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Inicio / Cuenteros Locales / carolina52 / La leyenda de la dama de las rosas

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Cuenta una antigua leyenda que en lo más profundo de las selvas del Amazonas, existía una pequeña población indígena. Era el pueblo de los famosos indígenas Maquiritare o Yekuana. Eran un pueblo muy orgulloso de sus tradiciones. Habían constituido su propio sistema de vida, ésta estaba regida por una serie de preceptos en pro de la comunidad. Eran un pueblo muy pacifico, vivían de la caza, la pesca y la agricultura. Sentían una gran pasión por el arte de la navegación. Este pueblo es considerado como uno de los mejores navegantes del río Orinoko. Construían sus canoas con árboles gigantescos y desde muy jóvenes se aventuraban a navegar por los alrededores de este majestuoso río. Podían pasar meses navegando y regresaban siempre sanos y salvos. Los indios Maquiritare a diferencia de los Caribes se conocían de punta a punta este gran río y los secretos que el mismo escondía. Respetaban el sonido de las aguas y la vida interna que existía dentro del mismo. Sabían cuando venia la lluvia porque el mismo río se los comunicaba. La conexión entre este pueblo y las aguas era grandísima. Comprendían muy bien el lenguaje de la naturaleza y en las señales de la misma en el difícil territorio de la selva. Sabían que la selva podía ser muy inclemente. Podía llover repentinamente como irradiar un maravilloso sol desde el amanecer. Por eso los Maquiritare aprovechaban cada día sus labores cotidianas. Las mujeres se encargaban de la agricultura, y en la elaboración del casabe, alimento indispensable en todas las noches al final de su jornada.

Era la costumbre que después de cada faena de trabajo, toda la tribu se reunía alrededor de una gran fogata para compartir acerca de las anécdotas del día. Michitah era el Maquiritare más osado de la tribu. Le encantaba aventurarse y explorar más allá del territorio de su tribu. Había cazado Tigres y grandes Caimanes en sus aventuras. Y se conocía el río Orinoko de punta a punta. En una ocasión casi fue devorado por un cardumen de Pirañas. Lo salvo un milagro, nuestro jefe Caribay estaba seguro que su habilidad con la lanza fué lo que lo salvo y la gran destreza y velocidad que tenía al nadar. Sin embargo, Michitah había confesado que nunca había sentido tanto temor en toda su vida, afirmaba que llegó milagrosamente a la orilla del río y recordaba vividamente como su canoa había sido completamente destruida por las pirañas. En su cansancio le pareció ver alucinaciones. Sintió un gran olor a flores frescas y descubrió con gran sorpresa una gran dama que le sonreía desde una piedra ubicada en el río Orinoko. No parecía ser de este mundo. Tenia un manto de color azul y una corona de flores silvestres en su cabellera. Tenía una mirada dulce y amorosa y al contemplarla perdió todo el temor que sentía. Toda esta situación le pareció tan extraña que apenas podía hablar. La llamó la dama de las flores. Agradeció su presencia y en el fondo de su corazón sabía que algo tenía que ver ella con el hecho de que hubiera sobrevivido de las feroces pirañas del río. Al recobrar sus fuerzas al mirar otra vez hacía el río observó que no había nada, pero el olor a flores permanecía. Le pareció todo tan extraño, pero indudablemente fue muy real ya que tenía la vida para contarlo. Al regresar a su tribu relató con gran emoción su experiencia. Por supuesto nadie le creyó, pero sabían en el fondo que su Dios lo había protegido y aceptaron su historia y desde ese día la narraron a sus hijos. Internamente, Michitah sabía que la Dama de las flores lo había salvado y si el gran Dios de la selva le permitía otro encuentro con la preciosa dama de las flores se lo agradecería personalmente.

Los indios Maquiritares eran muy celosos con su territorio. No les gustaba los extraños. Y sobretodo seres que fuesen distintos que ellos. Ellos eran de pelo lacio, piel morena tostada por el sol, y bajos de estatura. Amaban tanto a su selva como a su vida. Adoraban a la gran ave de variados colores que habitaba en los árboles de grandes alturas, los tigres que a pesar de su fiereza eran miembros únicos de la selva, a las babas, a las lagartijas e incluso a las serpientes que se escondían cerca del gran río Orinoko. Amaban las voces de las Guacamayas y el resplandor del sol en cada amanecer. Les encantaba sentir el viento en su piel y éste en muchas ocasiones les indicaba la cercanía de una tormenta e incluso era su medio de orientación cuando salían de caza y a través del sonido del mismo sabían cómo llegar a salvo a su tribu. Lo llamaban la fuerza invisible que empuja a los árboles, animales y personas. Estaban firmemente convencidos que la magia se encontraba presente en cada instante de su vida. Y que existía un ser supremo que regía a todos los seres vivos a quién denominaban el Dios de la selva. Así como amaban a su selva, sabían que las fuerzas naturales tenían que respetarse. No había algo más fiero que una tormenta eléctrica en dónde los truenos y relámpagos hacían acto de su presencia simultáneamente.

Cuentan nuestros abuelos que hace mucho tiempo existió una gran batalla entre dos razas. Llegaron a nuestro amado Orinoko hombres blancos con ideas distintas a las nuestras. Ofrecieron al nuestros mejor sistema de vida. Nuestro pueblo les creyó ciegamente y fueron engañados. Querían imponer sus creencias y la existencia de un Dios distinto al nuestro. Quisieron esclavizarlos. En ese tiempo, nuestro pueblo se canso de tanto abuso y pelearon con gran fiereza con las pocas armas que tenían. Vencieron, y estos hombres blancos se retiraron y los dejaron en paz. Nuestro pueblo se unió a la familia de los indios Caribes, con quienes siempre han tenido una gran relación positiva y de hermandad. Y por esta razón observan a los extraños que vienen ocasionalmente a nuestra selva con mucha cautela.

Y así transcurría la vida de los Maquritare pacíficamente. Pero no siempre fue así. Hubo un tiempo en que la selva se comporto inclementemente. Había grandes tormentas y llovía incansablemente. La comida escaseaba. Muchos de nuestros jóvenes tomaron sus curiaras y cuando amainaba un poco fueron en busca de otros poblados para que les brindaran ayuda. Pero nunca volvieron. Adjudicábamos que la selva se los había tragado.
Michitah se acordó de su experiencia con la dama de las flores, y sabia en el fondo de su corazón que era mágica, una magia que no comprendía y que el amor de esta bella dama era tan grande que era capaz de ayudar a cualquier ser viviente. Sonaba y recordaba el olor de las flores silvestres y sentía en muchas noches la llegada de su perfume a su choza. Su compañera Flor Silvestre lo escuchaba con mucha incredulidad y le parecía que eran cuentos de niños. Pero, Michitah comprendía su falta de fe. Ella no había tenido el encuentro con ese maravilloso ser y por lógica le parecía todo imposible. Una noche conversando con su compañera y observando a sus dos hijos le comento con tristeza que no podía seguir viendo que en su aldea se murieran poco a poco sus compañeros de la tribu por la gran hambre y la cantidad de pestes que llegaban. Ya muchos ancianos e niños indefensos habían perdido la vida mientras esa extraña enfermedad los consumía. Los habían ayudado en todas las formas posibles. Buscaron en cada rincón de la selva las hierbas que tenían potentes efectos medicinales y nada funcionaba. Llegaron a pensar que su Dios estaba molesto con ellos. Pero, en que habían fallado? Era un Dios invisible e incomprensible. Pero estaban seguros que estaba presente en todo lo representaba vida.

Después de mucho meditar la noche anterior, Michitah se fue muy temprano y le dijo a su compañera que se iba hacia las orillas del Orinoko en donde los rápidos caen fuertemente. Flor Silvestre se angustio rápidamente, el rió Orinoko era impredecible. Podía ser claro como un dia soleado o fiero con el tigre que habita nuestras selvas. Michitah tranquilizo a su compañera. Voy en busca de la dama de las Flores. Mi corazón dice que ella puede ayudarnos.
Michitah recorrió la selva de punta a punta hasta llegar al bravo Orinoko. Y allí se encontraba frente al bravo Orinoko. Ese dia los rápidos eran mas fuertes que nunca. Internamente no sabia que hacer! Como acudir a ella!
En la ultima oportunidad ella lo había salvado. Pero como agradecerlo tan hermoso gesto!!No podía llamarla. Era un ser mágico. Sabia que a los hermanos mayores de la tribu se les agradecía a través de la entrega de sus posesiones mas preciadas.

En sus manos tenia una cerbatana. Era de sus abuelos y estos la habían entregado de generación en generación hasta llegar a su persona. La entrego a orillas del río. Y fabrico un hermoso ramo de flores silvestres que crecía cerca de los rápidos. Casi pierde la vida porque estaban ubicadas en las piedras y estas estaban resbalosas. Eran del color blanco de las nubes. Y olían como los azahares. No se sabia ninguna plegaria. En su tribu solamente conversaban con su luz interna y bendecían a diario a todo lo que acontecía en su mundo. Estaba frustrado. No sabia como pedirle ayuda y su corazón decía que ella era la única que podía ayudarlo. Se sentó en cuclillas alrededor de las flores y emitió esta plegaria:

QUERIDA DAMA DE LAS FLORES
A TÍ ACUDO EN TU AYUDA
MI PUEBLO ESTA ENFERMO,
EL HAMBRE AZOTA A
LOS ANCIANOS Y A LOS NIÑOS.
BENDICE CON TU GRAN MAGIA
A MI TRIBU PARA QUE RECOBRE
OTRA VEZ SU BIENESTAR.
TE LEGO MI CERBATANA Y LAS FLORES
PERTENECIENTES A ESTE BRAVO RIO.
TE ENTREGO MI FE Y MI AMOR
PARA QUE ME CONCEDAS TU MÁGICA AYUDA.
TE DOY LAS GRACIAS POR HABERME
SALVADO LA VEZ ANTERIOR DE LAS BRAVAS
PIRAÑAS Y MI CORAZÓN TE ESTARÁ ETERNAMENTE
AGRADECIDO POR SEGUIR PERMITIENDOME
DISFRUTAR DE LA VIDA.

Michitah se levantó y miró al cielo infinito al bravo Orinoko y a los rápidos del mismo. Su curiara estaba esperándolo. Esta vez no había sentido señal de presencia de la dama de las flores. Un temor interno lo sucumbió. Pero tenia que tener fe. Al regresar a la curiara para encaminarse a la aldea todo su cuerpo brillaba. Tenia puntitos brillantes en todo su cuerpo. Y su corazón sentía que la Dama de las flores lo había escuchado. No importaba que no la viera. Su corazón estaba radiante de felicidad. Sabia que había sido escuchado y la linda dama de las flores lo ayudaría en su petición. Pero no todo fue tan fácil para llegar a su aldea. Tenia que cruzar los rápidos del río Orinoko y no disponía de su cerbatana para defenderse de cualquier fiero animal. Los rápidos eran tan fuertes que temía que su curiara se partiera en dos. Le pidió al Dios invisible que lo protegiera. Pudo llegar afortunadamente a la otra orilla. Después de una tormenta inclemente en el cielo surgió un bello arco iris. Tenia tiempo que no había observado algo así. Estaba acostumbrado a la diversidad de animales de la selva,a las malezas y grandes árboles, pero esto era impresionante. Nunca había visto tanta belleza. Los colores eran tan brillantes que su luz cegaba sus ojos. Indudablemente el Dios invisible y la mágica Dama de las Flores le habían regalado este espectáculo maravilloso. A pesar de que se encontraba indefenso y sin armas para defenderse no sufrió el ataque de ningún animal.
Llegó a su querida aldea y observo con gran sorpresa observo que sus amigos y compañeros estaban sanos. No había mas hambre y desolación. Pero, qué había pasado? Sus amigos le comentaron que unas extrañas flores nacieron cerca del río. Y la maleza que rodeaba a ésta era muy extraña. La tomaron e la hirvieron en agua caliente. Y salió un liquido color pastel con un sabor dulzon. Todos tomaron de esta bebida y mágicamente se recobraron todos los miembros de la tribu. Y cada uno de sus compañeros recobro la fortaleza que habían perdido. Pero, no todo había terminado allí. Se adentraron en los alrededores del riachuelo y éste desembocaba en un gran río. Éste estaba poblado de grandes peces parecidos aquellos que habitaban cerca de los grandes rápidos del Orinoko. Los Maquiritare brincaban de felicidad. Estos peces aplacarían el hambre de su pueblo y su pueblo no sufriría de mas enfermedades. Michitah escucho con atención el relato de sus compañeros e amigos, y comprendio que la linda dama de las flores los había ayudado. Y por esta razón cada vez que sale un lindo Arco iris después de una gran tormenta todo el pueblo bendice las flores que se encuentran en el riachuelo y se las ofrece a ésta mágica dama que salvo a este pueblo de una gran tragedia.

Texto agregado el 11-08-2008, y leído por 1074 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
17-08-2008 Para mi todo lo que cuentas es nuevo,aunque son leyendas tambien forman parte de vuetra historía .has sido capaz de hacerme que visualizara el paisaje sin haberlo visto nunca.todos los textos que he leido tuyos hasta ahora están envueltos con una fina capa de magia. al leer la parte de los conqistadores he sentido vergüenza por todo el daño que hicieron los españoles en toda Sur América somos muchos los que pensamos que aquellos antepasados nuestros destruyeron más que aportaron.Tu leyenda me ha parecido sencilla,bella y enriquecedora cultural y lingüisticamente.saludos 1313
13-08-2008 Una interesante, entretenida y ágil historia.Me gustó. almalen2005
13-08-2008 Amiga:es la tuya una tierna leyenda de tus antiguos ancestros. Se te desborda el cariños por ellos y por tu río. Recuerdo, hace años mil y cuando yo estudiaba en el seminario para cura, que un misionero, venido de las selvas del Amazonas, nos decía:"el que pasa el Orinoco, o se muere o se queda loco". Ese es tu hermoso río. Estoy de acuerdo un poquito con ZEPOL en que puedes mejorar un un tanto algunos giros y expresiones en la redacción de esta historia tan interesante y que te puede dar bastante juego.(Te ruego encarecidamente, que no me tomes a mal, esta mínima advertencia, hecha con cariño). De todas formas, me ha encantado por su sencillez y la ternura que desprende. Por cierto, hay algunas palabras que no utilizamos por estos lares y que quiero que me expliques su significado: "babas" ¿no serán lo que por acá llamamos babosas, algo como el caracol, peero sin caparazón?. Las "curiaras", me imagino que serán, algo así, como especie de canoas. Tu escrito es muy interesante, bien deesarrollado y te doy mis estrellas. Por cierto, que te agradezco el inmerecido honor de haberme incluído entre tus Cuenteros favoritos. emiliosalamanca
13-08-2008 una historia con misterio romance fantasía, me gustó mucho divinaluna
12-08-2008 Interesante historia de antropología y cosmovisión chilenomarinero
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