UN ALTAR.



En el bar se reunió animado corro,
Alrededor de éste vulgar sujeto;
Quien,presumiendo de ser "Viejo zorro"
Trataba la mujer cual un objeto.


Narraba con detalle sus conquistas,
Las muchachas que había seducido;
Así fueran muy fáciles o ariscas,
Y cómo después,él presto había huido.


Era para él toda una audaz hazaña,
Lograr derrumbarle la resistencia;
Haciendo gala de todas sus mañas,
Sin remordimiento de su conciencia.


Brúscamente un hombre se levantó,
Luciendo descomunal estatura;
Fue donde aquel sujeto y lo enfrentó,
Gritandole en su cara con voz dura:


"Cada vez que insulta a una mujer,
Es como insultar a mi santa madre;
Ella murió para darme este ser,
Desangrada delante de mi padre".


"El cuerpo de una mujer es sagrado;
Es altar donde se oficia el amor
Para concebir un retoño amado;
No éso que usted ultraja sin pudor".