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Mi soledad, mi apatía me hizo llegar a este paraje quería empezar una nueva vida luego de tantas marchas y contramarcha para deshacerme de esta locura que me llevo, casi, a hacer explotar mis últimos cartuchos. Luego de una larga ausencia de mi yo.
Así fue como llegué a esta casa que fue, en sus mejores tiempos, de la familia y ahora quedaba a nombre de mis hermanos, ellos me pidieron que no viniera a la casa si mi intención era volver a encontrarme conmigo misma. Yo estaba aún frágil creía que sería mejor la soledad y el mar para recuperarme.
Pero, apenas llegada, las cosas no parecían normales, comenzaron unas series de eventos imprevistos, a mí nunca se me paso por la cabeza que algo podía interferir en este camino que comenzaba a vivir para ser nuevamente la que fui.
Salí de la casa en paños menores, recorrí el terreno con mis pies desnudos, las malezas del jardín a medio cortar hirieron mis talones. Me esforcé por encontrar aquel extraño ser que vi en la oscuridad del relámpago azul. Corrí como el viento flotando entre esquirlas de la noche. En las sombras, una figura se precipitó al camino, su silueta me parecía conocida, grite su nombre pero la tormenta arreciaba y no percibí si me habría escuchado, de pronto un relámpago frustro mi intento por seguir la carrera.
Retrocedí sin ver, casi caigo en un pozo oscuro que el jardinero olvido tapar, regrese corriendo a la casa, mi pijama se enredaba a cada paso, parecía que iba a precipitarme al vacío, no sentía frío, si mucho miedo, estaba sola sin más compañía que los murciélagos circundando alrededor. El mar bravío daba la impresión que me tragaría si seguía recorriendo su cintura de sal. Entre a la par con el viento, que en ráfagas se colaba desafiante.
Subí las escaleras lo más ligero que pude, entré en mi dormitorio y cerré la puerta violentamente, fue ahí, justamente que me di cuenta de la figura, que brillante estaba sobre mi piano, no supe cómo avanzar para despejar mi ventana, o prender el sol de noche, pero la fantasmal figura se movió. Corriendo se incrusto en mi cama, se fue metiendo adentro, casi como una pluma fue delineando su esbeltez. Me quede ahí estupefacta, sola, muda y terriblemente desconcertada, no podía mover mis piernas y mis manos tampoco respondían. El cielo grito con su trueno despiadado y un refusilo cruzo por mi ventana, al mismo tiempo que esa cosa elevada se mostraba tal cual era. Salí disparada, corrí por toda la casa, no podía parar, y mis gritos se mezclaron con la furiosa tormenta. De pronto mi piano comenzó a sonar con una melodía siniestra, sentí un escozor en todo mi cuerpo.
Un humo rojo comenzó a colarse desde el ventanal principal y la figura erguida se hacía visible, tan efímera fue mi visión que cuando desperté la casa estaba en calma y yo convertida en una esfinge azul.


MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI.

Texto agregado el 02-07-2013, y leído por 278 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
02-07-2013 Un relato de aquellos para degustar, me encantó. Gracias, te abrazo. gsap
02-07-2013 Sumamente interesante, preciosa mía! Este tipo de historias me fascinan!***** MujerDiosa
02-07-2013 Simplemente genial y mágico. Qué talento, mi amada Lagunita. Me fascinó. Te abrazo. SOFIAMA
 
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