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Sentado en la arena, Matías observaba a sus hijos jugar, comenzaba el atardecer cuando de pronto vió la silueta de una mujer.
–¡Ignacia!- exclamó.
En ese segundo una tormenta de recuerdos arrasó con su mente, cuando volvió a buscar con su mirada a aquella mujer ya era tarde, había desaparecido.
-¡Pedro! Deja tranquila a tu hermana- gritó Francisca, la esposa de Matías, y todo para él se derrumbó. Retornó al presente; vacaciones, esposa, hijos, matrimonio, familia, etc. Y con ello también volvió su tristeza, tristeza que había desaparecido al recordar a Ignacia.
Aquella noche fue angustiante, Matías no pudo dormir en toda la noche. Miles de recuerdos viajaban en su mente; la muerte de sus padres, su adolescencia en Valdivia, el amor que sentían con Ignacia y el dolor que significó separarse de ella. Todos estos recuerdos se confabularon para atacar la mente de Matías simultáneamente esa noche.

-¡ring!... ¡ring!
-Aló- contestó Francisca.
-¡Francisca! Tu padre sufrió un ataque al corazón
-¡No!, no puede ser mamá. “¿Cómo sucedió?”
-No lo sé hija mía, ¡Por Favor! ven para acá, ¡Te necesito!
-Ok mamá, hoy mismo estoy por ayá
-Gracias, adiós hija.
-Adiós mamá.

Matías le preguntó a Francisca:
-¿Quién era?
-Mi mamá- respondió.
-¿Y qué quería?
-A mi papá le dio un ataque- contestó entre llantos Francisca.
-¿Y qué vas a hacer?- dijo Matías con cierto tono de desinterés.
-Me voy hoy con los niños a la casa de mis padres
-¿Quieres que te vaya a dejar?- le preguntó.
-No, me voy en el auto. Gracias por tu preocupación- respondió irónicamente Francisca, pero a Matías no le importaba porque gracias a este inesperado suceso iba a tener el tiempo suficiente para investigar sobre aquella mujer que había visto en la playa, ya que nada podía sacarle de la cabeza que esa mujer era Ignacia.




Apenas Francisca se fue con los niños, Matías salió a recorrer el pueblo para encontrar a aquella mujer. Fue al mercado, el muelle, a las ferias artesanales, recorrió cada plaza y rincón del pueblo y no encontró nada, ni la más mínima pista que pudiese acercarlo a aquella mujer. Agotado de caminar, Matías va a la playa, al mismo lugar en donde vió aquella silueta y que inició todo esto. Desesperanzado decide volver a su casa a descanzar, cuando en ese momento ve a la mujer. “¡Ignacia!”-gritó. y la mujer se dio vuelta para ver quién era la persona que la llamaba. Cruzaron sus miradas y se reconocieron de inmediato.
-¡Matías!- gritó la mujer.
-Estás más hermosa que nunca- dijo Matías
-Tanto tiempo sin saber nada de ti
-Ni te imaginas todo lo que significa para mí encontrarte aquí- confesó Matías.
Caminaron hasta la casa de Ignacia conversando sobre sus vidas después de que se separaron, tratando de recuperar el tiempo perdido durante estos años de lejanía. -¿Puedo invitarte a mi casa hoy en la noche?- le preguntó Matías. – Será un placer- respondió Ignacia y entró a su hogar.



A las diez en punto sonó el timbre de la casa de Matías, él había preparado una cena expléndida como jamás se la preparó a Francisca durante estos 9 años de matrimonio, cosa que sorprendió al mismo Matías y le hizo reflexionar sobre lo importante que era Ignacia para él.
-Adelante Ignacia- le dijo Matías y elevó su mano para tomar la de ella.
-Gracias... que hermosa casa tienes. Matías se sonrió.
-¿Un poco de vino?- ofreció muy cortésmente.
-Sólo un poquito, por favor.
La mesa estaba increíble; velas, vino, cubiertos de plata, diversas ensaladas, etc. Y el ambiente era el ideal; música de fondo, la habitación a media luz, etc. Todo conjugaba para que esta noche fuera un reencuentro inolvidable para ambos y un reencuentro que gatillaría algo completamente impensado.
-¿Te puedo hacer una pregunta?
-Claro- respondió Ignacia.
-¿Te irías a vivir conmigo a Valdivia?
Ignacia estaba impactada, ella sabía que Matías estaba casado y que tenía dos hijos y por ende nunca se imaginó que él tendría esas intenciones con ella. Ignacia tomó su copa de vino y no respondió.
-Sé que es una locura, y que quizás esté haciendo el rídiculo pero no te imaginas lo que ha significado el reencontrarme contigo. Verte esa tarde sin nisiquiera estar seguro de que eras tú, hizo darme cuenta...
-Matías- interrumpió Ignacia.
-Déjame terminar- insistió.
-Verte esa tarde hizo darme cuente del error que cometí al separarme de ti y si la vida te puso nuevamente en mi camino es porque me está dando la posibilidad de enmendar ese error y de ser feliz, verdaderamente feliz con la mujer que amo y la única que he amado en la vida.
Al terminar la frase, un silencio sepulcral e insidioso rondaba en la habitación. Matías se sentía un estúpido, sincerarse de tal manera y tan apresuradamente, sólo habían pasado unas horas de encontrarse después de años sin verse y ya le estaba proponiendo romper con todo lo que hasta el momento habían construído y empezar una nueva vida juntos, en una ciudad que ambos dejaron después de su separación, tan llena de recuerdos, anécdotas y momentos inolvidables, ¡qué locura! Nervioso se acercó a la ventana y encendió un cigarrillo, cuando en eso Ignacia comenzó a hablar:
-Tú has sido el amor de mi vida y lo sigues siendo Matías, verte de nuevo me ha hecho la mujer más feliz del mundo, me ha devuelto las esperanzas en la vida. Sabes que me casé con un tarado, un hombre que jamás me quizo y que siempre me expuso a los riesgos hasta su muerte. También sabes que mi madre murió hace un par de años y que quedé sola en este mundo, desde su muerte que estoy en este pueblo tratando de apartarme del mundo y encontrar paz para mi interior y nada era útil hasta que te ví hoy, han retornado mis ganas de vivir gracias a ti porque al verte volvió a encenderse esa llama intensa en mi corazón que sólo pertenece a ti. Feliz me iría ahora mismo contigo hasta el fin del mundo pero no puedo dejar de pensar en tu familia, tus hijos, no puedo dejar de pensar que si acepto esta propuesta que me has hecho se rompería una familia.
-¡Pero no pienses en eso! A ellos no les va a faltar nada, gracias a dios tienen unos buenos abuelos y yo tampoco pretendo desentenderme de ellos, cumpliré con mis obligaciones de padre, solo no me verán, por lo menos en un principio.
-Mmmm..lo pensaré, eso es lo único que te puedo ofrecer. Ahora olvidemonos de esto y terminemos esta noche que será inolvidable- respondió Ignacia y se acercó a Matías. Él acarició su cara y la besó.
El sol golpeaba la cara de Matías cuando despertó. –Ignacia- exclamó. Miró a su lado y hay estaba, durmiendo aún, se veía tan hermosa, todo parecía un sueño para él, un sueño del cuál no quería despertar.
Aquella semana fue la mejor que habían pasado en años, todo era perfecto. Los días, las noches se hacían cortas para ambos, el amor emanaba por sus poros, algo sin igual. Al retornar a la casa de Matías después de haber pasado toda la tarde en la playa sonó el telefono, ninguno contestó y quien llamaba dejó un mensaje en la contestadora:
-Soy Francisca, imagino que estas muy bien ya que no has dado señales de vida... bueno, llamaba para avisarte que mañana vuelvo con los niños así que aprovecha de ordenar todo por favor. Eso, adiós.
Matías se quedó plasmado con la noticia, sabía que de Ignacia dependendía que el sueño no acabara o se rompiese en mil pedazos. Matías fue rápidamente a la habitación a contarle a Ignacia lo que estaba pasando y volvió a hacerle la propuesta:
-¡Amor! Necesitamos decidir hoy lo que vamos a hacer, Francisca y los niños regresan mañana y yo quiero que hoy mismo nos vayamos a vivir a Valdivia por siempre y para ser felices mi vida. ¿Quieres vivir por siempre a mi lado?
Ignacia se tomó su tiempo, se sentía injustamente prisionera de la decisión que tomase ya que cualquiera fuese sería eternamente culpable, de haber disuelto una familia o de no haber querido ser feliz con el hombre que amaba.
-Sí, vamonos. Quiero vivir contigo por el resto de mis días, aunque el remordimiento me ataque día a día me daré la única posibilidad que quizás tenga para ser feliz y esa es estar a tu lado.
Emocionado hasta las lágrimas Matías abrazó a Ignacia tan fuerte, como nunca lo había hecho y le dijo: -Gracias amor, gracias por la oportunidad que me estás dando para ser feliz.
Tomaron lo poco y nada que tenían a mano y partieron rumbo al terminal de buses para alcanzar un bus a Santiago y luego irse a Valdivia en el primer vuelo que alcanzaran y poder concretar este sueño que había comenzado días atrás y que apartentemente sería por el resto de sus días.












“Ya son tres meses los que llevamos aquí en Valdivia, tres meses increíbles y al mismo tiempo tortuosos”. –se decía Ignacia así misma- “Tres meses en donde la culpa no me ha dejado dormir tranquila, en donde cada noche aparecen en mis sueños esos pobres niños que quedaron sin un padre que les de su beso de buenas noches, sin un padre que en las mañanas los lleve al colegio, sin esa imagen paterna tan importante durante la infancia. Una mujer que quedó sin marido, sin el hombre con el cuál había decidido estar hasta que la muerte los separace pero no fue la muerte quien los separo ¡Fui yo!. ¿Por qué Dios? ¿Por qué me cuestiono esto ahora? ¿Por qué permites que en la única oportunidad que he tenido para ser realmente feliz no lo pueda ser por culpa de esta angustia que me ataca día a día, noche a noche, segundo a segundo, ¡¿Por qué?!”. – Y explotó en llanto. Justo en ese momento Matías regresaba de su trabajo, un trabajo de menor importancia en comparasión al que tenía en Santiago pero que le permitía subsistir en Valdivia y tener un bajo perfil para que no fuese encontrado por su familia.
–¡Amor! ¿Por qué lloras? ¿Qué pasó?- le preguntó y ella no le contestó.
-¿Por qué no me respondes? ¿Qué es lo que está pasando?
Un silencio potente rondó la habitación, Ignacia ni siquiera lloraba sólo estaba en silencio con la vista perdida, como si no se hubiese dado cuenta que Matías estaba ahí justo sentado al lado de ella. Ella se levantó repentínamente de la cama y entró al baño y se encerró en el, Matías golpeaba la puerta del baño diciéndole “¡Abre la puerta amor! ¡Dime qué es lo que pasa!”y ella no respondia. Matías en su desesperación salió de la casa para caminar y reflexionar sobre lo que estaba pasando para intentar comprenderlo.
Caminó durante horas sin lograr comprender nada y sin saber por dónde caminaba, cuando de repente ve en una esquina un bar y decide entrar.
-¡Hola! ¿Qué te vas a servir?- preguntó el cantinero.
-Una cerveza por favor- respondió. “¡Ah! Y un cenicero”.
-Como no.
-Aquí esta, son $1500.
-Toma, y quédate con el cambio- dijo Matías.
-Muchas Gracias...
-De nada.
“¿Qué es lo que está pasando?”. – se cuestionaba Matías. “¿Estaré haciendo algo mal? ¿Por qué está así si hace unos días estabamos tan felices? No lo entiendo, no logro imaginar que es lo que ha pasadoo que habré hecho mal. Quizás Francisca me ha encontrado e Ignacia fue amenazada por ella o a lo mejor pasa mucho tiempo sola y está aburrida de este estilo de vida. ¿Habrá encontrado a otro?... No, no lo creo. Si así fuese ella tendría la valentía de decírmelo ¿ o No? No lo sé, ya nada tengo claro. Sólo se que esto no puede seguir asi. A lo mejor es sólo algo pasajero, algo típico de las mujeres, recuerdo que Francisca también pasaba por momentos así. Aunque Ignacia es otra cosa, Francisca es una mujer liviana que lo único que hace es ir de shoppin’e ir a buscar a los niños al colegio, ir al spa y de vez en cuando juntarse con sus amigas a tomarse un café. En cambio Ignacia es increíble, es inteligente, trabajadora, una mujer de desiciones claras y metas concretas,lo que le debe estar pasando debe ser algo más profundo y que tengo que descubrir a como de lugar.
A la mañana siguiente, cuando Matías despertó se dio cuenta que Ignacia no estaba. –quizás fue a comprar- se dijo para tranquilizarse. La espero durante horas y no apareció, llamó innumerables veces a su celular y no contestaba. Matías estaba desesperado, no sabía qué hacer y salió a buscarla; el problema era dónde buscarla, recorrió la ribera del Calle-Calle, las plazas y parques de la ciudad e Ignacia no aparecía. De repente recordó un lugar que frecuentaban en la adolescencia, tomó un taxi y se dirigió hacia ese lugar. Rápidamente bajo del taxi y entró al bosque, corrió tan ráudamente como sus pies se lo permitieron hasta que llegó a esa cascada natural que tanto les encantaba visitar en su adolescencia. Ahí estaba Ignacia, sentada en una roca con los pies en el agua, llorando desconsoládamente. Matías se acercó a ella, se sentó a su lado y le dijo:
-Amor ¿por qué estás así? ¿Qué es lo que ha pasado?
-Soy la culpable, soy la culpable, soy la culpable...- repetía Ignacia continuamente entre llantos.
-¿La culpable de qué mi vida? ¡por favor dímelo! ¿De qué te sientes culpable?
-Yo tengo la culpa, yo soy la culpable, yo tengo la culpa...- repetía sin cesar Ignacia, pertutbada en lo más profundo de su alma. “¡Malditas voces! ¡Déjenme en paz!”gritaba.
Ignacia se levantó y corrió a una cima, Matías perplejo con toda esta situación se quedó sentado en esa roca sin capacidad de reaccionar a lo que estaba pasando en su entorno, hasta que eschuchó la voz de Ignacia diciendo:
-Perdóname mi amor pero esta es la única manera de terminar con este martirio. Ignacia saca de entre sus ropas un rebólver y al verlo Matías desconcertado se pone de pié y le grita a Ignacia:
-¡Amor! ¡¿Qué estás haciendo?! ¡No dispares!. Matías comenzó a correr hacia la cima en donde estaba Ignacia para evitar que cometiera la locura que pasaba por su mente en ese momento cuando de repente sintió un disparo.
-¡Noooooooooo!.
Mientras corría hacia el cuerpo de Ignacia y entre llantos, Matías llamó a una ambulancia para que trataran de salvarla. Matías abrazó a Ignacia y se quedó llorando y lamentándose a su lado completamente desconsolado, moralmente aplastado, con el amor de su vida muerto en sus brazos había perdido todo motivo de vida, ni sus hijos ni nada en este mundo tenían el suficiente valor para continuar viviendo aquí en este mundo. En su infancia perdió a sus padres y ahora a la mujer que más había amado en su vida, se sentía culpable de su muerte, iba a cargar toda la vida con eso y se sentía incapaz de tolerarlo. Habían pasado demasiados minutos y la ambulancia no llegaba, Ignacia ya estaba muerta, nada se podía hacer, él entró en choque y comenzó a buscar desesperadamente el arma.
Con el arma cargada y en su mano le dijo las últimas palabras a ella:
-En mi vida he cometido muchos errores mi amor, pero ninguno, ninguno más grande como fue el dejarte al irme a Santiago, y ahora que te encontré nuevamente no volveré a cometer el mismo error que cometí en la adolescencia. Si tu decisión fue morir e irte de este maldito mundo burdo, donde la moral y los valores sociales que se entregan en las familias hace tomar decisiones como la que tomaste, me iré contigo a la eternidad. Te buscaré hasta más no poder, hasta encontrarte en el paraíso. Sí, en ese paraíso que tantas veces creamos juntos y en el que seremos felices, no como marido y mujer, sino que como dos almas que se amarán eternamente.
Sacó de su bolsillo un papel y un lápiz, escribió una nota y la guardó en su bolsillo, tomó nuevamente el arma y puso el cañon en su sien y jaló el gatillo.
Finalmente las ambulancias llegaron al lugar señalado pero fue demasiado tarde, ya no era sólo una víctima sino dos, los paramédicos tomaron los cuerpos y los llevaron al servicio médico legal para identificar los cuerpos e informar a los familiares de su muerte.







“¡ring ring!” “¡ring ring!”.
-Aló.
-Buenas Tardes, ¿con Gonzalo Muñoz?.
-Sí, con él. ¿Con quién hablo?.
-Estamos llamando del Servicio Médico Legal en Valdivia, y usted es la única conexión que tenemos con el Sr. Matías Cifuentes, ¿usted lo conoció?.
-¿Qué? O sea, claro que lo conozco ¿Qué sucedió? ¡Dígame por favor!.
-Él se suicidó junto con una mujer, y entre sus pertenecias había una especie de carta con su nombre...
-¡Mierda!.
-...¿usted podría venir aquí a reconocer el cuerpo?
-Por supuesto, mañana mismo estoy allá, gracias por avisarme. Adiós.
-Adiós.

-¡¿Qué hizo este hue’on?! ... ¡Mierda!... tengo que avisarle a Francisca.






“¡ring!... ¡ ring!”
­-Aló.
-Aló Francisca, soy yo Gonzalo, tengo una mala noticia que darte
-¿De Matías?
-Sí, acerca de Matías. Recién recibí una llamada del servicio médico legal de Valdivia diciéndome que Matías está muerto, se suicidó
-¿Supongo que esto es una broma? Una broma de muy mal gusto Gonzalo, esto no te lo perdonaré.
-Pero Francisca esto no es una broma, es verdad hoy me llamaron...
-No Gonzalo, eso es una puta mentira. Adiós.

Francisca entre choqueada por lo que Gonzalo le estaba contando y molesta porque tenía la esperanza de que fuese una broma se fue a la cocina a tomar un vaso de agua para tranquilizarse cuando en eso sintió un estremecedor grito:
-¡Aaaaaaaaaah! ¡No, no puede ser! ¡Señoraa!
-¿Qué pasa María? ¿Por qué gritas así?- preguntó Francisca.
-¡Mire el diario señora! ¡Don Matías! Está...-y no alcanzó a terminar la frase cuando María, la empleada de la casa de Matías y Francisca, explotó en llanto.
-No, no puede ser. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Por qué me hiciste esto?- habló Francisca en voz alta casi al borde de la locura. - ¡Nooooooo! ¡Malditoooo! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio!. Y al borde de las lágrimas subió corriendo a su habitación encerrándose en ella.
Francisca se volvió loca, entre gritos y llantos comenzó a romper todo lo que estaba a su alrededor, nada se salvó: espejos, perfumes, joyas, cuadros, adornos, todo fue destrozado por Francisca, su descontrol y locura llegó a tal punto que cayó en desmayo.
Gonzalo, el mejor amigo de Matías, después de haber hablado con Francisca partió de inmediato rumbo al aeropuerto para alcanzar el primer vuelo a Valdivia. La mañana siguiente, muy temprano, Gonzalo estaba en el servicio médico legal de Valdivia.
-Buenos días ¿Qué necesita?- preguntó el recepcionista.
-Vengo a reconocer un cuerpo- respondió.
-Adelante.
Camino por un largo y angosto pasillo oscuro un par de metros hasta que el recepcionista le señaló la sala en la que debía ingresar, se armó de valor y entró.
-Hola, soy Gonzalo Muñoz y vengo a reconocer el cuerpo de Matías Cifuentes.
-Mucho gusto, Dr. Maturana. Adelante.
-Este es el cuerpo, ¿Lo reconoce?
-Sí, es él- señaló.
-Ok. Aquí está el acta de defunción, ¡ah! Y pase por aquella ventanilla para retirar las pertenencias del difunto.
Cuando Gonzalo se iba fue interrumpido por el doctor:
-¡Don Gonzalo!
-Sí, dígame...
-¿Usted reconoce el nombre de Ignacia?
-¿Ignacia cuánto?
-Ignacia Eisenberg
“No puede ser, el amor de toda la vida de Matías” pensó.
-Sí, la conozco de nombre solamente. ¿Por qué?
-Porque ella era la mujer que fue encontrada muerta junto al cadáver de su amigo.
-Gracias por la información doctor, hasta luego.
-Adiós.





Gonzalo iba rumbo a Santiago, pensaba en los preparativos para el funeral y recordaba a su querido amigo cuando en eso recuerda la nota que Matías le había dejado y se dispuso a leerla.

“Querido amigo:
Estos son mis últimos momentos de vida, lamento haber desaparecido en estos últimos meses y me hubiese gustado que esta no fuese la manera de despedirme de ti pero la vida me ha puesto en este camino y ya no hay vuelta atrás. Quiero contarte que estos últimos meses fueron los más felices de mi vida, volví a encontrar a Ignacia y caí en el amor que siempre he sentido por ella y juntos decidimos realizar esta locura de arrancarnos del mundo e iniciar una nueva vida uno al lado del otro. Lástimamente las cosas no se dieron como quisimos, Ignacia fue agobiada por una culpa que no era de ella, se sintió culpable de haber roto a una familia pero al mismo tiempo estaba con el hombre que amaba y esa contradicción moral, esa confusión la hizo tomar la decisión más triste que podía haber tomado, suicidarse. Yo presencié su muerte y no me lo perdoné, jamás hubiese podido sobrevivir cargando esa culpa y no estaba dispuesto a volver a perderla por eso yo tomé la misma decisión y cuando termine esta carta habré muerto.
Tú, que siempre fuiste mi único y gran amigo, tendrás la obligación de proteger en este mundo a mis hijos ya que yo los protegeré desde la infinita eternidad, te lo pido de todo corazón y sé que no me vas a fallar. También te pido que a Ignacia y a mí nos entierren juntos y que durante la ceremonia leas la nota adjunta que va con esta carta, no te olvides porfavor, confío en ti.
Se despide tu eternamente amigo... Matías”
-Amigo mio, siempre estarás en mi memoria y en mi corazón- dijo en voz baja al terminar de leer la carta, tomó un poco de agua y respiro profundamente.















Era el funeral de Matías e Ignacia, una mañana fría y deprimente, digna para una ceremonia llena de tristeza y congoja. Todo el mundo estaba apenado en lo más profundo de su alma, pero al mismo tiempo confundidos por la decisión de enterrar a Matías y a “su amante” juntos. Justo en un instante de desconcierto, Gonzalo se sube a una tarima y cumple el deseo de Matías, leer aquella nota que había dejado para este momento
-¡Atención porfavor!- pidió Gonzalo.
-Les pido un momento de atención porfavor.
-Como la mayoría de ustedes saben, con Matías fuimos grandes amigos, los mejores sin lugar a dudas. Por esta razón Matías dejó para mí una nota en donde expresamente me pedía que en este momento les leyera lo siguiente:

“A todos y cada uno de ustedes:

Lo más probable es que en este momento todos estén muy tristes sin entender que a pasado, impactados y confundidos. Les pido que estén en paz y que no jusguen nuestro actuar, sólo fuimos dos personas enamoradas que la vida nos entregó una nueva oportunidad de ser felices e intentamos aprovecharla, sólo quisimos aprovecharla.
Les pido a mis hijos que no sufran, su padre siempre estará en las estrellas protegiéndolos de todo mal, hijos mios perdónenme lamento haberlos dejado tan pronto sólo les pido que no me odien, fui un loco enamorado que hizo todo por amor, cuando crezcan lo entenderán.
Y a ustedes les pido un favor en especial, inculquen en sus familias el amor, que el amor es más importante que todas las cosas, ya que si ha Ignacia su madre le ubiese enseñado eso todo esto se podría haber evitado y la culpa que ella sentía no hubiese existido.
Ahora me despido, estas son mis últimas palabras que nacen en el dolor de la pérdida y en el miedo a la eternidad, en la locura de la incomprensión y en el fuego del amor...

Texto agregado el 22-08-2006, y leído por 345 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
01-04-2011 Creo que le falto un buen final. mesmerod
 
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