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A uno, a veces, le suceden cosas raras.

Acabo de pasar en Barcelona tres días en memoria de un hombre a quien encontré hace cuarenta años otros tres días.

Preparaba entonces un doctorado de estudios ibéricos sobre una obra de este escritor catalán de lengua española.

Se trataba de una novela-reportaje sobre un barrio popular y desheredado al pie de la colina de Montjuich en Barcelona. Su autor quería denunciar el abandono material y moral en los que la burguesía bienpensante y el poder de Franco mantenían esta población.

Todo era verídico: lugares, nombres, apodos, apellidos, chismes y comadreos. El escritor, en su ingenuidad, había pensado que esa gente nunca leería el libro, primero porque la mayoría no sabía ni leer y segundo porque el poco dinero que tenía no era para libros, que ¡buena falta le hacía para comer una vez al día!

Pero pasó lo que no había de pasar: circuló el libro por el barrio, se enteró la gente y se armó la de Dios es Cristo, hasta el punto de que el autor temió por su vida y el gobernador civil tuviera que prohibir la obra durante cuatro años para preservar el orden público.

Su editor aprovechó este lapso para proponer a la venta ediciones de estraperlo que desaparecían apenas sacadas a luz.

Todo eso, así como la personalidad del autor y su estilo particular, había motivado mi interés por la obra y quería entrevistarle.

Me recibió en casa y en familia, contestó con total benevolencia a mis torpes preguntas, me invitó a comer, nos hicimos fotos, y de vuelta a Francia, empezamos a corresponder durante varios años.

Nos tratábamos de amigo uno a otro. Me mandaba cada nuevo libro suyo.

En 1978, terminé y validé la tesis. Mi vida tomó otros rumbos y la suya también porque, al año siguiente, fue elegido senador por Cataluña y después concejal de Hospitalet de Llobregat.

Nos perdimos de vista.

De todo ello me quedaba un mamotreto polvoriento, un fajo de cartas, una caja de libros y algunas fotos.

Hasta que, en 2011, me llamó un colega del valle del Loira para decirme que acababa de presentar un doctorado sobre el mismo escritor y que una Fundación Privada, iniciada por la última compañera del autor, se interesaba por nuestra labor.

Me caí del armario, como quien dice.

A treinta y tantos años de distancia, un pasado universitario tan corto como ligero cobraba nueva vida y ¡de qué manera!

En 2013, de vacaciones en la Costa Brava, aproveché la ocasión para remitir a la Fundación, asentada en el mismo barrio donde toda la vida había vivido el escritor, uno de los tres ejemplares restantes de mi tesis.

A mi colega ya le habían propuesto traducir al catalán la suya. La mía, dije que no hacía falta. Me han hecho caso.

El año 2014 en Cataluña es de los que vienen marcados con piedra blanca. En efecto, se conmemora el tricentenario del asedio a Barcelona que dio origen a la fiesta nacional catalana, la Diada. Y la Fundación pensó que en tal contexto, le vendría de maravilla celebrar también el quincuagésimo aniversario de la publicación de un libro famoso de su autor: Los otros catalanes.

Se trata de aquel ensayo-reportaje, publicado en 1964, siempre reeditado desde entonces, en catalán como en castellano, que enfocaba el problema de la inmigración a Cataluña y promovía vías de convivencia.

La obra, recuperada por la clase política como ilustración del lema de moda: Catalunya, un sol poble, viene encumbrada y es objeto de una intensa campaña de prensa. Hasta el punto de ser el único libro del autor, sobre más de cincuenta, asequible hoy en librería y un tanto conocido del público.

Pues bien, la Fundación elaboró un extenso programa de actos, todo a lo largo del año 2014, para glosar este aniversario y mi colega y yo habíamos sido invitados a participar el 2 de julio del mismo a un acto sobre "el autor y su obra", en el solemne marco del Institut d’Estudís Catalans.

Con un programa digno de embajadores. Verán: tres noches de alojamiento en un céntrico hotel tres estrellas de cala moderna, todos gastos incluídos. Visita del Museo de Historia de Cataluña, comentada por el propio Director, seguida por un almuerzo con algunos colaboradores suyos en el resaurante asentado en la terraza. Comida fina y vino de primera calidad. Al día siguiente, visita del Ateneo barcelonés, comentada por su Director, seguida por una comida-debate con unos cuarenta miembros de la venerable institución. Difícil momento en el que se nos pide que opinemos sobre la nueva inmigración y sus problemas.

A continuación, entrevista telefónica con la agencia de prensa Europapress. El público está entrando en el patio del IEC y las sonoras voces catalanas me impiden oír con claridad las preguntas de la periodista. Tengo que encerrarme en los servicios a tratar de contestarle atinadamente. Me temo no haberlo logrado.

A las seis de la tarde, en el antiguo palacete que ocupa el Institut d’Estudís Catalans, carrer del Carme, tiene lugar el acto principal: una conferencia con tres ponencias. La primera, de un historiador de renombre, enfoca la permanencia del mensaje del difunto autor sobre la situación de las familias pobres en los barrios. La segunda, de mi colega francés, entresaca dos figuras de inmigrantes de un cuento y una novela corta suyas. Se explaya un poco y le pasan un papel diciéndole que acorte.

Hace hora y media que la asistencia escucha discursos, la sala con los focos de luz y el público se ha recalentado y algunos dormitan por intérvalos.

Me corresponde ahora meter mi cuarto a espadas. Se me acaba de pasar la palabra. Tengo la espalda medio empapada y la garganta seca. Sorbo el resto de mi botellita de agua y abro el micrófono. En la tableta puesta delante de mí, hago desfilar la primera página de mi discurso:

"Ejem… Gracias… Lo mío va a ser menos académico, me temo. Ya verán. Vamos: Muy honorables Señores Presidentes y Directores, Estimada María, Señora G., Apreciados amigos, Señoras y señores…"

Soy incapaz de hablar en catalán veinte minutos. He previsto decir una frase al final, nomás.

Me disculpo por ello y sigo con los agradecimientos de regla: a los organizadores, a mi colega, a mis maestros, y finalmente al escritor, motivo y objeto de esta celebración.

No se me olvide subrayar que antes que el sociólogo más o menos fabricado por los media, Paco fue un cuentista y novelista de primer orden.

"… El caso es que después del escándalo que le cayó encima en 1957 con su novela Donde la ciudad cambia su nombre, le tocó la celebridad siete años más tarde con el ensayo-reportaje de Els altres catalans, llevándolo por una corriente que acabará por hacer de él un icono de la catalanidad en vez del novelista famoso que anhelaba ser. Me toca evocar ahora cuál ha sido mi relación con su autor. Más bien corta, como verán, pero sin embargo intensa y rica de recuerdos y sentimientos. Permítanme remontar primero a los orígenes…"

Dudo un poco del interés de esta sección en la que explico en qué circunstancias descubrí la existencia de Paco, hace treinta y cinco años, durante mis estudios de licenciatura. A través del único libro de viaje que haya escrito. ¡Adelante, hombre!

"… Fluyeron tres años. Por aquellos tiempos, ya era catedrático en un instituto de la costa norte de Bretaña, pero desde hacía dos años impartía algunas horas extra de traducción y literatura en la Facultad de Letras de Rennes y buscaba cómo quedarme ahí con puesto fijo…"

Explico que la solución propuesta por mis profesores fue preparar un doctorado de estudios ibéricos cuya detención podría abrirme las puertas de la Universidad. A continuación, cito la primera carta que me mandó Paco, para subrayar su enorme empatía con la gente, desde el primer contacto.

"Apreciado amigo:
Puedes llamarme Paco y tutearme, como yo lo hago, pues si eres amigo de los B., también lo eres mío. Además te agradezco profundamente tu admiración y benevolencia con mis libros. Al mismo tiempo me enorgullece el que dediques tu tiempo al estudio de mi obra, en ese aspecto lingüistico y estilístico que tú dices. O sea que por mí, no hay inconveniente de ninguna clase sobre lo que piensas hacer y puedes pedirme todo lo que sea y preguntarme lo que quieras… Un cordial y fuerte abrazo."

"… En abril de 1973, encontré a Paco y su familia en el ático de la calle de la Fundición, pero también me llevó a su antiguo piso de la calle Ferrocarriles catalanes, donde trabajaba y que estaba atestado de libros. Fui recibido como un viejo amigo de la familia, comí con ellos, nos hicimos fotos juntos y me despedí a los pocos días como una relación de toda la vida…A partir de ahí empezamos una correspondencia episódica, con miras prácticas esencialmente. Le interrogué sobre problemas lingüísticos y para solicitar recortes críticos y referencias de libros. Colaboró con total benevolencia."

Cuento brevemente cómo, a pesar de un sobresaliente, ese doctorado no surtió el efecto previsto y tuve que desistir de mis pretensiones universitarias.

"Opté entonces por seguir otros caminos, los del compromiso y de la acción política. Quince años en listas municipales de izquierda, por el partido socialista, con interrupciones, hasta que en 2001, una traición durante una campaña me movió a abandonar la política activa. Se ve, pues, que como Paco, aunque a nivel más modesto, en ese tema, pasé de la ilusión a su contrario."

Revuelos en la sala. El público entendido sonríe.

Paso a evocar los años en que usé textos de Paco con mis estudiantes de clases postbachillerato, hasta mi jubilación en 2007, insistiendo en un epidosio personal de esta época:

"El 24 de abril de 1994, yo escribía esta carta que sólo dos personas conocen:

Amigo Paco:

Me da mucha vergüenza escribirte estas líneas después de tanto silencio (creo que no he vuelto a saber de ti desde la publicación de tu diario senatorial en 1979 y son quince años ya) y sin duda no me hubiera atrevido a hacerlo de no haber querido encontrarte la hija mía portadora de esta carta.

Parece destinarse a una carrera de profesor de castellano como su padre y este año cursa aquí conmigo lo que se llama « letras superiores » como preparación al segundo año de licenciatura en la facultad de Rennes.

Así es como después de estudiar en clase varios textos tuyos, le ha dado por conocerte, con motivo de su segundo viaje a Barcelona con otra estudiante, amiga suya.

Recuerdo que lo mismo me pasó a mi cuando estudiaba bajo la dirección de Albert B. ¿Será verdad que la historia vuelve a pasar los platos? No he querido mesnoscabar lo que puede ser el principio de una vocación y por eso redacto esta carta de introducción.

Te agradezco de antemano los consejos que puedas darle para descubrir mejor tu ciudad durante esta semanita. Ya le darás las noticias tuyas que creas oportunas y ella te dará las mías.

Un cordial y fuerte abrazo.

Pero yo había perdido el número exacto de la dirección de la calle de la Fundición, el Estatut le había modificado el nombre, el panorama urbano había cambiado mucho en esta zona, o desistió de su proyecto mi hija a la hora de la verdad, no recuerdo bien, pero lo cierto es que esta carta nunca llegó a su destinatario. Todavía lo siento. porque de ahí en adelante no me atreví a volver a tomar contacto."

¡Qué sentimental! ¿no? Me queda una página. Miro mi reloj. Creo que voy bien de tiempo.

"… no quisiera terminar esta parrafada sin evocar la mayor influencia que ha tenido en mi vida la figura y obra de Paco, aunque parezca un poco presumido : la de mi orientación como escritor aficionado de novelas cortas.

Cuando cumplió su primer año mi hija mayor en 1973, se me antojó escribirle una carta imaginaria en castellano, que había mandado a Paco para que me diera su opinión y el 24 de agosto de 1975 me contestaba: « Me gustó mucho tu relato sobre tu hija. Es muy tierno, muy dulce y te llenas de ternura lleyéndolo y acordándote de parecidas experiencias. No sé si tienes copia y lo necesitas. Ya me lo pedirías si así fuera. Entre tanto lo guardo yo. »

De cierta manera, él me dio el visto bueno para escribir en castellano."

Cuento después cómo una de mis novelas cortas es una parodia de un capítulo de Donde la ciudad cambia su nombre, el titulado El tio Serralto, de cómo murió. y cómo va dedicado a Paco, porque él fue quien me dio ganas de escribir.

"… Hoy en día, bajo el seudónimo de Pierre-Alain GASSE, mis otros dos nombres de pila y apellido materno, cuento en mi haber un centenar de cuentos y relatos, la mitad en doble version, española y francesa, difundidos esencialmente por Internet desde 1998 y algunas recopilaciones en papel e e-books.

De Paco, he aprendido entre otras cosas, el manejo del diálogo, el uso de la anáfora, de la enumeración y de la repetición, de la coordinación y la yuxtaposición. Creo también compartir su gran benevolencia para con sus personajes, su implicación del lector en el relato, su sentido del humor… en fin un montón de cositas que acaban por configurar un estilo.

Éstas son, estimado público, las curiosas y verídicas sendas por las que ha discurrido en mi vida la obra e influencia de Paco, a pesar de haber sido lo nuestro una amistad truncada por los azares de la vida y cierta pereza mía.

Citando un capítulo de Los otros catalanes diré con él que « los hombres somos hoscos y huraños y nunca tenemos entre nosotros esa larga y puntualizante conversación que, cuando alguien muere, nos arrepentimos de no haber tenido »

Los organizadores de esta jornada me han dado la oportunidad de poner todo esto en claro y se lo agradezco de todo corazón."

Me tiembla un poco la voz.

"Paco, mejor que nadie cumpliste a rajatabla con la famosa máxima de Cela: « La más noble función de un escritor es dar testimonio, como acta notarial y como fiel cronista, del tiempo que le ha tocado vivir ». Allá donde estés, un fuerte abrazo y ¡cualquier dia de éstos nos vemos!

Moltes gràcies a tots per la seva atenció i paciència."

¡Uf! He terminado, sin tropiezos.

Suenan aplausos nutridos. No me lo creo. La última compañera de Paco sube a la tarima a abrazarme. Otras personas se acercan a felicitarme. María, su hija, no ha soportado más la carga emocional y ha escapado.

Volvemos a nuestras butacas de primera fila. Otra sorpresa nos espera.

El Presidente de la Fundación y el del Centro de Historia Contemporánea de Cataluña nos hacen subir de nuevo a la tarima, uno tras otro, para entregarnos una placa metálica, fijada en un soporte de madera y metacrilato. La mía reza en catalán:

Reconeixement a
(vuestro servidor)
per la seva contribució al coneixement de l’obra de Francesc Candel
per mitja de la seva tesi doctoral (Universitat de Haute-bretagne, 1978)
Recherche linguistique et création romanesque chez Francisco Candel
Barcelona, Institut d’Estudís Catalans, 2 de juliol de 2014.

¡Vaya! ¡Qué exagerados! ¡A ver! ¿Qué digo ahora?

"Esto que me agradecen hoy de aquella forma no fue sino un trabajo de juventud que, con la distancia de los años, me parece bastante irrelevante, y no acabo de creerme todo lo que está pasando ni pienso merecerlo, pero la vida nos presenta a veces esta clase de sorpresas y… ¡es una felicidad! Muchas gracias."

TVE1 todavía nos quiere grabar una entrevista. Contesto como puedo a las preguntas de una joven con garbo mientras filma otra morenita. Me quisiera hacer opinar sobre una frase entusiasta de Jordi Pujol a propósito del legado político de Candel. Me niego a que grabe la respuesta que le hago en off. No quisiera aparecer en primera plana con una frase polémica. Cada uno sobrevalora a los suyos, es una reacción humana ¿no?

Mañana por la mañana emprenderemos el viaje de vuelta a Francia.

Yo lo haré con un torbellino de frases e imágenes en la mente.

Tres días son poca cosa, pero, a veces, superan años.

©Pierre-Alain GASSE, 6 de julio de 2014.

- Sitio web: en francés con sección en castellano https://pierrealaingasse.fr/esp/:
-Blog en francés : http://blog.bebook.fr/pierre-alain/

Texto agregado el 13-07-2014, y leído por 140 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
30-10-2014 Me lo he leído y me ha gustado.Gracias por compartir eslavida
14-08-2014 vaya que verdá eso de la función testimonial del escritor, aunque siempre con la sutileza de lo individual, que es su complementario, lo uno, lo otro y su unión. veía, al comenzar, un texto muy similar a lo leído por mi en bolaño, después me dio risa constatar que la historia es verídica, tras lo cual llegué a la conclusión, válgame!, el bolaño este en volá era metido en el mundo de la escritura, sus seminarios, encuentros, vicisitudes. salud.- tienes gran hábito de escritura, pues la manejas.- fafner
16-07-2014 3 días pacomerme todo ese escrito, pero valió la pena. Buena lectura. Saludos Legendario
13-07-2014 Gracias. He disfrutado tu texto. Pecado que no puedas decirlo en catalán... ZEPOL
 
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