Tu mirada me produjo mariposas en el estómago., fue algo sorpresivo e inesperado. Puede parecer tonto que algo así cause tanto trastorno, sobre todo si se considera que una de las formas que tiene la gente de comunicarse es precisamente a través de la mirada y entonces los ojos virtualmente hablan, musitan o gritan lo que se siente o experimenta.
Una mirada puede decirlo todo ó también negar hasta el infinito; la tuya fue una verdadera revolución en mi vida, nunca esperé un descalabro como el que me causó, creo que en cierta forma ya había olvidado lo que era sentir ese caminar apresurado de la sangre por las venas, que a ratos parece un galope desbocado.
Desde entonces no dejo de pensar en esa mirada intensa, casi misteriosa. La busco durante el día y la sueño por las noches intentando vanamente olvidarlos... Mal asunto, me he dicho...de alguna manera se ha adueñado de mi memoria, hasta el punto de impedir que recuerde cualquier otra, que alguna vez me haya impresionado.
Conozco la sensación de mariposas en el estómago, y la temo. No debería ser así, pero lo es, en especial sí a ese efecto le sumo lo increíble que resulta tu voz para mis oídos o lo importante que termina siendo cada palabra, cada frase que formulas. Se han despertado en mi, además de las mariposas, sensaciones tales que semejan un quehacer adolescente de las hormonas, las mismas que he tenido sojuzgadas por tanto tiempo, entonces en la soledad del lecho tus manos me acarician y me envuelven en una pasión que deja sus huellas en mi almohada.
Es curiosa esta situación, sí alguien me hubiera dicho que me encontraría hecha un lío, le habría tildado de loco, porque me las había ingeniado para caminar a un ritmo idílicamente insulso, incluso había aceptado que podía pasar la vida vegetando, o simplemente dejándola pasar de cualquier modo.
Me he dado cuenta, tengo que admitirlo, que necesito tu mirada, esa que me desnuda suave y lentamente haciendo que mi piel desee la tuya hasta casi experimentar dolor físico. Necesito aquélla que me mima y que me anima a entregarme toda. Cada mañana me niego a abrir los ojos, todo mi ser desea continuar en esa nebulosa del sueño, donde estás tú, donde estoy yo y donde nos amamos locamente... sin que nada nos separe y todo nos una... porque temo el momento en que ya no me refleje en tus pupilas ni escuche el sonido de tu voz. Ese día me envolverá tal tristeza que morirán las mariposas... sin haber besado las flores de mi jardín.