Yo...

Ya cansada...
de infructuosos peregrinares
por entre mis absurdas soledades
que llevan de la nada al olvido
y del olvido a la muerte,
hoy quiero resurgir de la tierra
cual pulida simiente
y pasearme de boca en boca
sin importarme lo mas mínimo
el gusto impertérrito de la gente.

Pensarán que soy descarada
ante tal drástica decisión,
de darle placer a la boca
cuando yo nunca fui nada
por mi humilde condición,
créanme que no es así
y que no he perdido la cordura,
pues una no es de piedra
y el tiempo siempre termina
por poner la piel dura.

Mostrare mi tierna
y dorada desnudez
para despertar el instinto,
el que entra por los ojos
hasta lo más recóndito
de los mundanos placeres,
se acabaron los encuentros
controlados por la absurda
idea de que todo esta mal
ante un deleite carnal.

Que mal puede haber
en darle gusto a la carne
gozando de sus jugos
cuando ella por si no es nada
y necesita del aditamento
que le dé la precisa flexibilidad
para ser el justo complemento
que llega hasta las entrañas
como vital sostenimiento
de una vida un tanto precaria.

Así que me daré
las vueltas necesarias
para estar bien presentada
y justamente apetecible
para darle delicia a la carne
en un refinado proceder,
no sea que por un remilgado parecer
me quedase extrañada
y tristemente abandonada
en el plato y sin comer.

Yo... la patata frita...

Joan Bosch © 01/11/06