LANGUIDO SUELO

Los látigos
de la condenada soledad,
se hunden silenciosamente
en la carne sedienta,
en este invierno que se tumba,
ante el homenaje
que baila en la lengua,
del que cae despojado
de ilusión.
Los latigos
bordan cicatrices de plata
en los párpados temblorosos.
¿Dónde enredaras palabras
cuando te quedes solo
y la madrugada pinte su furia
en tu lámpara de noche?

Juegas a no saber a lo que juegas

Déjame recordarte como eras,
en el cielo roto de mi vida
y no huyendo de mis pasos
como un pájaro ciego
a la deriva.
Los latigos
de la condenada soledad
visitaran tu almohada,
sentiras como muere
un corazón,
de angustias olvidadas.
Amarraras entonces tu vergüenza,
escondiendo tu perfumada nada
y lloveran oscuras las gaviotas,
en el lánguido suelo que pisabas...