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Inicio / Cuenteros Locales / SOFIAMA / EL CHICO QUE COLOCÓ NUEVAMENTE LA LUNA EN EL CIELO.

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ÉSTE ES MI REGALO DE NAVIDAD PARA TODOS LOS HABITANTES DEL PLANETA AZUL. FELIZ NAVIDAD

Llego al barrio de cuando éramos niñas mi amiga Inocencia y yo. Me recibe una mujer que parece una diosa. Su cabello de colores engalanado con plumas, conchas y caracoles que ha extraído del lago, se mueve con la brisa. Apenas percibe mi presencia, sonríe, toma una caracola y la hace sonar. Algo mágico acontece: del agua surgen ondinas y nereidas, y vislumbro un barco como aquél que un día se llevó a Inocencia a tierras lejanas y exóticas.


La diosa, sin perder sus rasgos femeninos, toma la forma de unicornio; y como por arte de fantasía, un arpa en miniatura aparece sobre su cabeza. Al compás de las notas que brotan del instrumento, se forma un castillo celeste que suavemente se posa sobre el lago. Una bandada de pájaros arrastra un manto de tul color violeta con el que arropan el castillo para protegerlo.


Mis ropas se transforman en tejidos de organdí de colores pasteles, y mi cabello toma las tonalidades del pelo de la diosa, semejando una primavera ininterrumpida. Una luna gigantesca, como pantalla de plata, refleja imágenes dibujadas por mágicos artistas. Una de las figuras es un niño que toca una flauta dulce cuyos acordes crean pétalos que surgen del lago convirtiéndose en mariposas, unicornios, duendecillos, aves de colores brillantes y querubines que danzan al compás de la música.


Maravillada observo que la luna es tomada y depositada por manos mágicas sobre el lago. De la luna emerge una pareja de ángeles que, mirándose a los ojos, flota y se une al baile recorriendo el lago; con sus manos riegan un polvo brillante que despierta de un largo sueño a los elementales de la naturaleza. Así, los silfos y sílfides del aire se desperezan y silban una melodía que se esparce por el espacio. Un laúd se dibuja en el ambiente, y una niña -sentada sobre un jardín de flores - rasga las cuerdas del instrumento. Sé que es un ángel porque veo sus alas color plata en su espalda. Encima de ella, surgen Salamandras representadas por doce candelabros encendidos cuyo fuego seduce e hipnotiza.
-Cada vela simboliza los meses del año. -Me dicen.
Cuando giro para ver quién me habla, veo un árbol de cuyo tallo asoma la cara de una bella mujer. Las hojas son mariposas anaranjadas con rayas grises que desprendiéndose revolotean alrededor de las ramas. Mirándome con ternura, dice:
- Yo represento a la tierra, junto con los gnomos.
Asombrada le respondo:
-Y, por supuesto, las Ondinas y Nereidas que están en el lago son los elementales del agua.
- Sí, así es.


Mientras hablo con ella, observo que sobre una roca de la playa hay una sirena chapoteando con su cola. Su cabello es rojizo, y las escamas, que cubren sus brazos y su cola, son doradas y brillantes. Me acerco y me siento a su lado. La sirena, mirando al horizonte, me pregunta:
- ¿Qué te inquieta?
- Vine en búsqueda de una historia de Navidad para mis amigos azules, pero lo que veo no lo relaciono con la Navidad.
Gira la cabeza, frunce el ceño y dice como cansada:
- ¿Por qué no lo relacionas con la Navidad?
- No veo árboles navideños, no… Bueno…
Noto que no tengo nada que decir y experimento como cierta vergüenza ante su mirada cuestionadora. La sirena me ordena con voz suave:
- Cierra los ojos y observa.
Obedezco y diviso que la diosa que me recibió al llegar está suspendida sobre el lago y lleva en sus manos un ánfora de plata. De éste sale humo de varios colores, y un hombre reno - que está detrás de ella - levanta el tul que protege el castillo. El humo se disemina por todo el ambiente, y veo las casas de mi infancia como villas navideñas alumbradas con los mismos colores de cuando yo era niña, pero mucho más brillantes.


Mi alegría crece, y mi corazón bombea a toda velocidad. No me atrevo a abrir los ojos porque mi alma está radiante y temo que desaparezca la dosis de magia e ilusión que me hechiza. Ante mí, aparecen todas las casas de mi barrio, las personas. Todo, absolutamente todo lo que me hizo tan feliz cuando era niña. A medida que mi alegría aumenta, se añaden elementos nuevos a mi barrio. Cosas que no existieron en el pasado, pero que lo hacen más deslumbrante ahora. En el aire, veo unos zapatos gigantes, como aviones, decorados con motivos navideños, propulsados por cometas de colores fascinantes. Dentro de los zapatos, están las personas que yo conocí cuando era pequeña, y de sus corazones irradia una luz dorada.


Sigo mirando emocionada y observo que algunos de mis amigos del barrio tienen una enorme red de pescar repleta de escarchas plateadas como estrellas. Levanto la vista y descubro que arriba en el cielo están dos de mis amigos: uno está pescando estrellas que deposita en una vasija dorada que sostiene otro niño, y éste las arroja sobre la red. Sigo oteando y distingo a varios padres de mis amigos que leen cuentos a sus hijos. A medida que las palabras salen de sus labios, ellas se trasforman en delicadas burbujas cristalinas que no se rompen con el aire.


Mientras las burbujas cubren el ambiente, un duende gigante germina del suelo, y percibo en su rostro los rasgos de una de las personas más ancianas de mi barrio. Él extrae un enorme reloj dorado de su corazón, le muestra a los niños que ya van a dar las doce y que la navidad está por arribar. Los chicos lucen contentos y están dispuestos a obedecer, pero uno de ellos señala al lago y se dirige a éste. Levanta la luna y la coloca de nuevo en el cielo. Luego, todos suben a un ganso gigantesco que les espera a la orilla del lago y marchan a sus casas.


Finalmente, abro los ojos y fascinada miro a la sirena. Ella me pregunta:
- ¿Encontraste lo que buscabas?
Llena de alegría, respondo:
- ¡Sí! ¡Sí, es maravilloso!
La sirena, volviendo de nuevo su mirada al horizonte, añade:
-Nada de lo que viste estaba fuera de ti. Todo lo que al principio percibiste y que te pareció que no era parte de lo que tú concibes como Navidad, y todo lo que vislumbraste después, mora dentro de ti y de todos. Di eso a tus amigos azules. Diles que la Navidad no es una fecha, ni es una parte de la vida, sino un principio de vida. Ellos entenderán.
Me levanto, me despido de la sirena y, al momento de partir, me detiene:
- ¿Olvidaste preguntar algo?
-No, no lo olvidé. - Acoté, sin atreverme a preguntar.
Ella, mirándome fijamente a los ojos, dice:
- Te escucho.
-No entiendo, digo titubeando. No vi al Niño Jesús. ¿Por qué no estaba?
La sirena con una sonrisa de comprensión, responde:
- El Niño Jesús es el chico que colocó nuevamente la luna en el cielo.

Texto agregado el 20-12-2012, y leído por 1017 visitantes. (58 votos)


Lectores Opinan
30-07-2013 Gracias por guiarme a este mundo que está dentro de ti, hoy ha sido Navidad para mí. Un abrazo querida amiga. carmen-valdes
09-07-2013 Hermosas alegorías que sobrevivirán más allá de los sones navideños, ya que posee esa trascendencia que le permitirá sobrevivir durante todo el tiempo que queramos. Un bello regalo del cual tomo lo que me corresponde... guidos
10-06-2013 ¡Oh! Ahora sí que mis ojos brillan :) La idea del cuento es maravillosa.*****Mientras iba leyendo me preguntaba, ¿será que necesitamos a los amigos para darles todo lo que tenemos? Solo_Agua
25-04-2013 Maravillosa historia que hace soñar con un mundo mágico. CORAZONVERDE666
02-04-2013 No he leído un cuento tan maravilloso en mi vida. Feliz día de todos tus días! granada
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