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Lo único habitual de aquel día fue el principio: mi desayuno (café con leche y tostadas) y el periódico de la mañana. Precisamente hojeando el periódico fue cuando surgió todo. Por casualidad andaba mirando la sección de deportes y mirando las carreras de caballos del día cuando de repente me fijé en un caballo: Número Cinco. Me pareció curioso el nombre, y más aún el hecho de que corría en la quinta carrera y que llevaba el dorsal cinco.

Mi mente empezó a hacer extrañas conjeturas: estábamos a 5 de Mayo, yo vivía en la Quinta Avenida en el número cinco, un caballo llamado Número Cinco… Antes de darme cuenta ya estaba convencido de aquel sería mi día de suerte. Llamé al trabajo y les dije que no me encontraba bien. Iba a necesitar todo el tiempo posible para prepararlo todo.

Lo primero era llamar a Bob ‘El chapas’. Siempre había estado interesado en mi coche y ahora a mi me interesaba su dinero. No regateé demasiado y quedamos a las 4 de la tarde en su taller. Siguiente parada el banco, para sacar todo mi dinero.

El director me invitó amablemente a su despacho (antes de ese día ni sabía que existía). Le preocupaba el hecho de que hubiera solicitado todo mi efectivo e incluso el dinero que tenía a plazo fijo. Le tranquilicé diciéndole que no tenía intención de irme a otro banco, una emergencia familiar y esas cosas. Cuando por fin logré librarme de él me dirigí a la tienda de mi amigo Sheldon. Conociéndole sabía que estaría encantado de apropiarse de mi colección de billetes confederados, a cambio claro está de unos cuantos de los grandes actualmente en vigor.

Tenía el tiempo justo para comer e ir al taller de Bob. Me dio el dinero sin hacer preguntas (una de las claves de su trabajo) y llamé a un taxi. Llegué al Aqueduct a eso de las 6, justo antes del inicio de la primera carrera. No tardé en localizar al corredor amigo de Bob y hacer la apuesta. El caballo estaba 5 a 1, era la señal definitiva. Subí a la cafetería y decidí ponerme a tono del ambiente con un par de whiskies. Por fin en los altavoces se anunció la quinta carrera así que me metí entre la gente para verla en primera fila.

A mitad de la prueba todos seguían agrupados, pero al entrar en la última curva un grupo de unos siete caballos eran los elegidos para el triunfo. Me recuerdo saltando y gritando desaforado: ‘¡¡¡Vamos cinco, vamos cinco!!! Y entonces ocurrió un hecho sin precedentes: los siete caballos se abrieron en abanico, cada jockey buscando su hueco para entrar en meta, y así ocurrió que los siete llegaron prácticamente al mismo tiempo. El paroxismo de la gente era enloquecedor mientras esperábamos ansiosos los resultados de la foto finish.

Y cuando por fin aparecieron no sé porqué me sorprendí tanto. En el fondo era lo lógico: mi caballo había terminado quinto…


Viceganador Reto X Prosa 2010

Texto agregado el 30-09-2010, y leído por 624 visitantes. (24 votos)


Lectores Opinan
09-12-2013 Jajajajaja... (lo confieso, este es el primer texto en el que me anticipo y preveo el final) - qué pena por el tipejo, que se ha quedado sin nada. ikalinen
21-02-2011 Buenísimo! Qué locura, realmente lo único habitual de aquel día fue el principio. Lo empezaste muy bien al cuento, esta primer frase enseguida lo hace interesante. Y sobre el final no hay nada que decir, salvo por ahí espectacular. Tan lógico y tan imprevisto. aberas
18-10-2010 ¡¡¡Muy bueno!! Un final para salir rompiendo boletos. ********** tequendama
15-10-2010 Jejejejejejeeee, joder, ese tío está condenado a los cincos! Gran cuento, con mucho humor y una narración genial. Enhorabuena (un tanto tardía) por el cuento y ese podio en el reto. Crack! ********* nayru
11-10-2010 Felicitaciones!!!.Me sorprendiste.***** miriades
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