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Un día, después de Reyes, llegaron las mandarrias del progreso a nuestro barrio: empatía ausente ante nuestro sufrimiento, no había compasión ante la impotencia que se apoderaba de nuestros corazones cada vez que los golpes de las mandarrias retumbaban en nuestros oídos. Con todo el poder físico y “legal” centrado en la fuerza de sus golpes, empezaron a derribar cada una de las casa que- hasta ese momento - habíamos habitado Inocencia y sus amigos del barrio. Ni a los hombres que dirigían las mandarrias, ni a éstas, les importaba el impacto que causaba aquel sonido ensordecedor al bienestar que -hasta ese día- habíamos sentido, viviendo en ese barrio. Los trabajadores -que derribaban nuestras casas- parecían alcanzar el paroxismo de su felicidad, mientras destruían la nuestra.


Días anteriores a ese ataque inmisericorde, nos entregaron un Decreto de Estado que nos obligaba a evacuar nuestras casas. En cada sobre que contenía el maldito papel donde la felonía había sido plasmada, había una cantidad de dinero que nunca representó el precio justo de nuestros hogares. Tuvimos que salir, so pena de ir presos.


Nuestros padres, como pudieron, alquilaron unas casas para resguardarnos de quedar en la calle, ya que el dinero aportado por el Estado -que nos debía protección- era tan irrisorio que no alcanzaba ni para comprar unas casas modestas que pudieran ampararnos de la inminente injusticia que se había cometido en nombre del progreso.


Nosotros, ya no en fila india, como hacíamos cuando pasábamos de una construcción a otra de las tres casas que conformaban el hogar mágico de Inocencia cuando llovía, sino tomados todos de las manos, adultos y niños, nos quedábamos absortos frente a cada casa que iban derrumbando, mientras lágrimas de dolor y de rabia empañaban nuestros ojos.


Los niños mirábamos las caras de nuestros progenitores, y ellos con la impotencia atrapada en sus mandíbulas, sostenían nuestras manos, tratando de darnos la fuerza que a ellos se les escapaba de su ser. Los niños llorábamos en silencio como lo hicimos, frustrados, cuando aquellos dos grandulones del barrio arremetían contra los niños más pequeños de nuestro colegio.


Así, derribaron cada casa; y nosotros, resignados, observábamos aquella catástrofe sin poder detenerla. Cuando la fuerza del progreso llegó a la casa de Inocencia, nuestros corazones se salían de nuestros pechos. La casa de ella representó, siempre, para nosotros, un cuento de hadas plasmado en el físico.


Muchas máquinas que nunca habíamos visto y que, según decían eran super modernas, asestaron con toda la fuerza que les otorgaba su poder físico y legal un golpe ensordecedor a la primera de las tres edificaciones que conformaban el hogar de Inocencia. Cerramos los ojos. No queríamos ver cuando la casa se cayera. El primer golpe no derribó ni un pedazo de pared. Esa casa había sido hecha de cemento y piedras. Era una casa artesanal, construida con las manos y con la sabiduría que siempre caracterizó al padre de Inocencia. Asestaron otro golpe, y otro, y otro… La pared no caía. Inocencia y sus amigos, en nuestra ingenuidad, esperábamos que se diera un milagro, pero la fuerza del progreso era superior a los milagros, de ese día. Finalmente, la casa -tan amada por nosotros- empezó a ceder. Así, destruyeron nuestro nido de ilusiones, cual acto vandálico a nuestras esperanzas y sueños de niños.


El papá de Inocencia lloraba. Las lágrimas caían sobre su camisa blanca de algodón. No dijo ni una sola palabra. Por primera vez, José, el papá de Inocencia, no pudo usar ese don que le había sido otorgado. No podía hablar; era demasiado exigirle a un hombre como él, que dijera algo cuando toda su vida había sido destruida en un solo día. Derribaban unas diez casas por día. Así, en una semana, desaparecieron todos nuestros hogares y nuestros sueños.


Seis meses tardaron en construir la autopista que representaba el gran progreso que quería nuestro gobierno de turno. En seis meses, ellos habían construido un pedestal a su egocentrismo; y durante esos seis meses, nosotros no sabíamos qué iba a pasar con nuestro futuro porque el dinero que nos había pagado el gobierno, se consumía con el alquiler de las casas que habitábamos.


Cuando se inauguró la autopista, el gobierno hizo una gran fiesta y fuimos todos invitados. No queríamos asistir, nos parecía un acto de burla que nos convidaran a ver “el progreso” encima de lo que había sido nuestros sueños. Sin embargo, el papá de Inocencia nos convenció y asistimos. Él decía que quería que viéramos algo, ya que durante esos 6 meses que duró la construcción de la autopista, pasaba por el frente de ésta, casi todos los días, y fue estudiando cada detalle que se podía aprovechar para que nosotros pudiéramos rescatar algo de lo que nos habían arrebatado.


Por fin, fuimos con él. La utopista fue inaugurada con un derroche de discurso pletórico de demagogia. Cuando todos los invitados externos desaparecieron, sólo quedamos los que habíamos habitado ese barrio.


El papá de Inocencia nos hizo ver que si nos organizábamos, podríamos rescatar La parte de atrás de la autopista y construir allí unas nuevas casas. Aclaró, que era arriesgado lo que íbamos a hacer, pero que si todos nos uníamos podríamos vencer al gobierno. Enfatizó, que teníamos que unirnos y dejar el miedo a un lado. Advirtió, que podíamos ir presos, pero que él se había informado de que no había ley que nos retuvieran por mucho tiempo encarcelados, ya que un abogado le había informado que existía un artículo en la Constitución que obligaba al Estado a protegernos. Según ese abogado, podíamos ganar la pelea. El papá de Inocencia decía con todas sus fuerzas:
-¡Señores, la pelea es peleándola!
Algunos se opusieron; otros tenían miedo, pero la mayoría apoyó al papá de Inocencia. Los niños, como siempre, veíamos más allá de los adultos y creímos, ciegamente, en él porque José e Inocencia siempre fueron como las águilas: nunca se amedrentaron frente a las tormentas.


Nos organizamos. Con el poco dinero que aún nos quedaba y con algunas contribuciones de algunas empresas cuyos dueños conocían al papá de Inocencia y que aportaron materiales y herramientas para construir, no las mismas casas de antes, pero sí nuestro nuevos hogares. Empezamos la edificación, sin permiso del gobierno.


Como todos estábamos de acuerdo, no hubo denuncias. Durante cuatro meses, no sufrimos persecuciones por parte de las autoridades competentes, y la construcción de las casas avanzaba a pasos agigantados. Trabajábamos de noche y de día. Los niños y adultos teníamos nuestras propias tareas: en el día, las mujeres que vivían en el barrio pegaban ladrillos sobre las bases de las edificaciones que los hombres construían de noche. En las tardes, cuando los niños llegábamos del colegio, seguíamos con el trabajo de las mujeres. En las noches, los hombres se turnaban para seguir trabajando. En las mañanas, algunos iban a sus trabajos y otros faltaban, bajo cualquier pretexto. Lo cierto fue que en cuatro meses, detrás de la autopista que representaba al progreso, se volvió- a medio construir- nuestro barrio que había sido derrumbado.


En diciembre de ese año, a los cinco meses de nuestra labor, cuando ya estábamos pintando nuestras casas, llegó la policía. En ese tiempo, no había los tanques antimotines que existen hoy día, sino carros patrulleros. La policía llegó y amenazó. Dijeron que debíamos desocupar al día siguiente porque iríamos todos presos, sino obedecíamos.


El papá de Inocencia, con toda la fuerza de su verbo, sentenció:
-Iremos todos presos, pero volveremos. La ley nos ampara.
Leyó, entonces, en voz alta, el artículo establecido en nuestra Constitución y que, obviamente, la policía desconocía.


La policía no hallaba qué decir, se fueron. Volvieron al día siguiente con más patrullas. Ese día, estaba el abogado que asesoraba al papá de Inocencia. La policía sacó unos rolos para golpear a nuestros padres, y éstos sacaron unos machetes. Ésas eran sus armas; y la de los niños, los gritos. El papá de Inocencia nos pedía que gritáramos, que lo hiciéramos como si con ellos se nos acabara la vida. Para nosotros, era una gran diversión gritar y lo hacíamos con todas nuestras fuerzas. La policía- que no era la policía represiva de ahora- sino hombres de buena fe, se detenía antes nuestros gritos. A los hombres se los llevaron presos. Los retuvieron como unas cuatro horas y regresaron.


Al día siguiente, llegó de nuevo la policía, se repitió la misma historia casi por un mes. El 31 de diciembre de ese año- cuando nos reunimos- el papá de Inocencia hizo un brindis y dijo:
-Si nuestros hogares fueron destruidos el día después de Reyes, este año, serán devueltos el día de Reyes.


El día de Reyes llegó, y el comisario de ese entonces, ya que no teníamos alcaldes, trajo un Decreto firmado por el gobernador, concediéndonos el permiso para habitar nuestras nuevas casas y otorgándonos un plazo, bastante largo, para pagar nuestros terrenos.


El papá de Inocencia entró de nuevo en acción y logró que el gobierno nos devolviera esos terrenos, sin pagarlos, en retribución por todo el daño psicológico y moral que nos habían causado, y además, por la injusticia cometida con el precio pagado por las casas. José sabía cosas que nadie más sabía porque era un hombre muy culto y de espíritu guerrero. El gobierno, cansado de las peleas con el papá de Inocencia y para quitárselo de encima, otorgó el pedido, el cual fue concedido tres años después de que el progreso destruyera nuestras casas. Ese permiso fue entregado, precisamente, un día después de Reyes.

Texto agregado el 04-01-2009, y leído por 1094 visitantes. (73 votos)


Lectores Opinan
28-11-2011 Creí que esas cosas solo pasaban en México ! ***** pintorezco
05-05-2010 Es indudable que en todas partes, el gobierno que se llena la boca hablando de protección al ciudadano, siempre está tratando de destruirlo en lugar de darle una vida mejor. Cincuenta mil estrellas por éste texto. Catman
13-01-2010 Tu relato me ha llegado a lo mas profundo de mi alma ya que ese mismo caso es aquí en España el pan nuestro de cada día, pero continuando con tu relato y hablando claro valla par de cojones que tuvo el padre de inocencia y esta tampoco se quedo atrás. Mis estrellas del universo para la autora de este magnifico relato. Un abrazo Yosep Yosep
28-07-2009 Excelente texto Sofía. La lucha vigorosa de la razón, frente a la descarnada realidad del progreso material que concluye de una manera aleccionadora para quienes lo hemos leído. Muestras a través de José, el liderazgo, la dignidad, el valor, la fe inquebrantable, las ansias de justicia, la solidaridad con los iguales y hasta los buenos oficios de gestión que se deben poseer para luchar ante una injusticia. Y no me refiero a la construcción de la autopista y por ende la destrucción de las viviendas. No, claro que no, siempre el bienestar general debe prevalecer frente al interés particular. Me refiero al acto de justicia de la autoridad al reparar el daño a los vecinos –aunque fuera parcialmente y a destiempo- otorgándoles el permiso para construir un nuevo hogar para vivir. Me quedo con estas reflexiones derivadas de tu texto: El progreso material no debe estar reñido con la justicia social, pues éste debe servir a la otra. La inacción frente a la injusticia y la agresión en cualquiera de sus modalidades, sólo genera más injusticia y termina socavando todos los valores humanos de los individuos que son agredidos. Triste destino del mortal que frente a la agresión ofrezca la otra mejilla, porque lo más que logrará es que le aticen en la otra. Son los tiempos que nos tocó vivir estimada amiga. A textos como éste me refería en La Columna cuando convocaba a los escritores de hoy. Te agradezco la invitación, como siempre un placer leerte. *****Afectuosos saludos. sagitarion
23-03-2009 Inocencia es ya letra tatuada en mi voz y palabras. margrave
24-02-2009 Ay Sofi, eres única, le tengo tanto cariño a Inocencia que hubiera querido estar allí para defenderla. Te quiero mucho amiga. Un abrazo muy cálido y todo mi afecto avefenixazul
16-02-2009 Como siempre sofi, tu historia me atrapo y conmobio en lo mas intimo. Tu relato refleja el "progreso" al que fuimos y somos sometidos los latinoamericanos y la nobleza de los espiritus cultos y guerreros como jose. Te felicito con mis 5*. petzenko
11-02-2009 Que Dios te bendiga amiga, que Dios te bendiga, por la humanidad y profundidad de tus letras, me estoy poniendo al día y no hago más que sorprenderme, suspirar, emocionarme. mil besos enganchados a mil ********Matilde mancuspia
02-02-2009 oh Dios si hubiera muchasa Jose, mi queridisima, cuantas menos injusticias se cometerian en nombre del progreso, muy buen texto mis 5* nanajua
16-01-2009 Una gran admiración siento; Por tu bellisímo texto, atrapador tanto en su narrativa como en su excelso vocabulario, agradable y de excelente cultura. Y por el padre de Inocencia, que es un personaje heroico y admirable. Me fascinó y principalmente me encantó el final. Te felicito 5* Yetsenia123
16-01-2009 UN TEXTO MUY MOVIDO MUY BUENO TE ATRAPA Y TE HASE COMPLISE Y PARTICIPE DE EL..MIS 5 ESTRELLAS Y UN GRAN ABRAZO sapoeta
15-01-2009 Tu escrito es muy movilizante. Se puede percibir la angustia, desesperación, la impotencia y la esperanza por sobre todos los otros sentimientos. Me impactó también la historia de mujer diosa y todas las reflexiones que se escribieron a partir de tu historia. ¡Felicitaciones!. Mis ***** lesu
15-01-2009 conmovedor tu relato amiga, con dulzura ha descripto una triste realidad de muchas familias que han sufrido el paso del “progreso” por sus vidas, encontraste las palabras exactas para darle ese toque de esperanza también, que los seres que aman a la vida no se dejen vencer por injusticias, dando un claro mensaje de la importancia que tiene juntar las ilusiones y compartirlas con los que las necesitan, te felicito, mis estrellas para tu relato y para todos los que como en el, en la realidad necesitan que alguien aunque sea piense en ellos, gracias***** lihue-aj
15-01-2009 Querida amiga, lo que te puedo comentar me lo han quitado de la boca los colegas que me preceden. Solo me resta agregar que tu fértil imaginación es más densa que la realidad más cruda y palpable. Un fuerte abrazo y continúa compartiendo tu talento con los que tanto te admiramos. 5* ZEPOL
14-01-2009 Una historia real creo, que muestra el dolor de perder todo y de la nada resurgir.Lo que dice tequendama es verdad yo escribí una historia basada en la desaparición de ese pueblito cuando la represa se rompió, algún rato lo pongo en mi sitio. Besos aliciacometa
14-01-2009 Con las viejas casas se marcha también la inocencia y la filantropía ******* duqueuviedo
13-01-2009 ¡Que bello escrito amiga! Me dí el tiempo,sabía que lo necesitaba para leer un texto como el tuyo. Me hiciste ver todo,esas grandes maquinarias con su fuerte sonido,retumbandolo todo. Ellas,se erguían ante mis ojos con cada una de tus palabras. Imaginé ese dolor,ese, que se produce con la impotencia de ver sueños destruídos. Luego pude imaginar esa autopista moderna,pero en medio de su cemento,el llanto de mayores y los gritos de los niños. El amor hace milagros y pienso que el padre de Inocencia ,es un hombre lleno de él.Posee la fuerza que da el amor. Como siempre,me has hecho vivir todo,la felicidad de construir casas nuevas a pesar de todos los problemas,y el trinfo al día siguiente de Reyes. El progreso no tiene corazón,pero lo posee tu texto en cada letra,en cada palabra...********* Besitos Victoria 6236013
12-01-2009 Rico y maravilloso texto, esta cargado de un montón de valores humanos y sociales redactados con un lenguaje claro y transparente , te aseguro que me ha enganchado y fascinado. te felicito de corazón.un beso 1313
10-01-2009 Muy buen relato y una historia harto conocida. Fueron tantos los perjudicados por el dichoso sueño de la Autopista que no se realizó. La Unión hace la Fuerza dice el refrán y es muy cierto. ***** zumm
09-01-2009 ¡Que hermosa historia!! me recordaste un pueblo que quedó sepultado en una zona de la provincia de Buenos Aires, no recuerdo el nombre. hicieron un cambió en el río al contruir una represa, y el pueblo se hundió. Le dieron a sus habitantes tierras nuevas, pero es muy triste ver en ciertas épocas de vagante que se somá la torre de la iglesia en medio del río.******¡muy bueno! tequendama
09-01-2009 Lamentable ejemplo del atropello del implacable progreso que pasa por encima de los sentimientos de familias. Esto se ha visto también en nuestras ciudades, que van siendo cambiados sus barrios por antiestéticos edificios de concreto, que más parecen pajareras. Tu relato es certero y muestra con toda su crudeza, lo que pasa en nuestra américa morena. Te felicito Sofia y todas mis estrellas para ti y para Inocencia nomade
08-01-2009 Hermosa historia relatas.. tiene un trasfondo profundo que invita a reflexionar sobre los valores sociales y además disfrutar de las andanzas de Inocencia.. bellisimo amiga!! miles *********** vilyalisse
08-01-2009 La vida es una lucha constante por el derecho que nos corresponde y aún así hay personas que jamás llegan a ver la justicia. Tu historia invita a la reflexión de tantas y tantas personas que se hallan en la misma situación. 5* _Rosi
07-01-2009 amiga......aportas tanto con tus escritos, no dejan sin una reflexión a nadie, por lo menos a mí, valoro mucho lo que escribes. online
07-01-2009 Una historia de lucha y de atropellos. De resistencia y de dignidad humana. Me gustó mucho. (¡Y qué padre el padre de Inocencia!) nesravazza
07-01-2009 Que belleza, como siempre un placer leerte. Mis ****** Maresa
07-01-2009 Vine a leer una historia y encontré dos -sumando la de nuestra amiga MujerDiosa-. Ambas maravillosas por el mensaje de lucha, de solidaridad ante la injusticia. En nuestra América Latina esas historias se repiten con muchas frecuencia. Y aún cuando, en estos casos, los finales son felices queda el dolor de la ofensa recibida, y eso nada ni nadie lo borra. Gracias Sofi, en cada entrega vamos descubriendo el carácter indomable de nuestra ya muy querida Inocencia. Un abrazo y cinco estrellas. borarje
07-01-2009 Es una vuelta de tuerca en las historias de Inocencia. No es aquello a lo que estamos acostumbrados, sino una historia de valor extremo, de audacia y riesgo con final feliz. Me gustó mucho la frase que ponés en boca de José, el padre de Inocencia: "La pelea es peleándola". Un placer leerte, como siempre. 5* y un beso. fabiangris
06-01-2009 Ha resultado imposible despegar los ojos de la pantalla hasta el final del relato. Extraordinario. Enhorabuena preludio
06-01-2009 Magistral y qué buen detalle ponerlo en estas fechas. uleiru
06-01-2009 Triste y dolorosa perdida de ese mundo mágico que, al final, el papa de Inocencia, dirigiendo a los demás, logra reconstruir....Y es que la buena voluntad, y el talento, vuelve siempre a resurgir, a pesar de los gobiernos corruptos y un par de estrellados. churruka
06-01-2009 La unión hace la fuerza y aunque en muchas ocasiones al pueblo en general le sirva de poco, en otras la lucha obtiene recompensa, y no sólo física, la percepción de unión entre las personas que se produce aporta un crecimiento positivo del grupo en particular, pero también y por extensión de la sociedad que lo rodea.Sin embargo siempre hace falta un líder, alguien que construya sobre sus espaldas la responsabilidad de afrontar sin decaer.El barrio tuvo suerte en ese sentido.Tenía a José. naju
06-01-2009 Conmovedor relato, como dice Mujer Diosa es verdad que en nuestro país pasaron estas cosas y mucha gente sufrió. Sofiama como siempre un relato hermoso y bien narrado ya nos tienes acostumbrado a ello, gracias amiga feliz año.********** Besos lagunita
06-01-2009 Es un cuento diferente a lo que nos tienes acostumbrados. Pero igual es muy bueno, me gusta. Es más con tintes sociales, sabes por mis cuentos que ese tipo de temáticas me gusta. Lindo cuento, saludos 5* Azel
05-01-2009 Un relato muy conmovedor, oda a la armonía y justicia... luego de tantas tempestades. Muy bien construido. panakeos
05-01-2009 Extraordinario, y reafirma que más hace el que quiere que el que puede. Felicidades. shambhala
05-01-2009 Sofiama: Hemos padecido mi familia y yo, durante 17 años la amenaza concreta de derribar nuestro hogar, para hacer una Autopista. Varias veces vinieron con topadoras e inexplicablemente se volvieron. Incluso una mañana, sabiendo que mi esposo había sufrido un ataque cerebral, llegaron con una ambulancia para llevárselo internado y poder sacarnos a nuestros hijos y a mí del medio sin problema. Eso fue a las seis de la mañana, también inexplicablemente, jamás llegaron a tocar el timbre de casa. Lo atribuyo a la protección que siempre tuve. De esto hace ya también muuuuuuuchos años. Hemos vivido con esa amenaza constante, con paredes y placards llenos de humedad, verdes de moho porque los vecinos se negaban a arreglar nada, ya que debíamos irnos. Hemos vivido con los caños de la calefacción rotos, sintiendo hasta qué punto es real el dicho: "Un frío que cala hasta los huesos" cuando hay humedad sin calefacción, así se lo siente, en los huesos. Hemos vivido sin tener dinero para arreglar los techos que comenzaron a gotear y pasando lavandina a todo lo que se ennegrecía. Sin poder invitar a la familia en cumpleaños o fiestitas, para que no sufran al ver las condiciones en la que estábamos. Había una Junta Militar en mi país por ese entonces, y se hacía tan sólo lo que ellos decidían; jamás vinieron a tasarla y nos dieron sólo la cuarta parte de su valor. Finalmente, y muy de a poco fuimos construyendo otra casa, lentamente, te diría que ladrillo por ladrillo, mi esposo enfermo, mis hijos y yo. Cuando la terminamos, le cedí la casa a una mujer que estaba en peores condiciones que nosotros. Dormía en el piso de una oficina que le prestaban con sus cinco hijos. Para ella fue un sueño, aunque semi derruída, aún podía servirles a ella y sus hijos. Eran mayores que los míos y se encargaron de irla arreglando de a poco también. Si te comento el final no lo creerías, esas cosas tal parece que sólo sucedieran en mi país: jamás se construyó la famosa Autopista y cientos de personas fuimos perjudicadas. Cuando la gente me ve, creen que siempre he tenido una vida fácil, doy esa sensación. Esta pequeña historia es sólo una muy pequeña porción de lo padecido. Tu relato parece real. Lo que te comento lo ha sido por completo. El regalo de Reyes lo realizamos cada uno de nosotros con nuestra conducta, principios nobles y la fuerza y el valor espiritual que poseemos. ¡Brindo por ello!!! ¡Y que lluevan estrellas para todos nosotros!***** MujerDiosa
05-01-2009 Un hermoso relato donde la razón y la soliralidad junto la sabiduria del papá de Inocencia ganan a la fuerza bruta que imponen los gobiernos en nombre del progreso. Uno mi grito al de los amigos de Inocencia y mi corazón se siente agradecido por tan bello regalo de reyes. Mis ***** amiga. acuariana
05-01-2009 Hermosísimo y pleno de emociones. Una lección de tesón y apego. Ha sido una espléndida manera de empezar el año. Un abrazo y 5* jardinerodelasnubes
05-01-2009 Una historia emocionante que me pareció tan real... margarita-zamudio
05-01-2009 buena forma de transmitir ese valor que parece facil pero tan dificil de encontrar me facino y que quisieramos todos que asi fuera en la actulidad. hoy vivo en una de las ciudades mas peligrosas de este pais los conflictos territoriales entre los narcotraficantes y los problemas politicos nos han vuelto desconfiados... pero con este mensaje tenemos que lograr salir adelante un saludo y un veso . ante la adversidad la frente ne alto***** guero
05-01-2009 Muy bello tu relato. Es irreparable el daño que causa la pérdida del espacio físico en el que han transcurrido momentos inolvidables de nuestras vidas pero en el caso de Inocencia y sus amigos les quedaron estos recuerdos no menos gratos para siempre. Estas vivencias que nos cuentas me confirman algo que ya sospechaba desde hace tiempo, los reyes somos nosotros mismos cuando nos queremos y ponemos lo mejor que tenemos. Un beso, Carlos. carlitoscap
05-01-2009 Querer es poder y asi lo presenta tu linda historia. Muy bonita! za-lac-fay
05-01-2009 ¡¡¡Muy bello, tierno, esperanzador e imaginativo relato!!! Los Reyes Magos esta vez se encargaron que los sueños de Inocencia y su gente se hicieran realidad.Una nube de estrellas guiada por la misma que le marcó el camino a los magos de Oriente.Besos, Ma.Rosa. almalen2005
05-01-2009 Una historia que enternece, pero que al mismo tiempo nos pone a reflexionar sobre el valor de luchar por nuestros ideales y en contra de la injusticias, que por cierto, abundan hoy día. Inocencia sigue dando de qué hablar y nosotros, sus lectores, bebemos cada frase y degustamos cada concepto que aparece en sus historias. Felicidades por tu cuento y el año que está entrando. Ricardo Jazzista
05-01-2009 Me ha encantado, emocionado, enternecido, maravilloso, muchas felicidades. ***** JAGOMEZ
05-01-2009 Åßóáé ìéá õðÝñï÷ç ãõíáßêá. Griego. 5* jugama
05-01-2009 Una historia que a pesar de su final feliz me ha producido una gran tristeza, tal vez porque la cruda realidad hace que el final sea eso, un final de cuento. m_a_g_d_a2000
05-01-2009 Como siempre una historia tierna, que lleva emoción plena en cada frase. marfunebrero
05-01-2009 Las almas mas fuertes son las que parecen más frágiles por la dulzura y templanza de su accionar, pero tienen la fuerza que el corazón necesita para vencer los miedos y enfrentar las injusticias, gracias por reflejarlo en esta historia, beso Mónica ***** PENSAMIENTO6
05-01-2009 Extraordinario relato. Me gustó mucho. susana-del-rosal
05-01-2009 tres reyes en uno!!!, me maravillan tus historias, gracias por compartirlas divinaluna
05-01-2009 Una vez mas los reyes magos visitaron la tierra,pero esta vez habitando el corazon del papa de Inocencia dandole la fuerza necesaria para que el milagro sea posible. De un corazon noble como el de toda esa gente es de donde se nutre la magia para florecer.El cuento es bellisimo e invita a tener siempre esperanza luchando por aquello que se desea. Gracias,amiga.Estas estrellas ,son para todo esa gente que va en pos de sus sueños******** shosha
04-01-2009 ¡Ojalá este cuento fuera realidad! Escribirlo ya es un buen intento para lograrlo. Aunque para tener un hogar no es necesaria la propiedad de la tierra, así como la destrucción nunca trae progreso para el hombre. Mis cinco y mis felicitaciones. maravillas
04-01-2009 un hermoso relato que nos habla de unidad y solidaridad, yo todavìa creo en eso. de repente me parece un poco menos fantasioso serà porque lo ubico en mi paìs yque puede ser real. me ha gustado que tuvo un buen final al final, pues creo que no solo se peleaba un terruño si no una pertenencia. luzyalegria
 
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