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La blancura de la sala la cegò por unos instantes. El Dr. Alexander interpretò bien la mueca que se habìa instalado en su cara desde que habìa recibido la noticia y que ahora se habìa acentuado escandalosamente. "No se preocupe Michelle, sè que todo esto le resulta extraño pero al final serà maravilloso". ¿Extraño? un mejor adjetivo serìa "Loco" -pensò. 72 horas antes ignoraba que su madre, muerta cuando ella tenìa cinco años, se encontraba hecha un cubo de hielo en las instalaciones de la empresa de criopreservaciòn Alcor y en espera de ser vuelta a la vida. Aunque legalmente su madre habìa muerto en el momento en que su corazòn habìa dejado de latir, en realidad, y gracias a los procedimientos iniciados inmediatamente despuès de ese momento, el proceso de muerte habìa sido detenido y el cuerpo preservado a la espera de ser resucitado en cuanto hubiera la posibilidad real de una cura para el cancer que la habìa matado. Le habìan dicho que el protocolo de resucitaciòn iniciarìa en unas horas y ella tenia que estar presente.
No tuvo tiempo de enojarse o llorar y, ante la ausencia de su padre, fallecido meses atràs, tampoco pudo reclamar por su ignorancia. Todo pasò muy ràpido, hizo unos arreglos en su trabajo, empacò alocadamente y subiò a un aviòn que la llevarìa con aquella desconocida que flotaba envuelta en nitrògeno lìquido y que estaba a punto de despertar de un sueño helado.

A su llegada a Alcor un tour ràpido por las instalaciones pretendìa aclararle algunas dudas. Le habìan impresionado los enormes cilindros metàlicos donde se guardaban los cuerpos a bajas temperaturas. Le dijeron que para evitar el daño celular del congelamiento, los lìquidos corporales eran drenados y sustituìdos con un anticongelante especial.

Una enfermera le diò una bata, gorra para el pelo, tapabocas y unos zapatos especiales. Toda esta preparaciòn exterior nada tenia que ver con el desasosiego que sentìa en su interior. Nuevamente no tuvo tiempo para pensar con claridad pues ya traìan el cuerpo. Inmediatamente lo rodearon varios doctores y enfermeras quienes con gran rapidez y eficiencia comenzaron a conectarlo mediante tubos transparentes a dos aparatos que se encontraban ahì. Desde donde Michelle se encontraba no podia ver muy bien todo lo que hacìan pero la enfermera le explicò que primero lo descongelarìan, despuès introducirìan una primera horda de nanorobots que entrarìa en el torrente sanguìneo y de ahi se distribuirìan para reparar el daño que hubiera podido provocar la congelaciòn a nivel molecular. Una vez reparado, una segunda oleada de robots super especializados ingresarìan para curar el càncer, asì de simple y asì de complejo.

Mientras los doctores trabajaban Michelle tratò de recordar pero guardaba pocos recuerdos, la mayorìa de ellos sòlo eran borrones en su memoria: un gesto, unas manos rozando su mejilla; una risa flotando en el viento y una ausencia inexplicable. ¿La recordarìa su madre? De repente, un pensamiento la golpeo con la fuerza de un tren, 50 años habìan pasado y Michelle en aquel entonces de 5 años ahora tenìa 55, pero su madre en teorìa no habìa envejecido, y si despertaba seguirìa siendo una mujer de 35 años. Aquello era demasiado. Tambalèandose se acercò a la mesa de operaciones, la enfermera tratò de detenerla pero ella la habìa aventado lejos de sì. Invadida por una fuerza inexplicable, habìa hecho lo mismo con los doctores. Por unos instantes le viò el rostro; parecìa hecho de màrmol gris, surcado por horribles venas oscuras; en algunas partes sin embargo, el gris iba ya cediendo a un saludable color carne. Sintiò que la jaloneaban pero nada podìa detenerla, uno a uno comenzò a desconectar los tubos, las màquinas se apagaron. Caos, gritos de horror. El cuerpo regresò a su estado marmòreo y ella sòlo alcanzò a musitar "adiòs mamà".

Texto agregado el 05-06-2010, y leído por 367 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
14-09-2010 Un buen cuento donde un arrebato del Ello en la protagonista hace que el orden de las cosas regrese a la normalidad. Gatocteles
01-07-2010 Merecido bambú para esas madres autoritarias e inquisitivas que pretenden ,apoyándose en lo que sea, regresar para seguir imponiendo sus dictados. Buena ciencia ficción y siga divirtiéndonos con sus sabrosas historias***** logarritmo
12-06-2010 Este texto esta muy bueno. Me gusta mucho la ciencia ficción. El final no lo esperaba. Lo disfrute. gamalielvega
07-06-2010 ¡Qué locura! me atrevo a felicitar tu texto Los acólitos freudianos tienen tela para cortar con este relato... achachila
07-06-2010 Muy bueno. Con la prosa ágil y cuidada de costumbre. Se ve, además, que te has documentado (eso parece, al menos). Enhorabuena. sespir
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