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Inicio / Cuenteros Locales / negroviejo / ACERCA DE ERATÓSTENES, RODRIGO Y CRISTÓBAL - Ensayo

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No tengo dudas. Si pudiera volver a nacer en algún momento de la historia de la humanidad, elegiría España alrededor de 1470, en un puerto muy marinero como Palos o Lepe, en Andalucía.

¡Qué época, por Dios! A mis veinte años, vería el reino de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, preparándose para expulsar a los moros de Granada, su último bastión. A las carabelas y naos meciéndose indolentes, obedientes a sus anclajes, en las noches cálidas y estrelladas del Mediterráneo, y a los serenos cantando la hora, al dar vuelta las ampolletas de arena. La mirada de los aventureros dirigida a la mar incógnita, hacia occidente, soñando con otras rutas hacia el oriente, vedado por la celosa cimitarra del Islam.

Una olla en la que hervían, sed de aventura con osadía y orgullo, títulos nobiliarios con pobreza extrema, ignorancia con conocimientos secretos resguardados en monasterios, que solamente tenían como objetivo preservar la fe y extenderla al resto de la humanidad. Y la Sagrada Inquisición, vigilando todo, atenta, cruel, para enviar a la hoguera a cualquiera que se atreviera a incurrir en herejía.

Y Eratóstenes ¿Qué tenía que ver con todo esto? Pues nada. Él había nacido en el año 275 AC en Cyrene, Libia, de ascendencia griega por supuesto, y estudiado en Atenas y Alejandría. Fue matemático, astrónomo, geógrafo, filósofo, poeta, crítico teatral y ejerció el cargo de director de la biblioteca de Alejandría, la más importante del mundo, hasta su muerte. Pero lo que le dio celebridad a éste iluminado griego, fue el haber establecido la real circunferencia de la tierra, con apenas unos pocos kilómetros de diferencia, respecto a la cifra real.

Eratóstenes ya tenía muy claro que la tierra no era plana sino circular y estableció algunas cosas. Por ejemplo, que en Alejandría, situada sobre el trópico, el día de solsticio de verano, 21 de junio de aquella zona, el sol se reflejaba en el fondo de los pozos y que los objetos no daban sombra. Obedeciendo a su asombrosa inspiración e inteligencia, se trasladó a Siena, actual Assuan, sobre la misma latitud, distante unos ochocientos kilómetros de la primera. Ese mismo día, de otro año se entiende, midió el ángulo de la sombra que proyectaban los postes y la torre. Le dio, siete grados y un quinto. Luego con un razonamiento propio de un niño de escuela primaria de hoy, se dijo: siete grados y un quinto son la quincuagésima parte del círculo que tiene 360 grados. Por lo tanto, si multiplico los 800 Km. de distancia entre Alejandría y Siena por 50, tengo la circunferencia de la tierra Y le pegó justo. Claro, hay una pequeña diferencia, atribuible a las unidades de medida, él, utilizaba el estadio griego.

El 12 de octubre de 1492, a las dos de la mañana, un hombre apostado en el puesto de vigía de La Pinta, una de las tres naves que condujeron a Cristóbal Colón al nuevo mundo, y que navegaba al frente por ser la más ligera, gritó: ¡Tieeerraaaa! Ese hombre, en realidad un joven andaluz de veintitrés años, que se llamaba Juan Rodrigo Bermejo, aunque hay versiones que en realidad era Juan Rodríguez Bermejo, fue el primero en avistar tierra en el viaje colombino del Descubrimiento y pasaría a la historia como Rodrigo de Triana, por haber nacido, o vivido, en el paraje sevillano de Triana.

Lo que en realidad avistó Rodrigo, fue una pequeña isla del archipiélago de las Lucayas (Bahamas), cuyo nombre indígena era Guanahaní y a la que Colón bautizó como San Salvador. ¡Y vaya si lo había salvado! En el diario de a bordo de Cristóbal Colón, según nos cuenta Fray Bartolomé de las Casas, se menciona lo siguiente:

"... Y porque la carabela Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra e hizo las señas que el Almirante había mandado. Esta tierra vido primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana…

Rodrigo, era hijo de Vicente Bermejo, musulmán convertido al cristianismo, y Sereni Betancour, gentil hembra sevillana, que fallece siendo Rodrigo muy niño. El padre, Vicente, era de profesión alfarero y contaba como colaborador con un moro llamado Mudarra, un hombre muy bueno y creativo que se había convertido en parte de la familia, al punto que había instruido a Rodrigo en el dominio de la lengua árabe. Al cumplir sus quince, el padre decide ponerlo bajo la tutela de los frailes dominicos, también llamados frailes negros, famosos por su rigor y austeridad, pero también por su nivel cultural.

Corría, aproximadamente, el año 1486, en el cual, Cristóbal Colón o Cristóforo Colombo o Colonna, misterioso aventurero que ocultaba cuidadosamente sus orígenes, arribaba a España, procedente de Portugal. Allí, había intentado obtener apoyo de la corona para realizar un viaje hacia Occidente en busca de rutas que permitieran reanudar el comercio con las Indias.

Pero, no obstante sus indudables dotes persuasivas, no había logrado convencer al rey del país más dado a la exploración, en ese momento de la historia. Un poco, por las desmedidas exigencias de recompensa personal que planteaba el ambicioso genovés y bastante por considerarlo inviable. Además, los portugueses buscaban la ruta a oriente por el sur de África, y la reservaban, celosamente, para naves de su bandera. Pero el empeñoso Cristóbal, siguió intentando.

¡Tierraaaa! Gritó por segunda vez, el joven sevillano encaramado al palo mayor de La Pinta, sus greñas rubias escapando del gorro rojo de marinero andaluz, la emoción y las estrellas del claro cielo ecuatorial, brillando en sus ojos, y todo su ser aspirando a boca llena el aire de mar, perfumado por la vegetación del nuevo mundo. Sus pensamientos volaron hacia Sevilla e imaginó el orgullo de su padre, del moro Mudarra, de su amada, maestros y amigos, al conocerse la noticia de que él, Rodrigo de Triana, había sido el primer hombre en divisar la tierra nueva. Y en ese momento sublime, casi no recordó la promesa de la reina Isabel de recompensar con diez mil maravedíes a quien primero avistase tierra y que el propio Almirante Colón había declarado que premiaría con un lujoso jubón de terciopelo a quien tuviera ese honor.

¡Pobre Rodrigo! No sabía que, durante el viaje, su padre y el moro Mudarra serían incinerados en la hoguera de la Inquisición. Tampoco imaginaba, que el avaricioso Almirante de la Mar Océana, Don Cristóbal Colón, alegaría haber sido él, quien avistara tierra primero y le arrebataría las merecidas recompensas. Desde la altura del palo de La Pinta, sin apartar la mirada de ese contorno oscuro que alteraba el horizonte, tampoco le fue dado leer su futuro: que sería, continuar su vida de marinero, realizar algún otro viaje al nuevo mundo, y terminar sus días en África, convertido al islamismo como hijo bastardo del moro Mudarra. La historia le hizo precaria justicia, un monumento en Sevilla, en cuyo pedestal se lee la palabra: TIERRA

De Cristóbal Colón, la paloma que transporta a Cristo, se ha dicho todo lo que se podía decir, y sin embargo su vida continúa siendo un misterio. Nadie sabe a ciencia cierta, si era genovés, español, francés o judío converso. Si se sabe, que era un excelente navegante y mercader, hasta se lo sospecha de haber pirateado y que fueron, frailes franciscanos de por medio, los capitales judíos, específicamente, el poderoso converso Luís de Santángel, quienes financiaron su viaje, y no como se dice, Isabel de Castilla. Pero sin duda alguna, fue un hombre extraordinariamente perseverante y ambicioso, con una gran capacidad para tejer alianzas y adherir voluntades.

Se sabe que le fueron concedidas, una nao, la Santa María, también conocida como la Marigalante o La Gallega, por haber sido armada en Galicia, y dos carabelas, la Niña y La Pinta. Esta última, la más pequeña y ligera, comandada por el mejor capitán español, el andaluz Martín Alonso Pinzón y también el mejor timonel, Pedro de Arcos. Partió el 3 de agosto de 1492, en una de las mayores aventuras de la historia de la humanidad.

Otra cosa segura, es que estaba equivocado. Los mapas que obraban en su poder, dibujados por el cartógrafo italiano Pablo del Pozzo Toscanelli, mostraban un globo terráqueo dos tercios más chico de lo que realmente es. También es seguro que, de haber oído hablar de Eratóstenes, hubiera pensado dos veces, antes de intentar llegar a la Indias por occidente.

Pero la cuestión fue que llegó a la terra incógnita y que el mundo siguió andando.



Texto agregado el 23-04-2010, y leído por 605 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
06-12-2012 El primer tipo que vió a este continente que habito se llamó Juan? No sé si enorgullecerme o deprimirme. El relato una clara belleza, de verdad negro. Me pongo puto y te digo que me encantó. Petecus
09-07-2012 Ilustrativo!!!!Y ameno efelisa
22-05-2010 Un muy buen ensayo que me permite entrar en esa zona desconocida de la historia.Mis******** almalen2005
21-05-2010 Muy interesante texto que se disfruta de principio a fin. Gracias por compartirlo. Un beso Y ****** arielariadna
23-04-2010 muy buen ensayo bonita y amena forma de sacar las verdades ocultas por quienes recibieron el merito Rocxy
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