A mis manos llegan viejas cartas de amigos difuntos
hablan de días desnudos que pasean en playas del ayer
de noches extensas que se hicieron humo
de momentos atados a las cadenas de la inmortal memoria
relatan hechos disueltos en la sal del olvido.
Hoy ya no queda nada
algunos vasos y un par de botellas de vino
junto al humo del cigarrillo
vuelven a tejer páginas del pasado
cuando la piel era fresca y la mente se mantenía vírgen
lejos de todo prejuicio
ajena a todo dogma
libre como un remolino
desenvuelta como río.

Hoy por la mañana sentí por primera vez que me moría
mis poemas más sentidos se leen en amarillentas hojas
desteñidas como el amor que se fue o que se perdió.

A mis manos llegan cartas de amigos difuntos
cuyos rostros envejecieron
y cuyas vidas se me hicieron paralelas.