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Grinelda, era hija de un noble caballero, y al morir éste, heredó todas sus posesiones entre las que se encontraba la pequeña región de Grinaud, cuyo nombre se debía a ella misma. Gobernaba con sabiduría y justicia y todos los habitantes de la comarca la adoraban porque procuraba al pueblo paz y armonía. Todos los domingos celebraban una gran fiesta a la que acudían todos los habitantes y se organizaban concursos, bailes, juegos y luego comían y bebían hasta saciarse.
En medio de la plaza del pueblo había un pequeño pozo de piedra al que acudían todos los habitantes del pueblo y las demás regiones a coger agua pues era la más fresca y limpia de todo el reino. Pero la verdadera razón por la que iban allí, era porque decían que el pozo era mágico. Se decía que cuando estabas triste y sacabas agua, ésta salía de color negro y cuando bebías de ella desaparecía la tristeza.
Un día, Grinelda, a la que le invadía la tristeza por la muerte de su esposo, se fue al pozo a beber, pero cuando sacó el agua, descubrió que no era de color negro. Volvió a meter el cubo varias veces, pero el agua seguía saliendo transparente. Regresó a su casa sumida en una tristeza aún más profunda porque pensó que nunca más recuperaría la alegría. Era tan grande la pena que tenía que poco a poco los habitantes del pueblo, que la querían tanto, se fueron contagiando y dejaron de celebrar fiestas, juegos y bailes. La región entera se hundió en la tristeza.
Habían transcurrido unos meses cuando apareció en el pueblo un joven escritor que había oído hablar de la triste Grinaud, donde las plantas se habían marchitado y los animales habían huido por miedo al contagio. Venía con la intención de hablar con sus habitantes para escribir la dramática historia del pueblo pero cuando llegó a la plaza, no había nadie, parecía que el pueblo estuviera abandonado. Se detuvo al lado del pozo, y empezó a sacar los utensilios para comenzar a tomar notas de todo lo que observaba. Sacó su pluma y al sacar el bote de tinta se le resbaló y fue a parar al fondo del pozo. Viendo que no podría comenzar a escribir sin tinta y cómo estaba agotado, decidió dormir un rato a la sombra de un árbol y esperar a que apareciera algún habitante del pueblo. Cayó profundamente dormido.
Ya anocheciendo, una niña se acercó al pozo para beber agua, y al subir el cubo vio que el agua era negra, bebió unos sorbos y rápidamente empezó a correr por todo el pueblo llamando a todas las puertas y gritando “se ha ido la tristeza, se ha ido la tristeza”. Los habitantes empezaron a salir de sus casas y a dirigirse al pozo y conforme iban bebiendo salían saltando y cantando de júbilo. Con las risas y los gritos, el joven se despertó y al ver que la plaza estaba llena de gente cantando, riendo y bailando, pensó que se había confundido de pueblo, así que tomó sus enseres y siguió su camino en busca de la triste Grinaud.

FIN

Texto agregado el 22-08-2006, y leído por 142 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
29-09-2006 Magnífico cuento mágico con todos los elementos necesarios para arrancarte una sonrisa. Muy buena la idea del salvador que no es consciente de lo que ha hecho y decide marcharse pensando que sa ha equivocado de lugar... Mis 5 estrellas. jau
22-08-2006 ¿Sabes?, me ha encantado, me emociono pensar que todavía hay personas con el alma sensible, blanca y que puede crear magía, me remonté a mis años de infancia, aunque nadie me leyó un cuento me ubiera gustado escuchar este***** Mi_Playa
 
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