Trance: Me ahogo y me estrello, buceo en la inercia de mis atascos. Me pido silencio pero un dundecillo grita dentro y su voz, de túnel gris, por sí sola tiene eco en las cañerías urbanas de mis miedos.

Trance: mi infancia está lejos, yace lastimada, quebradas sus vanas ilusiones que nunca guardé con suficiente afecto. Me rehuye, me seduce su desamparo y su empeño, sigue aferrada a mi pero yo no la deseo. Necesito arrodillarme en los bordes de sus cielos y besar mantos de encaje sin más encanto burlesco. Rompo sobre sus tacones robados unos cuantos huevos para perder la paciencia que me da lo que no espero. Viene hacia mi aquella niñez, viene en la bicicleta de su propia lejanía y al pasar me toca el culo. El sombrerito, esa pava, no le quita lo atrevida.

Trance: la soledad me dirige hacia nuevos desiertos que planto en mi seco corazón. Sí, así es, planto desiertos. A mi desesperación me recojo y me entrego, mandando nefasto besos, besos que daría una anciana mendiga al banderín del viento.

Despojos de un mundo, de cientos de aromas de imborrable fuero vuelven a mi en los bosillitos de la bata de mi niñez que hace justo juego a la innecesaria pava porque es mayo... y mayo no desordena los cabellos.

Pero basta ya de mirar al pasado Trance, porque su poder es el presente en el que no me tengo... hay que levantar la cabeza y posar los ojos en el siguiente reto para el que soy altamente inadecuada. Desearía saber bailar con mis secretos, aquellos que me aguardan en el rincón del momento.

Puedo ver que viene flotando sobre algodón de dulce el ligero humo del arrepentimiento, vendrá a contarme algún cuento, comiéndose el algodón del que se irá cayendo, recordándome lo amargo del chocolate y los besos...

Me atormentaré preguntando el por qué de mi torpeza que desde ahora conozco y esperaré desangrarme, pretenderé estar muriendo. Perlas más que falsas abandonarán mis ojos y en mi almohada cabrá el sonido que ni poseyéndola entiendo.

¿Por qué quiero enloquecerme y no puedo detenerlo? ¿Por qué, aunque bogo veneno, ansío seguir bebiendo? ¿Por qué sonrío al dolor y acomodo sus cabellos? ¿Cuál fue el embrujo y cuál la sensatez? El arrojo se ha marchado, ahora solo tengo miedo...

Y no es que le tema, es lo que me aterro, soy yo no vos Trance, aquello irremediablemente descompuesto. Mis abrazos, sólo mírame, toda yo ya huelo a muerto. A muerto y a asesino de los amores ajenos.

Trance: cuan triste es encarar el alfabeto, cuanto me hiere la Y y sus caminos perpetuos. ¡Cuánto de mi se va contigo y ese camino en Y que ya nunca seguiremos!