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RECUERDOS DE “LOS DE CHACABUCO”

Luis Cifuentes S.

En la serie de CDs "Memoria del Cantar Popular", se publicó hace algunos años un CD titulado "Pisagua + Chacabuco".

Contiene la obra "Pisagua", de Ángel Parra, basada en la novela "La semilla en la arena" de Volodia Teitelboim, y una grabación clandestina de parte de un concierto realizado por los presos políticos del campo de concentración de Chacabuco el día que se anunció la libertad de Ángel, a comienzos de 1974.

Dado que el disco trae poquísima información acerca de la grabación chacabucana, he creído necesario aportar mis propios recuerdos, sujetos, por cierto, a las fragilidades de la memoria. Agradeceré otros aportes.

La grabación fue realizada clandestinamente por Alberto Corvalán Castillo, hijo del secretario general del PC, Luis Corvalán con ayuda de otros compañeros de prisión. Alberto falleció en Bulgaria producto de las torturas sufridas en el velódromo del Estadio Nacional que dejaron su corazón irreversiblemente dañado.

La grabadora de cassette fue proporcionada por un oficial apostado en el campo de concentración (Nota 2012: un chacabucano me escribe que el oficial era uno de los capellanes asignados al campo). La cassette fue sacada del campo por Ángel Parra (Nota 2014: esta información fue aportada por el propio Ángel) y se publicó por primera vez como vinilo en Italia entre 1974 y 1975.

La grabación se hizo desde la parte inferior del escenario de madera que habían construido los mismos prisioneros. La voz de Alberto se escucha repetidamente en la grabación haciendo comentarios.

El "Coro de Chacabuco", dirigido por Iván Quezada, que entonces era un director de coros recién egresado, pero que aparentaba no tener mas de dieciocho años (hay quienes piensan que todavía no representa mas de treinta) es el que canta el Himno a la Alegría de Beethoven. A objeto de trabajar con personas que no tenían formación musical alguna, Iván tuvo que inventar una notación musical simplificada, dado que no era cosa de llegar y montar temas de los grandes maestros (Vivaldi y Mozart eran otros de los autores incluidos en el repertorio del coro) sin alguna guía.

Hubo otros coros en Chacabuco, siendo uno de los más notorios el formado por presos de Concepción.

Las palabras de dedicatoria del concierto a Ángel fueron pronunciadas por Marcelo Concha, quien fue liberado de Chacabuco, vuelto a arrestar y luego desapareció hasta la fecha. Marcelo había sido campeón de natación y un hombre de gran modestia y carisma.

El afecto de los presos por Ángel queda de manifiesto en la grabación.

El que aparece en la carátula como "Grupo Chacabuco", que en el disco es presentado como "El Conjunto Chacabuco" y "El Conjunto de Chacabuco" y que en otros lugares ha sido mencionado como "Los Chacabucanos", se llamaba en realidad "LOS DE CHACABUCO", aunque parece que, fuera de sus miembros, pocos lo nombraron o lo recuerdan con este nombre.

El grupo "Los de Chacabuco" fue creado y dirigido por Ángel Parra y sus integrantes fueron (en orden alfabético):

Víctor Canto
Manuel Castro
Ángel Cereceda Parra (Ángel Parra)
Luis Cifuentes
Marcelo Concha
Luis Corvalán Márquez
Antonio González
Manuel Ipinza
Ernesto Parra
Julio Vega
Ricardo Yocelewski

Aparte de Ángel, que solo dirigía (es decir, no cantaba ni tocaba instrumentos en el grupo) sobresalían Ricardo Yocelewski y Ernesto Parra. Ricardo había sido quenista de Los Curacas y su aporte se aprecia en el tema "Caliche". En ese tema, me tocó rascar (que no tocar) el charango.

Ernesto Parra, que también había sido miembro de Los Curacas, era un muy sólido guitarrista, hasta el punto que todos los integrantes del conjunto, incluido Marcelo Concha que era muy bueno en cuerdas, le reconocíamos superioridad sin discusión.

A la salida de Ángel, fue Ernesto quien tomó la dirección del grupo por unanimidad. Hoy Ernesto dirige una orquesta juvenil.

Las cuecas compuestas en el campo, que en la carátula aparecen bajo el único titulo de "El afortunado", se llaman "El suertudo" y "El puntudo" en el orden en que están en el disco y sus autores fueron Víctor Canto y yo (ambos de la UTE). Las letras pueden ser difíciles de entender pues, en parte, se refieren al folklore del campo de concentración y en parte
se ríen de los militares con suficiente sutileza como para que estos no se dieran cuenta (Ver el Apéndice).

La "zamba argentina" es la "Tonada del viejo amor", de Falú y Dávalos. En ella me toca cantar los versos

"no tengo miedo al invierno
con tu recuerdo lleno de sol".


La "canción de Venezuela" es "Amalia Rosa", de Tino Carrasco.

Ángel cantó por única vez en su concierto de despedida dedicando tres canciones a su esposa (Canción de amor), a su hijo Ángel (Canción para Angélico) y a su hija Javiera
(Canción para Javiera). (Nota 2014: Memo Orrego me recuerda que Ángel también interpretó su composición 'Alma de Chacabuco'. Esto es enteramente cierto).

Posteriormente Ángel decidió regrabar sus interpretaciones para obtener mayor calidad técnica. Se perdió así la frescura, intensidad y emoción de la interpretación de aquella
noche, que me parecieron inolvidables.

En suma, una avalancha de recuerdos.

ANEXO

Cuecas chacabucanas

Cuecas compuestas en el campo de concentración de Chacabuco entre noviembre de 1973 y febrero de 1974 e interpretadas en el campo por el conjunto “Los de Chacabuco”.

Los autores de ambos temas fueron Víctor Canto y Luis Cifuentes, ambos ex – alumnos de la Universidad Técnica del Estado y miembros del grupo "Los de Chacabuco".

Estas cuecas han sido publicadas en varios sitios Web con errores de transcripción y sin indicar su autoría. Ambas cuecas aparecen en el disco de Angel Parra “Pisagua + Chacabuco”, publicado en 2003 en Chile.

El puntúo

Me vine pa’ Chacabuco
de puro buena persona
’ta bueno, dijo mi taita,
pa’ que conozcái la zona
Me vine pa’ Chacabuco

En el avión me vine
como un muñeco
aunque no me sirvieron
Martini seco.

Martini seco, ay sí,
no es pa’ que arranque,
pero no me dejaron
subirme al tanque (1).

Subirme al tanque, ay sí,
no sé qué pasa,
dicen que me acarreo
toda la plaza (2).

Toda la plaza, ay sí,
no se sorprenda,
vamo’ haciéndole empeño
a la encomienda (3).

A la encomienda, ay sí,
pinto p’ alcalde
en mi casa ya tengo
como diez baldes (4).

Como diez baldes, sí,
quién lo diría,
ya estoy apitutao en
la pulpería (5).

La pulpería, ay sí,
no se me espante,
porque ya me hice amigo
del comandante.

Del comandante, ay sí,
no se emocione,
porque estoy de jurao en
las comisiones (6).

Ándale, que estoy ancho,
me metí al rancho (7).


El suertúo

Llegamos desde el Estadio
volando y sin mucho atraso
nos recibieron con banda,
caramba, y su buen charchazo (8)
llegamos desde el Estadio

Mucho frío en la noche,
caliente el día,
seguían en Chacabuco
las penas mías.

Las penas mías, sí,
no veo una,
casi me voy cortao
con la vacuna (9).

Con la vacuna, ay sí,
flor de patagua
cada vez que me baño
se corta el agua.

Se corta el agua, ay sí,
pónete el gorro,
porque a puro poroto
ya vuelo a chorro.

Ya vuelo a chorro, ay sí,
sobre la reja,
no tiene na’ ‘e corriente,
cayó la teja (10).

Cayó la teja, ay sí,
allá en la esquina
ya me iba echando el pollo
voló una mina (11).

Voló una mina, ay sí,
dijo un canario,
más mejor que me quede
en el balneario.

Puchas, que soy suertúo
dijo un puntúo. (12)


NOTAS

(1) En el campo había un tanque y, en varias ocasiones, los militares lo ubicaron apuntando su cañón a los prisioneros mientras estos almorzaban.

(2) La plaza de la Oficina Chacabuco se encontraba fuera del perímetro enrejado donde se mantenía a los prisioneros y estos eran llevados allí por los militares a buscar madera para hacer fuego con el que se calentaba agua o se cocinaba. También se transportaba desde la plaza otros materiales e implementos útiles.

(3) No todos los prisioneros recibían encomiendas (ropa y alimentos) de sus familias, de manera que estas eran muy codiciadas.

(4) En el campo había pocos baldes, pero estos eran muy útiles, de manera que todos los prisioneros ansiaban tener uno en sus casas. Obviamente, nadie podía tener diez baldes.

(5) Los prisioneros organizaron, con autorización de los militares, una pulpería, es decir un negocio donde podían venderse algunos artículos de primera necesidad, tales como alimentos, artículos de aseo y otros. Esto era posible porque se autorizó la recepción de giros de dinero en el campo. Los mismos militares hacían las compras en Antofagasta y las transportaban al campo, obteniendo así una ganancia.

(6) ‘Las comisiones’ eran equipos jurídico-militares que accedían al campo a tomar declaraciones a algunos prisioneros como parte de los juicios entablados por la dictadura. En algunos casos, los prisioneros eran sacados del campo e interrogados en otros recintos. Acerca de estos interrogatorios hay varios testimonios publicados.

(7) ‘El rancho’ era un grupo de prisioneros que trabajaban junto a los militares en la preparación de alimentos. Se suponía que los miembros del rancho tenían el privilegio de un mayor acceso a alimentos que el común de los prisioneros.

(8) A menudo los grupos de prisioneros que iban llegando al campo desde el Estadio Chile y otros centros de detención a lo largo del país eran recibidos con insultos y golpes.

(9) A poco de llegar al campo, se sometió a los prisioneros a una vacunación.

(10) Los militares hablaban de la ‘reja electrificada’ que rodeaba el campo, pero dado que la reja hacía tierra en toda su extensión, no era posible electrificarla de manera efectiva.

(11) El campo de Chacabuco estaba minado en la mayor parte de su entorno a objeto de evitar fugas de prisioneros y a menudo explotaban minas, posiblemente accionadas por perros vagos.

(12) Referencias a otras cuecas y textos creados en Chacabuco hay en http://www.prisionerospoliticosdechacabuco.cl/museo/museo.asp







Texto agregado el 27-07-2012, y leído por 2129 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
18-08-2012 Gracias por las cuecas, un gusto leerlas. Me gusta mucho eso de" en mi casa ya tengo como diez baldes", nunca lo hubiera entendido sin tu explicacion. Entrega una muy buena visión de lo que significó vivir esa experiencia. loretopaz
27-07-2012 La Tonada del viejo amor, precioso recuerdo, Disfruté leyendo tu relato, creo que sería bueno ampliarlo, por ejemplo, me gustaría que pusieras las letras de las cuecas. Tienes razón, es una avalancha de recuerdos. Y no sólo para quienes pasaron un tiempo en Chacabuco. loretopaz
 
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