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Atoj Senqa, así se llamaba, o así le decían, no lo recuerdo. Tenía la apariencia común y aburrida de un estudiante universitario. Este extraño personaje de mirada fija y cabello alborotado no hubiese captado la atención de nadie sino fuera por sus extraordinarias habilidades. Es capaz de leer la mente, es un mago, es un charlatán, son los rumores que corrían entorno a él en la Facultad. Era más bien indiscreto diría yo, no respetaba la soledad de las personas, compañero al que veía solo, estudiando o simplemente pensando, lo abordaba, entablaba una pequeña plática y luego realizaba lo suyo. Y qué era lo suyo se preguntaran, pues es algo simple, daba consejos para resolver problemas. Esto no tendría nada de sorprendente, de no ser que las preguntas que hacía eran de lo más comunes y no tenían nada que ver con las dificultades que luego resolvía; así es, el segundo asunto extraordinario es que sus consejos eran efectivísimos. No habías estudiado para el examen, no te preocupes, escucha estas son las preguntas, decía, e inmediatamente recitaba las preguntas con las repuestas. No encontrabas trabajo, mira, en tal sitio buscan a alguien, estoy seguro de que te contratan. Tenias problemas familiares, lo que yo haría en tu lugar sería lo siguiente. Así, múltiples soluciones para un sin fin de problemas, que aparentemente no podía conocer. Y, luego, cuando le preguntaban cómo lo hacia, el dedito rebotando en la sien y su frase preferida: “deducción lógica, pura deducción lógica”.

Gracias a esta fantástica presencia, la penumbrosa y esterilizada Facultad se impregnó de un halo misterioso y mágico. Ni siquiera los adustos y experimentados catedráticos se libraban de sus increíbles intromisiones. Como comprenderán, al poco tiempo, la situación dio un vuelco, todos lo buscaban para pedirle consejos, fue tal la acogida que tuvo, que debió idear algo para no verse desbordado. Encontró la forma de librase de los estorbos en sus mismas destrezas, cuando quería quitarse a alguien de encima le revelaba al oído algún secreto vergonzoso sobre su personalidad, en forma de sutil amenaza, y al instante lograba que la persona se alejara despavorida. Así él podía manejar los hilos, jalaba el del agradecimiento y la sorpresa hasta el filo del rompimiento, y antes que suceda eso la soltaba para darle curso al miedo.

Pero le llegó el día fatídico a Atoj Senqa, se le fue el control de su vida, debido a un encuentro que lo revelaría a él ante sus propios ojos. Caminando por los pasillos de la Facultad, con la seguridad que le brindaba su talento, se topó de pronto con una imagen de sus primeros tiempos, una dulce criatura sentada en las escaleras, sola y pensativa, que seguramente requería con urgencia de su ayuda. ¿Hola cómo te llamas? Ella no le contestó sólo volteo y lo vio a los ojos. Él pudo percibir rencor en su mirada. Está molesta con alguien, pensó, e hizo la segunda pregunta: ¿Te gustaría almorzar conmigo? Ella soltó enfurecida: Tú crees que porque haces unos trucos simples todas las mujeres se mueren por salir contigo, cretino. Está furiosa con un hombre, porque adjetivó contra mí, pero no puede ser su novio, si tuviera novio y hubiera peleado con él hubiera evaluado la posibilidad de salir conmigo, tiene que ser alguien de su familia. Sus uñas están mordidas, tiene ansiedad, de hecho, es un problema relacionado con otras personas, pensó todo ello en un santiamén, y arriesgo un comentario confiando en su intuición: Tienes problemas con tu papá, le es infiel a tu madre, yo te puedo ayudar. Ella volteó, nuevamente, le sonrió y le dijo, ya algo calmada: Atoj Senqa ¿Sabes por qué haces esto? Porque necesitas atención, eres como un niño malcriado haciendo su pataleta ¿Qué te pasó de niño? ¿Tu madre te abandonó? ¿Tu padre era un autoritario? ¿Los niños en la escuela se burlaban de ti? Es eso, ¿no es cierto? ¿Quieres saber más?, pues si quieres más búscame otro día que esté menos ocupada, me llamo Mati. Asustado huyó, ella le había causado el efecto que él provocaba en los demás.

Caminó hacia su casa varios kilómetros pensando. Esa chica le inspiró miedo, todo lo que dijo de él era verdad, el abandono de su madre, su papá, la escuela, todo era cierto; pero cómo lo hizo, cómo, se cuestionaba una y otra vez, no es posible que sea mejor que yo, decía en voz baja y para él mismo. Pasaron días y no regresó a la Facultad, le horrorizaba la posibilidad de encontrarse con ella. Pero el tiempo que siempre transforma los sentimientos, modificó sus pensamientos hasta volverlos uno: Mati. El miedo se hizo obsesión, así que decidió regresar a buscarla. ¿Conoces a Mati?, preguntaba, es una chica de cabellos largos, ojos rasgados, cara angulosa ¿La has visto? Pero nada ninguna respuesta es como si se la hubiera tragado la tierra. Él desesperado, cada vez más y más, ante la posibilidad de no volverla a ver, se sentía casi enloquecido, era como si ella hubiese sido parte de su imaginación enferma o el producto de una adolorida mente; sin embargo, él la encontraría tenía que hacerlo… Esperen un momento, yo soy Atoj Senqa, o al menos, así me decían, no lo recuerdo ¿Han visto a Mati? es una chica de cabellos largos, ojos rasgados, cara angulosa ¿La han visto? Saben yo la amo…



Texto agregado el 29-01-2006, y leído por 242 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
04-05-2006 Está buenísimo el cuento, pero eso si daba para mucho más, creo que nos quedamos cortos... 5* rafudo_
 
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