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Una aventura en el Roraima

Cuentan que los grandes Tepuyes son monumentos rocosos tan antiguos como la historia de la humanidad. Por ello emocionan su presencia a cualquiera. Su sola presencia invita a navegar la imaginación a todo visitante que tenga la dicha de estar cerca de ellos. Por estas razones, muchos turistas de todas las latitudes han mostrado gran interés en conocerlos y viajan de lejos para vivir la aventura de conocerlos.

Se puede iniciar esta historia relatando que estos Tepuyes se encuentran en la gran Sabana de Venezuela. Entre los venezolanos hemos escuchado mucho acerca del gran Roraima pero pocos conocen sus más íntimos secretos. Algunos dicen que vienen naves espaciales en diferentes épocas del año, otros dicen que viven en ellos seres no conocidos por la humanidad, pero lo cierto es que estos lindos Tepuyes cuentan con una pequeña y diversa vegetación y, además de esta bella flora cuentan con la presencia de cuarzos de todos los tonos existentes e imaginables.


Se relata hace algún tiempo, que cerca del Roraima se encontraba una pequeña aldea de indígenas venezolanos. Ya estaban cansados de la presencia de esos turistas. No entendían porque tenían que ir a curiosear tanto a su linda montaña. Ellos la respetaban, y con ello le parecía suficiente. Pero seguían viniendo. Algunos venían en sus grandes avionetas y trataban de aterrizar en la parte alta del Tepuy. Algunos lo lograban, pero otros no osaban realizar tan semejante locura por los vientos impetuosos que azotaban a la región.
Marubá, era el más joven de la aldea, y sin embargo el más desconfiado. No confiaba para nada en esas personas que venían de las grandes ciudades. Sabía que el gran Tepuy era protagonista de una bellísima flora que no era conocida por otras partes del planeta. Así que sin pensarlo mucho un día decidió darles una lección a esos turistas, y también pasarlo muy bien a costa de ellos.


Un día vinieron un grupo de turistas de Caracas. Algunos de ellos venían de otros países lejanos, y estaban deseosos por conocer la gran montaña. Marubá ni corto ni perezoso se le ofreció como guía para llevarlos al gran Tepuy. Luis, Carlos, Peter, y Sonia estaban muy emocionados. Nunca habían visto una formación rocosa tan grande. Pero lo que no sabían era la experiencia que iban a vivir con nuestro amigo Marubá.
Salieron muy de madrugada, y ya faltaban pocas horas de camino para llegar al gran Tepuy. Pero Marubá tenía todo planificado, les inventó historias de la presencia de animales mitológicos fantásticos que habitaban en esa gran roca. Podrían ser grandes serpientes, águilas gigantescas, y animales enigmáticos que ningún humano jamás había conocido. A los turistas les pareció todo muy divertido, pero en el fondo de su corazón tenían duda de lo que podían encontrar. Como dicen el miedo es libre, y lo que no se conoce puede producir grandes fantasmas.

De repente empezó a llover como solía en esas tierras. Podía llover a cantaros, y a la media hora cesar rápidamente. Los mosquitos llegaron y empezaron a fastidiarlos. Marubá les decía: - “cuidado con esos puri-puri. Sus picadas pueden producir unas terribles ronchas, y aquellos que son alérgicos no quiero ni pensar lo que les puede pasar”-
Los turistas empezaron a ponerse los repelentes. Pero Marubá sabía que eso no servía, solo el aceite de coco era el repelente más efectivo. Bueno, tendrán que aguantar. Pensaba Marubá.
- No se preocupen muchos por las picadas. Es parte de la aventura. Y como dicen: “sarna con gusto no pica, y si no gusta, no mortifica”- Les decía en tono burlón.
Sonia se dio cuenta de que Marubá no se sentía cómodo con ellos. Así que decidió tragar grueso, y aguantar los comentarios de Marubá.
A pesar de las picaduras de los mosquitos, y después de repeler la maleza llegaron al gran Tepuy. Estaban maravillados. Su sola presencia los hacía sentir tan chiquitos. Marubá tenía un poco de remordimiento de conciencia, pero su viaje apenas comenzaba. Empezaron a subir el Tepuy. Apenas había pasado una hora, y después de tomar agua para saciar su sed descansaron en el claro de la montaña.
Vamos a sentarnos aquí para descansar un rato- Les indicó Marubá.
- ¡Esperen! Tengan cuidado, no oyen ese ruido. Parece el sonido de una animal feroz- Exclamo Marubá
Indudablemente el ruido era infernal. Pero, no era más que el viento, que al chocar con las piedras produciendo un sonido descomunal, por lo menos eso pensaba Marubá
Sonia se asustó y exclamó: - Que horrible ruido, y si es un pajarraco, y nos ataca.
¿Que haremos?-
Sus amigos la calmaron y la tranquilizaron diciéndole que no era más que el viento, pero el ruido seguía. Y de repente, sin percatarse vieron un pajarraco gigante. Parecía un Pterodáctilo. Estaba muy cerca de ellos. Marubá estaba sorprendido. Sus abuelos le habían comentado la presencia de antiguos animales, pero el nunca había visto nada parecido. Como Marubá conocía bien la montaña los guió hacia una pequeña cavidad para resguardarse. Se escondieron un buen rato. Dentro encontraron algo que brillaba mucho. Eran unos cristales preciosos. Había una cantidad de cuarzos rosados, amatistas y piedrazuli. Marubá también estaba sorprendido. “Que lindas eran esas piedras.”
Marubá los invitó a que tomaran todo lo que quisieran. Total, había bastante en la montaña. Y a él no le llamaban mucho la atención. Pero los turistas se morían por ellos.
-¡ya podemos irnos! Vamos a seguir subiendo. Pero, esta haciendo mucho viento. De todos modos ustedes deciden- le indicó Marubá.
Sin embargo, los turistas estaban emocionados. Así que no le dieron mucha importancia al mal tiempo y a la llovizna constante. Sonia ya estaba cansada. Pero sus compañeros si estaban entusiasmados. Así que con mucho esfuerzo siguieron subiendo hasta la cúspide del Roraima. Después de horas de excursionismo llegaron hasta la cima. Estaban impresionados de la gran vista que ofrecía. Se podía ver la presencia de la sabana. Pero la lluvia no los ayudaba mucho. Decidieron acampar y se resguardaron hasta el día siguiente. Pero en la noche no pudieron pegar, ni un ojo. Sentían ruidos ensordecedores de todos lados.


Al día siguiente, los turistas le pidieron a Marubá que se fueran temprano.
-¡Todo esto es bellísimo, pero inexplicable y un poco peligroso! Le dijeron al muchacho.
- Se dan cuenta que esta montaña se tiene que respetar. No es para hacer turismo y recoger piedritas- Le replico con enojo Marubá
Aunque los turistas no estaban muy convencidos, le dieron la razón. Total esa gran formación rocosa es tan antigua, y uno no sabe que secretos tendrá, y cuales no deben ser desvelados.
El grupo decidió regresar, y bajaron poco a poco del majestuoso Tepuy. Cuando llegaron abajo le dijeron a Marubá: - ¡Que suerte tienes! Cuentas con la presencia de un gran Tepuy cerca de tu aldea, y a pesar de ello, lo respetas por lo que vale. De verdad te envidiamos-
Marubá tenía un poco de remordimiento de conciencia. Los turistas habían aprendido algo de esa excursión, pero el más todavía. Su desconfianza había hecho de que todos pasaran un mal rato. Además él no se la sabía todas. Les prometió que estaría a la orden para otra excursión, claro los llevaría por el otro lado, que era el más agradable para escalar. Y para disculparse los invitó a comer en su aldea. Almorzaron con un pescado de río acompañado con una gran torta de casabe. Al final hicieron una bonita amistad con los turistas, y se dio cuenta que no tenía que ser tan desconfiado con los extraños. En ocasiones se puede aprender de ellos, y tienen en ocasiones también bellos sentimientos hacia el medio natural, Y ellos lo habían demostrado en la aventura que se echaron todos juntos.
Por eso todo aquel que visita la Gran Sabana no se puede perder el deleitarse de admirar estos grandes Tepuyes venezolanos. Y en ocasiones se ve una pequeña neblina que adorna la cima de estos inmensos monumentos rocosos. Y todo aquel que ha tenido la dicha de presenciarlo, se da cuenta de la fuerza mágica y misteriosa presente en estas bellísimas formaciones rocosas de gran antigüedad.

Glosario
Tepuy: Grandes formaciones rocosas presentes en la gran sabana venezolana
Casabe: Tortilla de yuca que se consume en las regiones orientales de Venezuela, y en otras partes del pais. Es plato indispensable con un buen sancocho y pescado frito.

Texto agregado el 10-07-2009, y leído por 404 visitantes. (13 votos)


Lectores Opinan
07-11-2009 Tiempo sin pasar, me deleite con esta leyenda, un beso y ****** nanajua
04-08-2009 exelente texto carolina. te dejo mis supernovas. el_mesiaz
18-07-2009 Mi querida amiga hoy nos has hecho vivir toda una aventura por un lugar enigmático y según tu descripción bellisimo. un abrazo sumriura
18-07-2009 Hablando de casabe ya regreso voy a la cocina jejeje CIBERPOETA
18-07-2009 Gracias por pasearme por el Roraima. Un saludo de SOL-O-LUNA
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