La perfección logra alcanzarse, no es un término imposible cuando se tienen las armas para poder conseguirla. Tengo una familia perfecta, una mujer que me ama desde el primer día que nos conocimos, aún siento cosquillas en mi estomago cuando la veo al llegar de mi trabajo. Tengo un hijo espectacular, es primero en su clase y muy maduro para su cortos 12 años de edad. Mi trabajo es el mejor, trabajo solo 6 horas diarias y mi sueldo alcanza para costear todas nuestras necesidades, en fin, soy muy feliz.
Todo mi día es totalmente relajante, al dormir cambia, mis sueños no son de lo común de las personas, son sueños tristes y opacos sin olvidar que son repetitivos. Mis sueños comienzan en un dormitorio blanco en el cual despierto agitado, luego me levanto para abrir la puerta y no lo logro hacer, en ese instante de frustración, despierto. Bueno, los sueños no tienen culpa de nada… mi vida es perfecta!
Al llegar esa mañana a mi oficina, mi jefe mando a buscarme para hablar un tema importante. Subiendo al piso 35 en donde se encontraba su oficina, mis colegas me felicitaban en cambio yo les respondía con una tímida sonrisa, no lograba entender. Al llegar a su despacho, miré su puerta y entré. Al salir era otro hombre, lo tan importante era avisarme de mi nuevo asenso en la empresa, ahora ganaría el doble y trabajaría solo 5 días a la semana. Contento con esto me marche a mi hogar a celebrar con mi familia, este fue otro día perfecto.
Hay algo que me aqueja, mis pesadillas son mas extensas que antes, en ellas me levanto de mi cama, voy al lavamanos que se encuentra en la misma habitación, parece una celda de prisión, sin embargo nunca había soñado con una segunda persona, es esta la que abre la puerta y deja una bandeja de comida sobre mi cama, en ese momento despierto. Ese día no fue lo mismo, no fui a trabajar, me quedé en cama mi mujer había ido a ver s u madre y mi hijo en la escuela. No quería dormir, temía volver a esa pesadilla, a esa mentira, sin embargo el sueño fue peor. Esta vez podía verme mirando el jardín por la ventana de aquella habitación, en ese momento entra un sujeto de edad con lentes, parecía muy seguro de si mismo, se me acerca y me pregunta: ¿te haz sentido mejor?...luego desperté. Al mirar el reloj noté que había dormido 30 minutos. Me notaba algo extraño, el cuerpo me pesaba y tenía una barba larga, me levanté y preparé el almuerzo. Al llegar mi mujer del trabajo la noté distinta. Se sentó y me dijo: debes volver a la realidad. Luego se levantó y se marchó. Yo quedé sin aliento, pensé, ¿mi mujer me reprocha por no trabajar hoy?
Me invadía el enojo. Decidí ir a acostarme sin hablarle. De vuelta al sueño volví al mismo lugar, pero esta vez el sujeto de edad estaba al lado mío anotando en una libreta. Me hizo una pregunta: ¿Cómo se llaman tu esposa e hijo?, sin embargo, no logré recordar sus nombres, ni siquiera sus rostros. En ese momento entró a la habitación una especie de enfermera, el sujeto de edad le dijo: desde mañana reduciremos la dosis a la mitad. En ese momento le pregunté al sujeto donde estaba mi familia, el con una risa burlesca me contesto: ¿tu familia?, hace 12 años que no te viene a ver, supe que tu madre murió, y tu padre es parapléjico, saliendo de este lugar debes sacarlo del asilo y cuidarle. –¿y mi mujer e hijo?... me respondió: ellos están aquí, aquí en tu mente, pero tranquilo ya te hemos traído de regreso a la realidad, nada es perfecto muchacho, si crees tenerlo todo y no tener problemas, dúdalo, quizás estés envuelto en una mentira, pero tranquilo, no te volverá a sucedes, ya estas curado!