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Catman

La casa junto al pantano

Capítulo 12

Se sorprendió cuando el inspector Morris hizo su entrada a la tienda.
-Buenas tardes, señor Sanderson,- dijo aproximándose al mostrador.
-Buenas tardes, inspector,- contestó al saludo. –Es extraño verlo por acá.
-Tiene razón, lo que sucede es que estoy detrás de un caso que me lleva de los pelos, y estoy tratando de conversarlo con todos los del pueblo.
-¿De qué se trata?
-¿El señor Shepard se encuentra? Necesito hacerles unas preguntas y me ahorraría tiempo si lo hago en presencia de ambos.
-Está en la trastienda,- asintió y girando la cabeza hacia la entrada a ese lugar, llamó en voz alta:
-¡Señor Shepard! Acérquese por favor, el inspector de policía requiere su presencia.
El hombre apareció desde detrás del cortinado y saludó al oficial quien contestando al saludo agregó:
-¿Cómo está usted, señor Shepard?
-Bien, inspector. ¿Qué ocurre?
-Supongo que estarán ustedes informados de la desaparición de la señora Greenhouse y de su empleado el señor Jackson.
-No sabía nada al respecto.- Mintió John.
-Algo escuché por ahí.- Contestó Shepard afirmando con la cabeza.
-El caso,- siguió el inspector. –Es que ambos, hace aproximadamente un par de días, por lo que me han dicho algunos en el pueblo, se encuentran desaparecidos y nadie sabe nada con respecto a su paradero.
-¿Los dos a la vez?- Preguntó John. –Eso es extraño.
-Por eso me acerqué a ustedes, por si saben algo que pueda darme una pista, estoy tratando de averiguar por todos lados, y hasta ahora no tengo nada.
-Si desaparecieron juntos,- acotó Shepard. –Tal vez decidieron hacer algún viaje y no hay motivos para preocuparse, según tengo entendido ellos se llevaban “más que bien”.- Sonrió maliciosamente.
-Eso también pensé yo, pero como hace algo más de dos meses también desapareció misteriosamente el doctor Ryan, ya comienzo a preocuparme.
-Creo que el señor Shepard está más acertado en sus conclusiones,- intervino el muchacho. –Algún motivo habrán tenido para alejarse del pueblo.
-Además,- razonó Shepard. –No siempre estamos dispuestos a decirle a los demás porqué nos vamos, es cosa que incumbe a cada persona.
-Tal vez tengan razón,- reflexionó el inspector. –Seguiré investigando, pasaré por lo de madam Bellamy, en los prostíbulos siempre hay posibilidades de averiguar alguna cosa.- Dijo dirigiéndose hacia la salida y agregó: -¿Saben algo del señor Tyson?
-Seguramente lo encontrará en casa de madam Bellamy.- Contestó Shepard.
-Es verdad,- reconoció sin contener la risa. –Sé que es asiduo a ese lugar. Debí imaginarlo al ver que la taberna se halla cerrada por el tema ese del cumpleaños.

Una vez que el inspector se marchó del lugar, tanto John como Shepard, volvieron a sus respectivas tareas.
El muchacho dedujo que si la policía continuaba investigando más a fondo, quizás decidieran acercarse hasta su vivienda y la situación podría complicarse.
Esto hizo que su resolución en cuanto a terminar con la vida de su tío, tomase más fuerza en su mente.
Comenzó a predisponerse para ello, y lograr armarse de coraje para poder realizar aquel despreciable acto contra un miembro de su familia.
Faltaban pocos minutos para que el reloj marcase las cinco de la tarde, hora en que abandonaba sus tareas.
Le pareció extraño que Annette, como le había dicho, no hubiese pasado a saludarlo, pero comprendió que la joven se hallaría demasiado ocupada en las tareas de la taberna como para acercarse hasta la tienda.
Se conformó pensando que al día siguiente podría verla, y de mucho mejor ánimo después de quitarse de encima la carga de alimentar a su tío noche tras noche.

Durante el regreso iba maquinando la manera de deshacerse de la inmunda bestia en que Edward se había convertido.
Al llegar a su domicilio, y ya con una idea de cómo realizaría la horripilante tarea de asesinar al hombre que alguna vez había cuidado de él como si se tratase de su propio padre, comenzó a prepararse para realizar el inhumano acto.
Bebió una taza de té y luego, tal como lo tenía previsto, tomando una delgada cuerda, amarró con ella al cabo de una de las escobas la cuchilla de hoja más larga que había en la casa.
De esa manera, la usaría como si se tratase de una lanza, de forma tal que pudiese mantenerse alejado de Edward, temiendo a que por algún descuido de su parte, el hombre pudiese herirlo y así contagiarle la enfermedad.

Cuando el inspector Morris se hacía cargo de una investigación, no cesaba en su empeño al tratar de resolver el problema, de cualquier índole que fuese.
Hurgaba en su mente sin descanso porque sabía que algo se le estaba escapando de las manos, hasta que por fin supo de qué se trataba.
El pantano. Había recorrido casi todo el pueblo e inclusive varias de las granjas cercanas tratando de averiguar el paradero de la señora Greenhouse y de Donald Jackson, pero no había estado en el pantano.
La gente del pueblo y sus alrededores eran honestas y trabajadoras pero: En caso de asesinato. ¿Cuál sería el mejor lugar para deshacerse de un cuerpo? Indudablemente: El pantano.
Había anochecido cuando el inspector Morris junto al sargento Williamson, provistos con linternas de petróleo y a regañadientes del sargento que consideraba que hacerlo al día siguiente a plena luz hubiese sido lo más lógico, comenzaron a rondar por las inmediaciones del lodazal.

Debido a las aguas estancadas, los arbustos en descomposición y lo cenagoso del lecho del pantano, rico en sedimentos y nutrientes, hacía que los gases que emanaban desde el fondo, produjesen burbujas de distinto tamaño que llegaban a la superficie para dejar expeler los vahos fétidos contenidos en ellas.
Esas burbujas, según la cantidad de gases que trasladaban en ellas, traían toda clase de residuos de la profundidad del cenagal para luego hundirse nuevamente.
Contemplando ese extraño acto de la naturaleza, repentinamente el sargento tomó uno de los brazos del jefe de policía dejando escapar una exclamación de sorpresa:
-¡Mire eso, inspector!
-¿Qué pasa, sargento?
-¡El agua del pantano! ¡Mire!
Algo realmente macabro fue lo que pudo ver el inspector Morris. Partes de esqueletos humanos eran traídos a la superficie por las burbujas creadas en el lecho del pantano, y al cabo de escasos segundos volvían a sumergirse.
-¡¿Qué demonios está sucediendo acá?! ¡Ya sabía yo que éste pantano ocultaba algún oscuro secreto!- Alzó la vista con un gesto de consternación, y pudo ver la casa emplazada en el promontorio.
-Hay luz en la vivienda de los Sanderson,- dijo. –Vayamos hacia allá para ver si John puede darnos una explicación al respecto, tengo la corazonada de que ese joven sabe algo más de lo que aparenta.

Aproximadamente media hora antes de que el jefe de policía fuese testigo de aquel horrendo descubrimiento, John Sanderson, armado con la ocasional lanza que había fabricado, abandonó la casa y se dirigió directamente hacia el sótano.
Llevando el arma detrás de su espalda con el propósito de que Edward no pudiese darse cuenta de sus intenciones, se acercó a la puerta de hierro del lugar donde se hallaba confinado su tío.
Estuvo a punto de abrir el candado, cuando le pareció que desde el exterior, alguien lo llamaba por su nombre.
Sacudió la cabeza pensando que se trataba de alguna mala pasada que le jugaba su mente, debido al nerviosismo que le causaba el acto que se hallaba por consumar, pero aparentemente no se equivocaba, volvió a escuchar que lo llamaban, y por el tono de voz creyó reconocer de quién se trataba.
Apoyó la precaria arma sobre la pared junto a la llave del candado y salió del sótano presurosamente, a tal punto que olvidó cerrar las gruesas puertas de madera.
A la entrada de la casa y para su asombro, pudo ver que Annette Winston, ésta vez vestida de manera informal, como cuando atendía a los parroquianos en la taberna, aguardaba impacientemente su respuesta.
-¿Qué haces por acá a éstas horas, amor?- Preguntó nerviosamente cuando estuvo casi a su lado.
-Tenía ganas de verte, John.- Contestó. -¿Dónde estabas?
-En el sótano,- dijo tratando de calmarse. –Acomodando algunos trastos.
-¿No es tarde para eso?
-Algunas veces el tiempo no alcanza.- Movió la cabeza negativamente y dijo enseguida:
-¿Cómo te has atrevido a venir desde el pueblo en plena noche, y sola?
-Te dije, tenía ganas de verte, ya que ésta tarde no puede acercarme a la tienda donde trabajas, y al finalizar el cumpleaños decidí llegarme por acá.- Repitió y preguntó de inmediato: -¿Porqué se te ve tan nervioso? ¿Pasa algo?
-No, nada, ven entremos a la casa.
Ingresaron a la vivienda.
-No quisiera ofenderte, John pero te ves hecho un desastre.
-Cosas del trabajo.- se justificó.
-¿Qué tal si tomas un baño y tal vez yo...- Hizo un gesto de picardía. -...Tal vez yo pueda jabonar tu espalda.
-No creo que eso sea oportuno ahora, deberías regresar a tu casa, quizás tu padre esté preocupado.
-No lo creo, él piensa que estoy en mi cuarto descansando, y te diré más, le estuve hablando de nuestra relación y la aceptó de buena gana.
John se alegró al escuchar las últimas palabras de Annette y enseguida la besó suavemente en los labios.

Edward Sanderson se hallaba frenético, tomado de la puerta de hierro la sacudía como si tratase de destruirla, hasta que llegado el momento en que ya no resistió los embates, cedió y fue desprendida de sus bisagras.
Con paso tambaleante pero acelerado a su vez, emprendió la marcha en pos de alcanzar la parte exterior del sótano.
Una vez libre de su encierro se dirigió rumbo a la casa, gruñendo como una bestia sanguinaria ávida de sangre.

Continúa...

Tanto el nombre de los personajes como la historia aquí narrada son ficticios. Cualquier semejanza con la realidad, con personas vivas o muertas, es pura coincidencia.

Texto agregado el 05-04-2013, y leído por 234 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
18-08-2013 Uhhhh!!! Se nos escapó el tío...claro, tiene hambre el pobre. filiberto
06-04-2013 Vine en busca del 13. Besos. SOFIAMA
06-04-2013 Es lo que digo, sabes de lo que escribes y cómo hacerlo,suspenso y masacre todo excelente º(*Ç*)º=D mis cariños dulce-quimera
05-04-2013 IMPECABLE...ME PONGO DE PIE; ME HAS ATRAPADO CON ESTA HISTORIA... fabiandemaza
05-04-2013 .....excelente..!!! Espero leer el próximo capitulo. Saludos gema01
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