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Actualmente, todos creemos ser conocedores, humanos que saben que saben, pero en realidad estamos presos en el reposo sobre otras ideas (muchas veces invalidadas). Cuando pensamos qué es una imagen, respondemos rápidamente y le llamamos "lo que se ve", pero no es eso nada más, la imagen es denominada como la apariencia que presentan las cosas. Decimos que es la apariencia porque de inmediato suponemos que atrás de la pantalla hay otra cosa, lo "inimaginable", la esencia. De este modo se piensa que la imagen es lo que se muestra de una cosa, y por tanto no es la cosa en sí, sino simplemente una armadura que ésta utiliza para quedar oculta al entendimiento humano. ¿Por qué el hombre cree que las cosas le esquivan? Esta suposición surgió cuando dictó la sentencia el hombre puede comprender y descubrir la verdad. Para que la realidad sólo pudiera ser conocida por esta especie, debía atribuírsele un rasgo único y sólido que sería denominado conocimiento. Esta característica es solamente posible gracias a la inteligencia, capacidad humana de analizar el mundo como algo externo a él, dominable y, aunque oculto, potencialmente descubierto.
Cuando el hombre se define como el que busca la verdad y que, más aún, puede descubrirla, separa la imagen del pensamiento, otorgándole a éste último la mayor utilidad, y denigrando las apariencias por ser solamente la piel desvinculada del ser, o bien, relacionadas a él sólo en cuanto a engaño.
¿Por qué el conocimiento parece más sólido? Porque desentraña la lógica del mundo, convirtiéndolo en un objeto sujeto a patrones, todos ellos ligados de algún modo al accidente de la especie. Es decir, el universo no es ya un universo, si no un conjunto de secuencias deducibles a través del pensamiento. Todas las ciencias se encargan de que el cosmos se adecue al pensamiento del hombre (Dicho de otro modo: Todas las ciencias son el pensamiento del hombre -que intenta explicar el cosmos), sin que éste admita la fuerza que debió darle a la razón para que calzara con lo externo. Así le fue más fácil erigirse sobre las cosas como un ente que las entiende a cabalidad. Por eso se juzgó a la imagen como la simple manifestación de las esencias, y esa manifestación superflua podría ser vencida gracias a la objetiva reflexión de nuestros cerebros.
Ahora bien ¿Cómo pudo el hombre ser tan ingenuo y descartar la posibilidad de que el pensamiento sea también una apariencia? En efecto, hasta hoy, el pensamiento pretende ser conocimiento, y no una conjetura ni un modo de representación del mundo.
Pero si partimos desde antes de la idea ya establecida de pensamiento e imagen, nos percatamos que cada especie tiene una percepción distinta del mundo. Un microbio, una vaca y un tiburón, no consideran a ninguna imagen como algo falso, porque es precisamente la manifestación inmediata de lo que sucede. El hecho de que el hombre razone no significa que su visión sea la más certera. Al contrario, gracias a la inteligencia el hombre no ha ingresado más que a un campo de disyuntivas y contradicciones que han provocado la necesidad de inventar soluciones sin ningún fundamento fuera de un mal método místico-lógico. Todo para sentirse ligado a la verdad. El hombre ha inventado un propósito y se ha hecho prisionero de él.
Imagen es solamente la forma en que una especie percibe la realidad. El hombre pretende ser el visionario y tener la percepción real del universo, sin embargo, está condenado a desconocer cualquier otro tipo de percepción que no sea humana. El argumento primero para hacerse acreedor de la verdad es que tenemos un alma, estamos hechos a imagen y semejanza del creador y por lo tanto somos capaces de conocer el mundo tal cual es. Luego, cuando el “C”reador empieza a verse derrocado por su creador (ser humano), es tan fuerte la fe que tiene el hombre en sí, en su pensamiento y en las ciencias, que ya no necesita sostenerse sobre nada, puesto que ha sabido demostrar físicamente sus logros, su dominio sobre los demás entes. Pero nunca asume que su mirada puede ser errada, se contenta con demostrar que tal o cual cosa produce tal o cual cosa sobre otra, y niega retroceder la mirada y escrutar las bases de la idea de conocimiento que tenemos ¿Es realmente saber qué es algo el explicar su funcionamiento? ¿Y es efectivamente ese funcionamiento algo comprobable?
El explicar el funcionamiento de un sistema aún no conocido cabalmente implica que la explicación esté plagada de conjeturas. Por lo tanto, el pensamiento, aunque puede acertar, es algo que no tenemos derecho a afirmar, y no puede decirse de él salvo que es la representación lógica de la especie humana sobre el mundo.
Diré entonces que la imagen es la representación inmediata a la que una especie está sometida biológicamente, puesto que no puede transformar sus sentidos para cambiar la perspectiva (Lamento no responder en el texto presente por la evolución, queda pendiente); y el pensamiento será también representación. (Hume dice “…Formarse la idea de un objeto y formarse una idea, simplemente, es lo mismo; porque el hecho de tratarse de un objeto no es para la idea más que una denominación extrínseca de la cual no lleva en sí misma ni marca ni característica alguna”). Pero una representación mutable, dependiente de la época o bien de los poderes que imperen, ya que muchas explicaciones que se dan, en vez de ser comunicadas a la mayoría, son sentencias que el común de la gente debe acatar y creer en ellas, haciendo la reputación de la lógica una élite dominante y soberbia que tiene que pensarse como honesta y siempre pro-verdad.
¿Qué problema hay en este dominio, es negativo?
Claramente no es negativo para la existencia de aquello que es imposible dilucidar, es decir, no va a perjudicarse nada más que la raza humana (Hasta quizás toda la vida terrestre), pero, como humanos, me parece que debiéramos actuar de un modo menos altanero, sabernos insignificantes y no llorar por eso, si no que buscar el modo en que el ser humano actúe sin someterse a un poder. El forjar un pensamiento denominado para el bien común significa someter a las masas a contentarse con las soluciones que al poderoso le convienen. El poder es el concepto preciso que el pensamiento metafísico designa imagen, puesto que oculta su esencia por medio de un supuesto que cataloga de verdad, de bien y afirmación de la vida, mientras que se hace no lo contrario (puesto que también es vida el caminar por rieles guiados) si no someterla, vivir una existencia predeterminada, calculada para el crecimiento de un grupo exclusivo de personas.
Saber que toda percepción humana es representación parece a simple vista algo terrible, pues hemos adquirido a través de milenios la necesidad de trascender en el mundo, sin embargo, comprender que no es factible definir algo como bien, verdad, mal, vida o muerte no es un conocimiento -el único posible- devastador, más bien es el acatamiento más honesto de la vida, y hasta me atrevo a decir liberador de un peso inventado (obrar de modos falazmente calificados naturales). El entenderse como un representador permite obedecer sin resistencia solamente una regla; a saber, obedecer la expresión del ser al percibir el mundo tal cual se le aparece, vivir no de acuerdo a un concepto de vida ni ser como a alguien se le ocurrió que se debía ser, sino como ente que pertenece y reacciona en el mundo, sin ningún objetivo ni sentido.
Hay quienes, hace un tiempo, comenzaron a cuestionar así el razonamiento razonable, dejaron de lado el temor y curiosamente se percataron de que el goce es mucho mayor cuando se acepta la existencia como un todo, que no escinde ni cuestiona por bien y mal, si no que es como tiene que ser, un conjunto de tormentos y brillos. En otras palabras, estos pensadores se percataron cómo todo el pensamiento metafísico que dominó (y aún domina) por dos mil quinientos años condujo la vida, quitándole lo que no le causaba placer y asumiendo eso como error, como un mal camino que el hombre nunca debiera transitar. Para que esto dejase de ser una simple conjetura, se inventó una divinidad única que castigaba al alma que no seguía tal doctrina. (Nótese que antiguamente los dioses representaban no sólo lo correcto, y muy sabiamente rendían culto al desenfreno, al arte tanto como simetría y locura). Para lograr el poder de esta corriente, no bastó solamente el lenguaje, hubo que condicionar durante dos milenios a la humanidad, castigándola si se oponía, pero castigándola siempre en nombre del bien.
Actualmente, aunque se habla de pluralismo y libertad de pensamiento, continuamos aferrados (como buenos simios) a las ideas de bien y mal, y no aceptamos de buenas a primeras que alguien obre diferente a como se nos ha enseñado. Nos cuesta comprender que nuestra vida no ha sido otra cosa que un acatamiento de estas leyes, creyéndolas intrínsecas del hombre. Por eso seguimos en búsqueda del placer. Se podrá decir ante esto que muchas de las ideas pasadas de la vida se han ido extinguiendo o bien modificando. Es cierto, el modo en que nos desenvolvemos ya no es el mismo, pero la diferencia es que ya no se ejerce un poder tan expreso como el de antes, mas el poder está ahí, vendiéndonos la idea de que podemos actuar de diversos modos y pensar individualmente, pero siempre siguiendo una estructura donde nos parece natural la vida como búsqueda de la satisfacción inmediata, de dudoso progreso para una cultura que se autodefine superior.

Otra forma en que la imagen es utilizada sobre las masas, y de manera más engañosa, es para simplificar las ideas, un recurso para responder mecánicamente a ciertas formas de expresión. Me explico: Cuando se habla de conceptos inexistentes o no comprobados, automáticamente formamos una imagen sobre la que se sustente el vocablo. Este comportamiento lo adquiere el hombre al que se le ha enseñado que las conjeturas no hay que cuestionarlas, mas sí asumirlas. Así, se acepta que hay un viejito que gobierna un lugar llamado Vaticano, y se comunica con otro veterano aún más sabio, de barba y túnica blanca, que le ofrece la fórmula para que nuestras pisadas recorran el sendero correcto. El mecanizar las mentes es el tipo de coerción más sutil y efectivo de los acaudalados. Vender representaciones como verdades, y éstas como bien es un acto poco libre del hombre ante sus propias habilidades.

La imagen, entonces, ligada a la noción de conocimiento, se transforma en un potente elemento que juega con la percepción ¿Deja entonces una imagen de ser la mera representación de un universo y se transforma en un método de convencimiento? Citaré a Leo Maslíah (Humano nacido en Uruguay que desempeña oficios de músico, escritor, entre otros), en cuya canción “Sugerencias” (titulada también “El nene”), cuenta lo siguiente:

“”José viajaba tranquilamente en una unidad de transporte colectivo, pensando en cualquier cosa, cuando de pronto sintió que le golpeaban el hombro y una voz, una voz de nene le decía: "Imaginate camellos, imaginate camellos". Y José, que no encontró razones para no hacerle caso, se imaginó camellos. Y el nene dijo "Ahora imaginate que vas por el desierto y estás muerto de sed". Y José, se lo imaginó. Entonces el nene le dijo "imaginate que hay tres tipos que te están rompiendo la cabeza a piñas mientras vos tenés las manos atadas", y a José ya no le gustó; pero quisiera o no, ya lo había imaginado. Entonces el nene le dijo "ahora imaginate que estás en una tribuna del estadio sentado y desde la cancha viene una pelota, un tiro de meta más que desviado y justo se te mete a vos adentro de la boca, y por más que tratás de sacarte la pelota de la boca, no podés". Entonces José se dio vuelta y como vio que`l nene`staba con la madre, dijo "¡Señora, hágalo callar, hágalo callar!". Y la madre dijo "Nene, callate, dejá tranquilo al señor". Entonces José sintió una gran calma interior y pudo concentrar toda su voluntad para pensar en un electrodoméstico mientras en el fondo del mate todavía quedaban resonancias de una canción que en ese mismo día ele erre no sé cuánto había transmitido por milésima vez. "A mí nadie me dice lo que tengo que pensar, yo pienso en lo que quiero y así vivo feliz"””.

El autor, a mi modo de ver, enreda los conceptos de representación, imagen y pensamiento que se nos inculcan, y las hace todas una, demostrando que las certezas de las que nos hacemos responsables no vienen de nosotros si las asumimos sin cuestionar. Apunta de este modo a la imagen como una forma de presión y/o manipulación sobre las conciencias. Cuando el pequeño sugiere un pensamiento a José, éste cree al principio que le obedece porque no encuentra impedimento alguno en hacerlo. Sin embargo, cuando se le impone un pensamiento nuevo, ya más grave y de menor agrado, no puede eludir las imágenes ni la sensación que le produce un pensamiento imaginario y se devela una infracción de la sobre la . Así hasta que se le torna insoportable el verse atacado de ese modo. Cuando al fin consigue esa tranquilidad que poseía al inicio de la canción, el narrador advierte que dicha calma no era más que un sometimiento inconsciente a miles de estímulos ya cotidianos para el hombre actual.
¿Cada vez que escuchamos un pensamiento queda revoloteando en nuestra cabeza, aunque no nos percatemos? El pensamiento, muchas veces parece natural y común, mas no se le da la importancia suficiente, puesto que creemos que pensar es simplemente el aprender a reaccionar de ciertos modos ante alguna situación, o, en otros vocablos, el entender cómo se hacen (y han hecho) las cosas en determinados casos- pero ¿según quién? La educación del entendimiento desde hace tiempo que se basa en regirse por ciertas normas que ayudan a la función del individuo en un determinado sistema, descartando lo más completamente posible que el entendimiento sea el volver a observar, el replantearse lo que hasta ahora se dice, para así el sujeto concordar o no con lo que ya se ha dicho. Se juega con las mentes y se les hace creer que aprenden; que, de algún modo, nuestras certezas son los cimientos de una cultura superior que ha logrado saber cómo se componen las cosas a nivel humano, animal e incluso de cosas. Nietzsche dice en “Humano, demasiado humano” que tendemos a suponer que por ser sincera y ardiente la búsqueda de la verdad, los hallazgos serán concretos y acertados, es decir, nos cuesta aceptar que no porque se crea fervientemente una cosa, ésta ha de ser cierta. Otro error que describe, es el de asociar a la ideología vencedora como correcta. Desmond Morris (Nacido en 1928, desempeñado como zoólogo, etólogo, pintor, filósofo y otros) en “El Mono Desnudo” (1967) alude al comportamiento humano, alegando de él que, en su aspecto evolutivo, es una mezcla lenta del herbívoro “puro” con el carnívoro “puro”, y que ""Una vez en el umbral, se lanza a su nuevo papel con energía evolutiva, hasta el punto de que conserva mucho de sus antiguos rasgos. Ha pasado poco tiempo para que pueda desprenderse de sus viejas características mientras asume apresuradamente las nuevas"". Así, la humanidad asume como condiciones propias escenas recientes, perdiendo el interés en preguntarse cómo llegó a ese estado, y menos si es un cambio que produce una cultura superior o bien (mal) aferrada a un sentido serio y falaz si se mira con ojos un poco menos desorbitados.
Analizaré un texto del autor de éste texto, para iniciar el punto de vista de imagen como imagen:

""Tajada recurrente.

Las cosas no me escrutan el mate. Las cosas descansan, y yo en ellas. No las toco, porque hacerlo implica un ejercicio de mi conciencia, y yo quiero reposar. La piedra no penetra mi cabeza, no me viola, no me hurguetea... es un colchón para el alma. Cíclicas cosas, exánimes cosas, incólumes a las cámaras con que las filmo, carentes de sentido, inertes, apensantes, inaspiradoras, muertas, cosas. Tranquilas cosas, yo duermo en ellas... deseo reflejarlas interminablemente.
He viajado en cosas móviles; en el agua soy gota y reposo en la inercia que no pugna con el movimiento. Y si son inanimadas, soy el espejo irrepetible que refleja ese objeto estático desde un ángulo único.
Yazco... Dormito, estoy y soy un momento. I´m just a second. Un pedazo blanco y pequeño y ciego que observa un instante desde un cuerpo desligado a lo que soy. El fragmento azaroso, el charco de ex-lluvia que espeja la ampolleta prendida del poste puesto en la intersección Salvatore-Mackena, cuya existencia se reduce al segmento tristemente lineal dieciocho cuarenta y cinco-diez y ocho cuarenta y seis, cuando un roedor aplasta la poza y deja de representar al palo con luz, volviéndose lodazal con patas de rata, imágen ondulante de vientre de ratón con aura anaranjada.
Yo no soy. Lo que pasa es que la conciencia de este cuerpo dice: Yo soy el conjunto de pensamientos que integra esta masa, que también soy yo. Pero eso es mentira, basta ser conciencia para notarlo, dentro está la respuesta, llega sola, cuando se es lo que se es y no lo que se cree. Como las cosas son cosas, nosotros lo mismo. El engaño lo hace una conciencia que se somete al yo.
¿Para qué? Qué se yo. Yo no soy si no una rebanada de pensar que no debe nada, salvo ser... El que todo esté ordenado es una fantasía humana extrañamente empecinada en modificar las escencias.
Las vidas humanas, desde que se han vuelto importantes, dejaron de funcionar "".
Damián Blaset, 2007. (Inspirado en una clase de filosofía sobre Juan Pablo Sartre, por Mauro Tapia el 2005).

Cuando me refiero a un ente consciente de que es, basta que reflexione sobre qué es y se percate de que no es un ser que dicta a su conciencia, sino que es ella misma, y que dicha conciencia no controla a voluntad su ser en tanto que es. Así, el instante en que nos pensamos pensantes, seríamos la conciencia de la conciencia, y no una conciencia que se sabe a sí misma. Entonces, la conciencia que se posiciona en las cosas deja de ser en el momento en que se elabora otra que dice posicionarse en sí misma. Pero lo que llamamos una conciencia ¿Es un objeto independiente? Si decimos que se sitúa sobre lo externo, entonces ésta no sería sino un reflejo del cosmos, un charco que refleja las estrellas, pero que si oscila no las destruirá, sólo se turbará el espejo ¿Y si estallan las estrellas, explotará la conciencia? Se extinguiría ésa conciencia, permitiendo el origen de otras posteriores. El enyoecernos induce al pensamiento a sentirse importante, poderoso sobre otros entes y decisivo para la existencia del ser, se le otorga un objetivo y una esencia a una imagen representada por un pensamiento mal elaborado –a todas luces. Puede ser también un pensamiento bien producido, sin embargo con una intención, la de convencer que se tiene que hacer lo posible para sustentar la existencia propia en base a la organización donde se nace, sometiéndose al actuar establecido para prosperar como individuo. Digo que el orden es una ilusión obstinada en modificar las esencias. A lo que aludo con esencia es no a algo que desde siempre haya estado oculto; al contrario, es lo que el hombre ha ido escondiendo a través del conocimiento: el ser. Por último, la palabra final del texto citado, no refiere un funcionamiento estructurado, sino el funcionamiento caótico que era antes la especie, el actuar indecoroso y amoral desprovisto de remordimientos, de diablitos y angelillos de la conciencia.

Finalmente, haré una seguidilla de lo poco que he leído de Federico Nietzsche en “Humano, demasiado humano”, que me parece interesante plantear.
En el prefacio del libro, introduce el autor un bello texto en que cuestiona a quienes cuestionan su obra por catalogarlo de suspicaz, cosa que no niega y defiende al aclarar cuánta fortaleza es necesaria para saber desafiar la moral y a Dios, y, que quien sepa la soledad y angustia ""a las que acarrea toda discrepancia absoluta de óptica…"" debe saber también que muchas veces se vio en la necesidad de sumergirse en algún consuelo, por estúpido que fuera (pero siempre a sabiendas) y que muchas veces, a pesar de no encontrarlo ha debido procurárselo ""…artificialmente, falseando o inventando (¿Qué han hecho todos los poetas, porqué otro fin existe el arte en el mundo?)"". Me parece admirable que, negándolo todo, y aceptando que falsea y que no tiene ningún pecado ni siquiera el autoengaño, puesto que sirve para calmar el dolor del alma, sepa decir que en el fondo él sabía que se inventaba una solución, y, a mi modo de ver, mucho más humilde que la de verse derretido ante los hechos, simplemente culpando las circunstancias que tocaron su vida. El admitir las derrotas propias solucionándolas con arte, es un acto –a mi gusto- superior.
En la primera parte del texto (Sobre las cosas primeras y las últimas) Habla del número. (Antes de empezar, una anécdota: Hace un mes aproximadamente se me ocurrió estudiar para la Prueba de selección universitaria a modo de ensayo que cuestionara las materias requeridas, para así comprender mejor dichas ciencias. En fin, empecé con matemáticas, y, luego de escribir varias hojas, di con el capítulo del que hablaré en seguida, descubriendo que mi farragoso intento estaba reducido a tres cuartos de plana en dicha sección del libro)
Bien, un número supone la repetición de una cosa una determinada cantidad de veces. Esto supone que hay cosas idénticas, pero, en el mundo que vemos, no existen tales elementos. Lo que le da un sentido y un poder a las ciencias es que parten de un principio y se rigen bajo éste coherentemente y nos dan la sensación de ser lógicos, coherentes, mas, miradas minuciosamente, se contradicen o bien se fundan en elementos no comprobados, como el átomo. Cita a Kant, quien afirma: ""La razón no saca a sus leyes de la Naturaleza, sino que se las prescribe"". Y Federico coincide en esto, cuando se entiende el concepto que forzosamente tenemos de Naturaleza (Mundo como representación, es decir como error). Aclara que los números no sirven salvo para la representación humana.
Habla en reiteradas ocasiones de la poca historicidad con que se estudia al hombre, ya que el suponer que hemos sido siempre como ahora (como hace tres milenios) es negar un enorme proceso en el cual se forjaron los rasgos que más prevalecen de la humanidad. En el capítulo 41 (El carácter inmutable) dice: ""No es rigurosamente cierto que el carácter sea inmutable; esta proposición popular sólo significa que durante el breve lapso de la vida humana los motivos que gravitan sobre ella no pueden dejar una huella lo suficientemente profunda para destruir los rasgos grabados durante muchos milenios. Pero, si nos imagináramos a un hombre de ochenta mil años, tendríamos en él un carácter absolutamente mudable, de forma que poco a poco se irían desgajando de él multitud de individuos diferentes. La brevedad de la existencia humana induce a no pocas afirmaciones erróneas sobre las cualidades del hombre"".
Transgredir como él las imágenes conceptuales, desenvolverlas directamente al punto de que choquen al lector es una cualidad que, seguramente, tendría un hombre de ochenta mil años. Previene de la compasión, definiéndolo como un “enervante para el alma”, una forma de poder aún, la de causar dolor. Advierte que un actor termina creyendo su papel, y todavía más, se transforma en lo que representa, al punto que después le resulta difícil actuar fuera de aquello. Sobre la mentira pregunta por la razón de la aversión a ésta, y concluye que es meramente un acto de flojera del individuo, pues mentir requiere creatividad.
¿Por qué el fundamento que tenemos de las cosas suele parecernos natural? En vez de analizar nuestro actuar, cuestionamos el ajeno, el que es definido incorrecto, amoral, pero -tristemente- sólo por el hecho que nos otorga una tranquilidad falsa, y no es ése el fracaso del hombre, éste consiste en creer que aquél es una victoria.

Texto agregado el 03-12-2007, y leído por 772 visitantes. (1 voto)


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