Demasiado tarde,
la ausencia tejió cadáveres
que se pudren en mí
y hay trampas en las vocales
inciertamente clausuradas.
La poesía,
se pasea burlona por mi jardín,
mi casa,
demasiado oscura
la obliga a desnudarse,
nunca cerca de mis puertas.
Antigua razón,
anhelo hundirme
en la tierra húmeda
de mis tormentos.
La niña que fui
me espía,
encerrada en su silencio.
Retazos de sílabas
saltan desde mi balcón,
en mi carne
se multiplican los agujeros,
reclaman metáforas
que puedan sanar
tanta sangre derramada.
Demasiado tarde,
la ausencia tejió cadáveres
que se pudren en mí.
Salto,
me sumerjo
en la letra prometida,
y escribo con mi dedo índice
adiós…