Se me escapa el reflejo,
se me borra de pronto
su inmaculado invierno.
Cierro los ojos
y hundo mis huesos,
en el colchón siniestro
de nuestro desencuentro.
Girar;
siempre girar,
defendiendo lo incierto.
Te alejó de mi carne
el miedo de soñarme,
el hechizo de circe
aventurando verme,
campanada incompleta
de edificios sin frentes,
balcones que desnudos
se suicidan al verte,
asomado a la noche
tan desoladamente.
S e me escapa el recuerdo,
las líneas de tu frente,
los sonidos perdidos
entre tu mano
y mi pequeño vientre.
Y así voy escapando
intoxicadamente
y la lluvia me acuna
y el sol desaparece.
Me rompo a cada paso
alguno que otro diente,
enveneno gorriones
al lado de una fuente,
mis muñecas burlonas
se esconden diariamente
de mi falsa sonrisa
y mi funesta mente.
La obsesión de tocarte
a diario me enloquece,
pero pasan los días
y cada vez mas débil,
mi deseo se esconde
debajo de mi suerte.