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Inicio / Cuenteros Locales / ethelwen_dunnar / La Transformación III

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Abrí la puerta con un temblor en la mano. Arthur estaba esperándome sentado en el escritorio, dándome la espalda.

- Te estaba esperando - me dijo, con una voz que no pude reconocer.
- Estoy muy preocupado por tí amigo- dije en tono conciliador.
- Tú no tienes nada de que preocuparte Jhon, sólo tienes que hacer una sola cosa- dijo y se volteó fijando unos ojos terriblemente penetrantes en mí.- Ya sabes cuál es.
- No sé a qué te refieres...
-No me hagas perder la paciencia- se puso en pie y comenzó a acercarse a mí.
- Te lo digo enserio... no sé... argh!- puso una mano en mi cuello y me alzó en el aire. Sus ojos estaban inyectadas en sangre y las venas de su cuerpo se marcaban con determinación. Mi cuerpo temblaba bajo su extrahumanamente fuerte brazo.
- No me costaría nada acabar con tu vida Jhon. Podría yo mismo hacer los cálculos que necesito, pero eso tomaría algo de tiempo y prefiero darte la posibilidad de que me ayudes y a cambio, yo te dejo vivir.
- Ni... lo...s,s,sueñes... ¡aaargh!- yo había ido al laboratorio esperando algo así, aunque me sorprendió sobremanera su actitud, él era mi mejor amigo, pero yo llevaba oculto bajo mi delantal, una vieja daga que aún conservaba un filo escalofriante. La saqué tratando que Arthur no se diera cuenta y la clavé lo más rápido que pude, en su mano. Cercené al menos tres de sus dedos y me dejó caer. Recogí la daga que cayó junto conmigo y emprendí mi fuga. Eran aproximadamente las seis de la mañana. Todavía estaba oscuro y no había mucha gente en las calles. Corrí lo más rápido que pude, sin mirar atrás. Cuando llevaba recorrido un buen trecho, de improviso algo me agarró del hombro y me lanzó con fuerza hacia atrás. Resbalé varios metros por el pavimento húmedo y cuando alcé mi rostro, algo atontado por el golpe, vi el rostro de Arthur sonriéndome con una mueca satírica. En vano y a base de golpes trató de sacarme información. Al ver que no lo ayudaría, decidió matarme. Entendí que debía luchar o morir sin más. Le propiné un golpe bajo, que sabía no lo detendría por mucho tiempo, pero al menos lo suficiente para alcanzar mi arma que había quedado a un par de metros de distancia.
Me estiré y en el momento en que la alcancé, la mano de Arthur, la misma que yo había cercenado y que sin embargo, ahora lucía intacta, aferró mi pierna y me empujó hacia él. Aprovechando el impulso le clavé la daga en el cuello, pero él siguió forcejeando conmigo y me desesperé... la verdad, no sé cuantas veces lo apuñalé... sólo recuerdo que me detuve cuando su cuerpo estaba reducido a un montón de carne molida y sangre.
Sí señores, reconozco que yo maté a mi mejor amigo, yo asesiné a Arthur Baines. Pero por lo mismo he venido a entregarme a la policía, por que no me considero culpable ni asesino, fue en defensa propia, además... no tengo la certeza de que en realidad Arthur este muerto, creo que este era probablemente el lugar más seguro al cual ir... comprendo vuestro desconcierto, pero podréis hallar las pruebas escondidas en un hueco en el suelo de mi casa... ¿qué es ese ruido?... el espejo!... mirad... se ha roto... pero cómo... no es un vidrio antibalas?... como es posible?... vais a disparar?... oh no... no lograréis nada... no podréis acabar con él... ya está aquí... estamos muertos... oh no!!!!... Arthur!...

Texto agregado el 28-03-2004, y leído por 160 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
01-02-2010 siempre ando buscándole significados cifrados a las historias; éste de la transformación me gusta como símbolo del peligro que implica el poder o el ansia de poder... en fin me parece un cuento bien contado, saludos, quilapan
 
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