Cuatro esquinas, senderos de soledad, con un viento del norte que silbaba al pasar, yo sentado contemplando las paredes y sus murales, en una esquina zapata, cabalgando hacia la nada en la otra el che, con un puro cubano, pintado color muerte, color blanco que resaltaba lo frió de la noche y su velada. En otra esquina Jorge Luís Borges hacia presencia en un mundo de ordenada ciencia. Un mural que me gritaba lo resplandeciente del sol de media noche. En la última esquina el silencio sepultural de Karl Marx y su teoría de libertad del proletariado, el golpe del martillo que es el golpe de la raza obrera.

“ERAN CUATRO ESQUINAS Y YO EN TODAS ELLAS”