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Inicio / Cuenteros Locales / La_columna / De las voces que no callan (En un viernes sin fronteras) -Por El_Galo

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Velas y fotografías. Aplausos, gritos y silencio. Más de 140.000 personas se reunen en la Plaza de los Dos Congresos, zona céntrica de Buenos Aires, con el honesto objetivo de quebrantar el imperio de la inercia dirigencial a fuerza de un ruego desesperado: justicia. Testigos, los retratos de la pequeña Marela Martínez, Ezequiel Demonty, Marcos Schenone, Diego Peralta y de otros tantos muertos por los efectos de una delincuencia amparada en la ineficacia del sistema, y la impunidad de una policía corrupta, asesina en extremo y sujeta a las conveniencias del poder político de turno, pueblan los rincones de una ciudad que se muestra derrotada ante un torrente de almas que, protagonistas, pronuncian sin cesar el nombre de sus dolorosos ausentes.

El recuerdo de miles de inocentes cuyas vidas han sido violentamente cercenadas, y el respaldo incondicional de una sociedad que, harta de los desmanes y de todo abuso de poder, se suma a la valiente convocatoria efectuada por el padre de una de las víctimas, Axel Blumberg, desgarra la quietud que ostentan las estatuas y monumentos del lugar. Oportuno, el encuentro es un llamado que profesa solidaridad y compromiso. Es un haz de luz que trasciende, en un tiempo como el actual, a toda frontera para sumarse a ecos que, con intenciones similares, resuenan en otras regiones. Así, la súplica de una nación se une, sin dejar de respetar sus antecedentes culturales, al clamor de un pueblo boliviano oprimido por el saqueo foráneo; muta en la condena a la represión que hoy gobierna a Venezuela, o se recuesta en el reproche que un Perú soberano no deja de hacerle a un Alejandro Toledo maquillado de falso progresismo. Las consignas igualitarias soplan con fuerza sobre un Paraguay pobre y feudal, y aceleran la impaciencia de una Colombia cansada de guerrilleros, paramilitares y fuerzas de ocupación norteamericanas. Distintos, el pedido es el mismo: justicia. Democracia, seguridad y Derechos Humanos. O simplemente la posibilidad de ser...

Hermanados, los colores recuperan la vivacidad perdida. Un himno esperanzado se eleva por sobre una Latinoamérica sofocada por el sometimiento y la desigualdad; y la calidez de sus oraciones permite resecar el cauce de un altivo océano Atlántico. Permite que la melodía original acaricie con autoridad las costas irregulares de la Península Ibérica y se interne en España; esa Madre Patria que aún escurre sus lágrimas ante la pérdida reciente de muchos de sus hijos. Aunados, los deseos se vuelven fortaleza y decisión.

Al fin, el firmamento se despeja. La comunión de pensamientos y sensaciones permite que todo desaliento sucumba en la bondad del cuerpo, y así la lágrima se hace abrazo, insignia; un cordón de manos entrelazadas para evitar que aquellos valores que nos hacen humanos no vuelvan a fugarse de nuestros hogares y familias. Así, toda calle y avenida culmina por hacerse persona. Y las exigencias; un coro que estremece a las hojas de todo árbol y perfora la conciencia de aquellos que deben brindar una respuesta. De esta manera, la vida, ese organismo condenado a un sinfin de paros cardíacos, vuelve a respirar aliviada.

Hoy esa energía vital se ha vestido de Buenos Aires, y enarbola su puño en reclamo por sus vástagos muertos. Hoy ese vigor da muestras de una Argentina que no duda en batirse a duelo con su pasado y presente a fin de asegurarse un porvenir digno. Pero las voces son muchas. Demasiadas. Basta con abrir una ventana en cualquier lugar del mundo, sea El Salvador o Irak, para comprobar como los ruegos, esos sueños que hablan de justicia, aún se encuentran muy lejos de hacer acallar sus furiosas gargantas.


Patricio Eleisegui

El_Galo

Texto agregado el 02-04-2004, y leído por 557 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
08-04-2004 Emocionante contenido, por cierto, porque remueve...y porque es eso lo que hay que hacer. Saludos. nomecreona
03-04-2004 Es cierto. Nada devolverá la vida a nuestros muertos. Pero estos que cita tan acertadamente El Galo no son muertos históricos, son fresquitos, acaban de matar a un muchachito, la movilización a la que hace referencia La_columna no es en memoria de aquellos muertos, sino de estos. Hoy, en la Argentina de cada día, la muerte sigue presente. Y no lloramos, ya no quedan lágrimas, la columna de Patricio parecería indicar que vamos camino a lo que acertadamente refiere albertoccarles, y que Ortega y Gasset nos demandara allá en los tiempos de las vacas gordas:a las cosas. Más allá de lo estrictamente literario de esta columna, donde ha reunido la actualidad, la opinión, la claridad, la motivación, y la extensión acotado, su valor testimonial es estupendo. Sugiero que sus dos últimas columnas busquen destino en el certamen de literatura documental Rodolfo Walsh.Gracias por compartirla hache
03-04-2004 Brillante columna la tuya de ayer. Nada debería agregar a tus frases sabias, sólidas, equilibradas y contundentes. Pero... La Argentina de hoy pertenece al club de los países frustrados, y se revuelve furiosa a veces, impotente otras frente a su destino, que no por olerlo inevitable, acepta resignada. Patético resulta observar los festejos de la épica reconquista de las Malvinas, conmemorados ayer, 2 de abril, pero que oficialmente se festejan el lunes 5 de abril, en beneficio del turismo vernáculo. Actitudes gloriosamente heroicas que se desdibujan y olvidan frente a los graves errores de criterio cometidos y que nos dejaron, unas Malvinas más Falkland que nunca, yaciendo allá solitas, en el mar helado, como pechos exangües de una Argentina mutilada. La Argentina de hoy tiene el privilegio de ser dueña de ambas caras de una amarga realidad, donde medran y se complementan la inseguridad generalizada con la desigualdad inmoral e irritante, y que arde y duele como una úlcera supurante. A diario presenciamos hechos puntuales que confirman la vigencia creciente de lo afirmado, sin viso de políticas a mediano o largo plazo que las enfrenten como la sociedad espera y reclama. La Argentina de hoy reclama de sus hijos, lo que hasta ahora la mayoría de ellos no parecen dispuestos a darle. La Argentina no quiere que lloren por ella. No le interesa eso. Reclama el “argentinos, a las cosas”, y que trabajen, y en serio, por ella. Un fuerte abrazo albertoccarles
02-04-2004 perdón, ya me pasó otra vez, lo dicho. barrasus
02-04-2004 con el tuyo son muchos los textos que tocan el tema argentino, eso es importante, significa que no se olvida, que se pide justicia y cuando un pueblo clama no hay vuelta atrás, es un camino sin retorno, un camino hacia la verdad, un camino hacia la justicia, al reconocimiento del daño recibido. las conciencias sucias empiezan a lavarse y con ellas la dignidad de un pueblo que ha sido mancillada. La_Columna
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