Migraciones.

¡Hey! amigo, no lloraré...
Ambos sabíamos que esto iba a llegar, ambos sabemos de la pena por la falta de futuro. Si me tengo que ir. Si es por mi bien. Sabes que la amistad nunca se romperá. Siempre habrá un llamado, un correo, que nos acerque, sabes que sí.
Mentiría si te digo que no te extrañaré ¡y que mejor promesa de amistad que todo lo que ya te he de extrañar!...
¡Malditos sean aquellos que queman lo que queda de este país!
Toma de nuestros recuerdos, ese de los niños que juntos corrían de puro crecer por las plazas y por las calles, haciendo diabluras y payasadas. O cuando ya de jóvenes peleábamos por las novias y nos íbamos de paseo por los boliches los fines de semana. Tómalos cuando los necesites, cuando ya la distancia se vuelva fría.
No llores más que me recuerdas todo lo que ya te estoy contando.
Quédate con tus recuerdos de colegios con olor a tiza y sexo caliente en las polleras de chicas de las primaveras. Allí también me encontrarás.
Lo siento, a partir de aquí me alejo sin querer pidiendo una sonrisa para cuando me extrañes. Para cuando me case, ya que tal vez sólo te lleguen las fotos. Tal vez ni te avise para no lastimarte al saber que no podrás abrazarme. (¡Abrázame fuerte hoy que tal vez no te vea más!)

Mamá, Papá, no lloren...
Bien saben cuánto los quiero. ¡Pero madre!... En tus ojos veo lo sutil de tu alegría enmascarada por el frío de tu pecho. Sabes que no puedo ser condenado por tanta corrupción, sabes que no lo merezco, sabes que daría todo por quedarme, sabes que te llevaría conmigo como a papá, pero ustedes nada tienen que hacer por mi vida, ya el destino la a apretado sin fin como a tantas.
Padre, siempre me enorgullecieron tus manos laboriosas por buscar futuro para tus amores que tanto has querido y que poco has mencionado, como poco he mencionado mi amor por ti. Todo, hasta tus retos, se convertirán en puntadas de nostalgia para éste corazón aprisionado por el desarraigo.
¿Madre por que lloras? ¿Lloras por la distancia? ¿Lloras por la injusticia?. No me mires así que me siento morir. No me llores todavía que no sé si voy a poder partir y tengo que hacerlo por mi pero también por ti. Encima tus lágrimas me recuerdan los detalles de lo que les cuento.
Denme un beso y abracen lo poco que va quedando de éste cuerpo tan gastado por el estrés de huir de mi país, de mi gente y cultura.
De mis sueños de aventura poco queda, porque donde voy todo lo que tenga lo compartiré con la distancia y la memoria.

Amor mío... no llores más...
Que la pena se hace eterna cuando pienso en la posibilidad de alejarme de tus besos y tu calor. Quisiera convertirme en siamés de tu piel, pero... ¿Qué futuro puedo darte aquí? Sé que en otro lugar las mujeres olerán a flores extranjeras y que tal vez cambie tu figura por otra menos bella o más urgente como mi rauda soledad. No llores tanta pena inevitable por dormir lejos de mí. ¡Si tus lágrimas me recuerdan los detalles de todo lo que te cuento! No llores... escucha verdades de mentira en estos besos de la cruel despedida, que yo no escucharé las mentiras de tus labios, porque si así fuera yo jamás me iría. (Ya mi alma golpea aprisionada en un lugar donde los jóvenes como nosotros sólo somos números en la cabeza demagógica de turno)
Dame otro beso... Denme otro abrazo... Dame un “te quiero”... Pero por favor no me den un “Te voy a extrañar”
(Que el tiempo me ha mordido el alma. ¡Y la nostalgia el valor!)