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Inicio / Cuenteros Locales / Clorinda / Las aventuras de Cuyucha en la cocina.

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Desafío Creativo VI (sólo para valientes)

PERSONAJE: una araña
ESCENARIO: Una cocina
GÉNERO LITERARIO: Cuento

LAS AVENTURAS DE CUYUCHA EN LA COCINA

Erase una arañita que vivía feliz con su familia en el altillo de un granero, donde había algunos trastos muy acogedores, que albergaban también numerosos insectos y otros bichitos suculentos que aseguraban la alimentación de toda la comunidad arácnida.

Nuestra arañita se llamaba Cuyucha, pero todos en el altillo le decían Negra. En realidad sus bisabuelos eran inmigrantes y habían viajado dentro de una bolsa de trigo de unos campos de la provincia de Catamarca, Argentina.

Estas arañas habían proliferado en poco tiempo y su mamá ya había tenido cría dos veces, poblando el granero con cientos de arañitas. E iba por más.

La mamá les enseñaba a tejer a ella y a sus hermanas, pero Cuyucha prefería jugar a las escondidas con su amiga Poto Colorado, cuya familia había emigrado de Chile, en similares condiciones que la propia.

Una vuelta Cuyucha se escondió en una hendija que estaba entre las maderas del altillo, y de repente, sin proponérselo, perdió pie y cayó al vacío. Al instante activó su paracaídas de emergencia, formado con unos hilos muy resistentes, producto de su propia saliva.

Ante el aterrizaje forzoso nuestra arañita, muerta de miedo, se escondió en una caja que contenía papas, y quiso la mala suerte que la misma fuera trasladada por manos humanas a una cocina, donde estaban por preparar una tortilla.

Mecha, el ama de casa, era una anciana bastante corta de vista y no la vio, por lo que Cuyucha pudo escapar de su cautiverio y se introdujo rápidamente, por una hendija, al bajo mesada de la cocina sin ser vista. Allí se sintió segura y consideró que era muy afortunada porque había suficiente comida para su dieta, como pequeños insectos de considerable buen sabor y por eso, aunque extrañaba las deliciosas chinches que preparaba su mamá, decidió quedarse a vivir en aquel lugar.

De noche Cuyucha salía de su escondite y atrapaba moscas que nunca faltaban en la cocina, por medio de una improvisada trampa-telar, que tejió en un rincón del techo, pero se escondía en la mesada ni bien escuchaba algún ruido, y se hacía la muerta si Mecha abría la puerta para extraer algún utensilio.

Cuyucha convivía en la cocina con otras arañas de diferente género, que la despreciaban por ser negra, por lo que pasaba sus días un poco triste y aburrida. Por eso se alegró cuando una mañana salió de dentro de una caja que contenía cebollas, traída seguramente de su antiguo hogar, su primo Arácnides Corallinus, hijo de su tía Blackie y de su tío (QEPD) Latrodectus Corallinus.

Ambos se saludaron a una distancia prudencial porque su primo había observado que la Negra había crecido mucho y lo quintuplicaba en tamaño. Además había escuchado que las arañas de su raza tenían mala reputación, por lo que no tuvo más remedio que compartir el techo con las arañas blancas, como les decían a los demás arácnidos que habitaban la cocina.

Y quiso su mala suerte que doña Mecha aquel mismo día había contratado una sirvienta para ayudarle con las tareas domésticas, quien pronto detectó las telas de araña en el techo y no sólo la emprendió a escobazos contra ellas, sino que comenzó a vaporizar el ambiente con un nauseabundo aracnicida e insecticida.
Después de este siniestro, Arácnides, casi intoxicado y malherido en una de sus patas al largarse con su paracaídas, no tuvo más remedio que huir en siete patas y dirigirse al bajo mesada, donde estaba su prima, para pedirle auxilio.

Cuyucha, quien ya había visto con buenos ojos la presencia del macho como futuro padre de sus hijos, lo vendó amorosamente con su propia saliva y lo cuidó tanto que su primo no sólo se recuperó en poco tiempo, sino que cayó en sus redes y se enamoró de ella.

La araña se vistió con su mejor traje negro brillante metalizado y se engalanó con una prenda a rayas rojo carmín en el bajo vientre.

Por precaución, antes del apareamiento, su prometido le convidó un sabroso grillo y, mientras ella se deleitaba con ese postre inusual en su dieta inoculándole sus jugos gástricos, él cumplió con su deber y, presurosamente, huyó de su lado.

En adelante, Cuyucha cuidó con amor a su numerosa prole y cuando las arañitas se hubieron independizado, sintió nuevamente la necesidad de prolongar su especie. Con astucia y sensualidad logró que su primo la rondara nuevamente, quien, al no conseguir un regalo para ella, y dada la urgencia del caso, la fecundó sin tomar precauciones. Mas terminado este acto Cuyucha comenzó una danza sensual a su alrededor, envolviéndolo con hilos de su propia saliva y lo devoró. Se justificó diciéndose que necesitaba proteínas para sus futuras crías.

Es así como nuestra araña quedó viuda. Por eso se vistió de riguroso luto y lloró amargamente la pérdida de su amante. Tanto lloró que comenzó a salivar copiosamente, y con esa saliva volvió a construir su telar.

Ante la pérdida del ser querido se prometió a sí misma que no habría otro araño en su vida. No haría como su madre, que se había comido, en sendos arrebatos de pasión, a su padre y a su padrastro.

Pero su promesa duró poco, pues un diminuto araño macho de su mismo género visitó la cocina. Y Cuyucha pronto volvió al ruedo: lo invitó a pasar al bajo mesada y nuevamente se vistió con un seductor traje negro brillante metalizado y un calzón a rayas rojo carmín en el bajo vientre.

Texto agregado el 04-10-2014, y leído por 564 visitantes. (17 votos)


Lectores Opinan
27-08-2015 Bella Cuyucha****** achachila
02-02-2015 Claramente no se puede escapara a la naturaleza. Muchas gracias por compartírmelo..de latrodectus a latrodectus nos entendemos.. jajaaa Un abrazo, sheisan
02-11-2014 jo que bueno eslavida
30-10-2014 Pobre Araño ! Es el destino de algunos galantes enamorados... pintorezco
29-10-2014 Esa CUYUCHA, discriminada por negra, pero al final pa' conservar la dinastía se morfó a sus pretendientes y formó nueva pareja. Simpática, me gustó el cuento que hará en lo futuro no combatir los arácnidos, je je je. Al final son seres vivientes que debemos cuidar. Me gustaría ponerle calzones amarillos. Mis ***** chilicote
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