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Gemelos


Se abrazaron, se miraron y luego se besaron por quinta vez, largamente y sin separarse, bajo el árbol más frondoso del parque. Situado en medio de un prado, destacaba la gran sombra que entregaba, pura y acariciadora, la más refrescante de esa larga tarde de verano cuando, con incipiente pasión, Tomás y Fernanda se besaban.

A lo lejos y tras un arbusto, Felipe espiaba a su hermano Tomás. –Se está demorando mucho– pensó con envidia entre las ramas. -Ya se las voy a cantar todas, siempre me hace lo mismo; el que nació primero, el que se saca una décima más en el colegio, el primero en quedarse dormido, siempre él, y yo aquí solo, esperando a que termine de besuquearse con esa, la primera que encontró–. Continuó Felipe su impaciente alegato mental tras el arbusto mientras mordisqueaba una hoja como si fuera su propia uña.

A Tomás realmente le había gustado Fernanda, se habían conocido esa misma tarde mientras él y su hermano gemelo andaban haciendo de las suyas en el parque. Tomás sabía que estaba alargando la situación y que su hermano no soportaría mucho rato más. De pronto, sintió que calló algo del árbol. -Como una ramita- pensó. Luego calló una pequeña piedra en su hombro. Estaba claro, era Felipe que lo presionaba. Se separó de Fernanda y le dijo mirándola a los ojos: -Espérame un ratito, no me demoro nada, te voy a traer una sorpresa- y al acto salió corriendo hacia el arbusto en donde Felipe lo esperaba, sobreexcitado, como si se tratase de una posta olímpica.
-Ya, dime rápido, ¿cómo se llama?- preguntó Felipe.
-Fernanda– respondió Tomás, inhalando; -y da unos besos la muerte- continuó exhalando.
- Ya, me voy ¿estamos iguales?
- Si, dale. No rompas las flores- alcanzó a decir Tomás entre las ramas con un poco de pena al dejar que su hermano besara a la niña que tanto le había gustado.

Al llegar Felipe al frondoso árbol, sacó las flores escondidas tras su espalda y dijo, modificando astutamente un verso aprendido en el colegio: –Ayer almorcé arvejas, hoy me comí un ají, Fernanda este ramo de flores, lo traje para ti-.
-Que lindas, ¡gracias!- respondió Macarena entre risas maliciosas mientras pensaba en las locuras que hacía junto a su hermana.

Texto agregado el 02-01-2008, y leído por 223 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
04-01-2008 Excelente retrato. Yo soy gemelo, y efectivamente se muestran unos lazos difíciles ee explicar para un tercero. No sólo se convieren en los mejores amigos , hay mucho más detrás. Le felicito. barrasin
 
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