¿Recuerdas que decìas que nunca soñabas nada, y lo mucho que te gustarìa recordar aunque fuera un pedacito de sueño?...Ese dìa tras varias noches de horror te diste cuenta de que no era que no soñaras sino que muy dentro de tì preferìas que a tus pesadillas se las comiera el olvido. Pero al olvido se le olvida todo, ¡hasta tu!, y entonces supiste que habìas quedado solo frente a ellas.
La noche era un festìn. Nos alimentàbamos de tì sin escatimar en crueldad y de a poco drenàbamos tu carne y tu espìritu hasta dejar tu calavera desnuda y perpleja; y cuando abrìas los ojos te dabas cuenta de que todo era un mal sueño; la misma pesadilla que se repetìa noche tras noche.
Debo decir que no nos hacìan justicia los temblorosos trazos con los que intentaste describirnos. Mejor suerte tuvieron tus esculturas. La madera se prestaba mejor para expresar nuestra maravillosa y siniestra complejidad. Supiste captar de nuestros cuerpos la ausencia de fronteras entre lo humano y lo animal, entre lo espiritual y lo fìsico, tanto fue asi que tus trabajos terminados causaron agitaciòn y temor, decìan que estabas loco, poseìdo, y que las figuras paridas por tus manos eran en realidad demonios.
Trabajabas como un loco procurando no dormir para no soñarnos; pero de vez en cuando el cansancio te vencìa y notaste que nuestros ataques no eran tan feroces como antes; nuestra fuerza iba menguando en la misma proporciòn en que nos ibas apresando en la madera. Uno a uno fuimos cayendo: el dragòn-mono-ladròn-de-almas, la serpiente-mariposa-venenosa, el lobo-dragòn-hambriento-de-sangre, la calavera-flor-de-la-muerte, el sàdico-duende-leòn.... Tu reìas como un desquiciado cada vez que terminabas una figura, sabedor que era una baja mas en nuestras huestes.
Llegò el dìa en que terminaste con todos nosotros, tu casa parecìa un zoològico fantàstico pero esa noche pudiste dormir tranquilo, eras como un bebè recièn nacido...
¡Shhh!,no grites...¿ves esa humareda? llegaron todos los vecinos y tiraron tu puerta, removieron todo y nos sacaron al patio mientras repetìan como loros sus oraciones de protecciòn, entonces nos prendieron fuego. Conforme la madera se quemaba nuestros espìritus eran liberados. ¿Sabes lo que eso significa?, sì.... veo en tus ojos desorbitados que lo sabes.....
cuento inspirado en los alebrijes (gracias Sespir!)
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