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FLORIFAGIA 2

Cuando la descubrí estaba pasando el último bocado de un plato
de rosas del color de la sangre. Mi extrañeza creció ante su exagerada reacción
al verse descubierta. Se enojó muchísimo y me gritó que ella
tenía derecho a su privacidad. Me quedé de una pieza. Mientras hablabla, un pedacito
de pétalo mal masticado se asomó por su boca y su lengua se
apresuró a borrar la rojísima evidencia en un rápido movimiento. Sus gritos
acabaron por correrme de la cocina, tuve la sensación de haber presenciado
un gran misterio sin alcanzar a comprenderlo.
Ella estuvo seria conmigo
el resto del día y por la noche no respondio a mis caricias, me estaba
castigando por algo que no comprendía y quedé mas intrigado que nunca.

En otra ocasión, fui mudo testigo de cómo mi mujer
devoraba un plato enorme de amarillos crisantemos, parecía que devoraba
el sol en pedacitos. ¡¡Qué placer sentia al comerlos!! gemía, se estremecía
y se lamía los dedos uno por uno perdida en un éxtraño éxtasis.
Por la noche, mientras haciamos el amor me perdí en un mar de olores y
sabores imposibles producidos por la unión de crisantemos y cuerpo de mujer.
Estuvimos unidos durante horas interminables,hasta que aquellos
magníficos olores y sabores se desvanecieron por completo, era como si
cada orgasmo los consumiera de a poco hasta no quedar mas que el recuerdo.
Y mientras ella se deslizaba
en un sueño profundo, yo la imaginaba devorando flores. ¿Y si
comiera azahares o lilas?, ¿que tal orquideas o camelias?, ¿jacintos
o margaritas?, anhelaba probarlos todos a través de su piel.

Acicateado por la curiosidad que causaba en mí sus extraños hábitos, hurgué en su pasado:
descubri que lo suyo era un legado:
tanto su madre como su abuela se habían alimentado de flores y no sólo eso,
habian hecho de ello un ritual alrededor del cual giraban sus vidas. Mientras
mas me asomaba a ese extraño mundo, menos lo comprendía, a excepción
de los momentos íntimos con mi mujer, pues ahí, por breves instantes durante el
sexo, me convertía como ella en un devorador de flores. Mi lengua ávida de aquellos
sabores recorría su piel. Me convertía en un picaflor descarado mientras ella se estremecia una y otra vez.

No pude evitarlo, el primer mordisco me sorprendió a mí tanto como
a ella. De su piel brotó un nectar floral irresistible, a su vez
ella también me mordió y masticó mi carne con deleite, nos fuimos
comiendo suavemente y con la gradual ausencia de piel se iban asomando
al mundo enormes y coloridos pétalos,también tallos y hojas del verde
mas intenso. Conforme iban saliendo de nuestros cuerpos incompletos, ambas
flores se enredaban una en la otra apretadamente, pronto no se distinguió ni principio
ni fin de ninguna. Florecimos toda la noche y al día siguiente, ya marchitos,
aún seguíamos juntos en un abrazo sin fin
TIGRILLA

Texto agregado el 11-01-2008, y leído por 343 visitantes. (11 votos)


Lectores Opinan
27-03-2008 brillante relato. MANES
17-03-2008 Un texto excitantee imaginativo muy bueno en general. me hiciste soñar y me encantó leerte de nuevo. Un saludo de josef! josef
13-03-2008 Eres lo que comes. Original cuento e interesante final auto-antropofagico +++++saludos antoniana
09-03-2008 Muy buen relato. Con olor de flores. FENIXABSOLUTO
08-03-2008 Excelente historia me gusta mucho tu narración, se quedan clavadas en la mente cada una de tus frases... besos azules***** sombra_azul
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