Móvil tobogán gusano blando aplastado de botas heladas. Sacudida, pelaje revuelto expulsado y vuelto a la carne por inercias bumeringias. la mirada sin centro en una cara perversamente dentada. La furia de un grito narrado en su cara. Pasamanos inexistentes perdieron equilibrios de brazos ilusos. Si por lo menos hubiera dónde caer. Pero la nada en la baba de luna se tiró y te rodeaba liviana, inevitable. Los límites descuadrados perdieron terreno, avanzando unos sobre otros, paralelos, pobres dioses, se los comió el agujero... y esa conciencia siempre risueña como imantada al vértigo desapareció con rabia en la bóveda de los silencios, en las bocas donde crecen días y noches trémulas de encanto, quebradizas jornadas de un pedazo de mierda.
No te agaches. La contingencia pasó volando, pero abstracciones de hierro parasitearon el páncreas de ese extraño animal sin patas. "¿Dónde guardé las lágrimas?" "¿Donde he metido eso que llenaba mis almas?" La vida no debe llenarse de vida, y en los rincones se esconden las garras de mis gatos. Quieren devorar cada hoyo del que se asoman la muerte y el engaño;
-mediocres, cumplen nada más que la primera parte.
Y la vida se va llenando de tinta viva que no sabemos llorar.
Construí un final nuevo nueve veces por nevada. Urdidas tus miserias forjaron juegos y ruedas cuya trampa será el comienzo interminable. Saber que cada vez te quiere más nunca ha servido: una lágrima es una tormenta, y vos para chaparrones, para lloviznas, nada.
Se inclina saludo nocturno al habitante de sueños, démosle el paso, que ya viene el sol, y no es bueno recordar pesadillas de luz turbia de cielo real.
Y blá bla bla blá bla... otro inicio terrible.