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Caperucita, la abuela y la otra historia.

Que los cuentos que nos relataban cuando éramos chicos estaban imbuidos de una gran dosis de maldad, creo que nadie lo puede discutir.
Qué podemos decir, por ejemplo, de la pobre Cenicienta con sus malvadas hermanastras y madrastra que le hacían limpiar todo y ni siquiera la dejaban ir a los bailes de la comarca. Ni hablar de Blancanieves a quien le dieron nada menos que una manzana envenenada..! Hansel y Gretel, que tenían que mostrar un hueso desde la jaula para que la bruja mala no se dieran cuenta que engordaban. Y luego los mismos niñitos metieron a la vieja dentro de un horno encendido…
Pero la historia que nadie me contó nunca es la de la abuela y Caperucita dentro de la panza del lobo.
Porque, está bien, Caperucita se entretuvo en el bosque y saltando de aquí para allá con su cestita, rodeada de coloridas mariposas, cariñosos pajaritos y juntando florcitas para su abuelita permitió que el mismísimo lobo llegara hasta la casa antes que ella.
Hasta ahí ya lo sabemos.
Es de imaginar, de todas maneras, la lógica sorpresa de la viejecita cuando se ve aparecer a semejante bicho.
Pensaba que la que golpeaba la puerta era Caperucita, pero no…, era el lobo..!
Y lo peor es que, sin mediar palabra alguna, se la comió..!
Aquí la abuela ya tuvo, dentro de la desgracia, una buena dosis de suerte porque como el lobo hacía tres días que no comía estaba hambriento, y se la tragó sin masticarla.
Y este punto es importante porque imaginemos que una simple dentellada de este animal hubiera bastado para producirle heridas, calculo, de bastante consideración lo que podría haber cambiado la historia.
Pero así y todo, nos hemos puesto a pensar sobre la difícil situación de la anciana..? Pues, si bien se salvó de los mordiscones, tuvo a partir de allí el que, supongo, habrá sido un penoso trayecto.
Primero se debe haber encontrado con las enzimas de la saliva del lobo las que seguramente la acompañaron por todo el recorrido del esófago, que debe ser bastante estrecho, hasta llegar al estómago.
Arribada al estómago la situación no debe de haber sido mucho mejor pues allí, además de la oscuridad total, (encima seguro que en medio de todo el lío también perdió los anteojos), debe haberse encontrado flotando en los jugos gástricos del lobo, que contienen ácido clorhídrico, pepsina, renina y otras cuantas porquerías más que en unas pocas horas irían cambiando la fisonomía de la abuelita para mandarla luego al intestino delgado, intestino grueso y finalmente recto, pudiendo ya imaginar convertida en qué…
Yo no sé si la abuela habrá llegado a tomar real conciencia de todo esto.
Quizá no, porque al ratito no más, apareció por allí Caperucita y, si bien deben haber estado muy incómodas las dos ahí adentro, se deben haber preguntado cosas como “y vos que haces aquí..?” “Cómo fue que apareciste por estos lados..?” , “cómo estas..?”, “cómo anda tu madre..?. En fin, todos esos diálogos tan comunes entre abuela y nieta.
Además, parece, que por suerte Caperucita tampoco fue masticada.
Pero hay aún un aspecto fundamental en que se ve que Dios y la fortuna, seguían, a pesar de todo, del lado de la abuela y de la nieta.
Y este aspecto no es otro que la irrupción por allá, por el mil ochocientos, de los hermanos Jacob y Wilheiml Grimm.
Porque si no hubieran aparecido en algún momento de la historia los hermanos Grimm, esto terminaba ahí.
Y claro, porque Charles Perrault, el autor de la historia, la dio por terminada ahí no más.
La posterior, ignota y seguramente olvidada salida por el recto del lobo de ambas (abuela y nieta), hubiera sido un proceso inevitable.
Pero, por suerte, los geniales hermanos Grimm consideraron muy cruel este final, y le agregaron la historia del cazador.
No se sabe muy bien si es porque vió al lobo entrar a la casa de la abuela, o porque lo oyó, ya dormido, roncar a lo bestia (parece que la viejita roncaba pero no tanto), la cuestión es que el cazador entró a la casa.
Y aquí aparece el que quizá sea el tercer gran factor de surte de la dupla nieta – abuela, porque no hubo una sola de las cuchilladas que el tosco cazador propinó al dormido lobo, que las alcanzara y las lastimara.
Y bueno…, luego la historia es conocida.
La abuela y Caperucita salen de la panza del lobo, entiendo que totalmente enchastradas, y le llenan, con la complicidad del cazador, la panza de piedras.
El bicharraco se despierta y muerto de sed, va al lago a tomar agua y, lógicamente por el peso de las piedras en la panza, se cae al agua y muere ahogado.
Bien que se lo merecía..!
Claro que hubo en la historia de los cuentos infantiles otras desgustaciones similares.
Sin ir más lejos tenemos a Pinocho y al bueno de Geppetto a quienes se los comió una ballena.
Sólo que aquí con algunas diferencias. Primero que ellos estaban en un bote. Y esta no es una cuestión menor.
Y segundo, no se nada de veterinaria, pero debo suponer que dentro de todo seguramente es más cómodo estar en el estómago de una ballena y no en la de un lobo.
Pero, indudablemente, esta es otra historia.


Texto agregado el 27-02-2006, y leído por 410 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
18-03-2006 Buenisimo!!!! Me fascina como escribe!! Ciiara
17-03-2006 estos cuentos tienen magia y sera siempre delicioso escucharlos, el solo nombrarlos nos lleva por magicos caminos, que solo algunos privilegiados, a pesar de los años, siguen llevando en su "niño interior"me gusto.original***** monica-escritora-erotica
05-03-2006 Simpática forma de reelaborar una historia. Excelente aporte literario. Te felicito. peco
28-02-2006 Batante divertido. Un saludo. sol32
28-02-2006 es una descripcion muy amena, limpia y bellamente descrita. Algo sano en la pagina que me sorprende y me deja satisfecha. un saludo. Renne
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