programa de televisión en mi habitación.
De momento nos pareció escuchar la voz de mi hijo Santiago, pequeño regordete de apenas casi tres años que decía .
- Auxilioooooo…auxiliooo.
No nos alarmó pues sonaba tranquilo, después de un rato lo volvimos a escuchar y nos volteamos a ver a los ojos, sonreímos y pensamos que Santiago jugaba, pues nos hizo gracia escucharlo con ese tono de voz.
- Carlos, ¿Porqué no vas a ver a que juega y vienes y me platicas?
Carlos se paró perezosamente del sofá y salió a investigar. Un segundo después lo escuché dar un grito de terror.
- ¡SANTIAGOOOOOO!.
Me asusté al escucharlo y salí corriendo a ver que era lo que estaba pasando.
Cuál fue mi sorpresa al ver al pequeño niño vestido con su pijama del hombre araña colgado de la parte más alta del barandal de la escalera sosteniéndose apenas con las puntas de sus deditos.
Sentí que el corazón se me salía mientras bajábamos mi hijo y yo al travieso niño.
Quién diría que desde ése momento comenzarían a suceder una serie de episodios sorprendentes, llenos de angustia y sobresaltos.
Santiago es un niño intrépido y fantasioso, sueña que es un superhéroe capaz de realizar cualquier hazaña.
Comencé una larga lucha por convencerlo de que el hombre araña no existe, y que todas sus proesas que veía en la tele y las películas no eran reales, sólo eran parte de ese mundo.
A toda hora y en todo momento yo aprovechaba para hacerle un exhaustivo lavado de cerebro; En esa tarea diaria estaba cuando un buen día nos llegó una invitación para asistir a una fiesta de una compañerita de la escuela de Santiago, en la fiesta habría un show y el tema principal sería el hombre araña.
Fuímos a la fiesta y al iniciar el show pensé que sería una muy buena oportunidad para hacerle ver a Santi que el hombre araña no existe.
Mientras el supuesto Hombre Araña peleaba torpemente contra el falso Duende verde y éste caía ridículamente derrotado a la vista de los niños yo aprovechaba para decirle a mi hijo.
-. Míra Santiago, no es real, es un hombre el que se disfraza del hombre araña, no tiene telarañas, ve y tócalo, jálale el disfraz y vas a ver que es falso.
Un momento después estaba Santiago enfrente del impostor jalándole las mallas, revisándole las botas, husmeando sus manos y convirtiéndose en la sensación de la fiesta pues a todos les hacía gracia ver al pequeño enano interrogando al actor e interrumpiendo el show con sus preguntas y puntadas.
Al finalizar la fiesta, de camino a casa Santiago venía sentadito en el asiento trasero y muy quietecito visiblemente cansado.
Después de un largo rato en silencio, escuché la voz de Santiago que me decía.
-¿ Verdad mamá que el hombre araña es un hombre que se disfraza?
No me pareció escuchar bien y bajé el volumen del estereo.
Para asegurarme de lo que realmente estaba escuchando, le pregunté.
- ¿Qué dices mi amor?
- Que el hombre araña es un hombre que se disfraza, usa un disfraz.
- ¡Sí mi amor! – le respondí emocionada.
Por fín Dios mío, escuchaste mis súplicas, toda mi labor de convencimiento tiene frutos, ya entendió que al ser un hombre disfrazado, no tenía ningún poder.
Que todas las personas que se disfrazan de hombre araña, corren riesgos y se pueden lastimar. Todo ese lavado de cerebro funcionó.
Todavía no terminaba yo de salir de mi trance de emoción y no comenzaba a festejar cuando volví a escuchar la pequeña voz que me decía.
- ¡Claro mamá! El hombre que se disfraza de hombre araña ¡ES PETER PARKER!.