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La Globalización y el Capitalismo activo, gestados avasalladoramente a partir del Pos modernismo, son los principales bastiones de la perdida de valores, el individualismo social, el alejamiento nítido de las minorías activas, pero por sobre todo, es la causa medular de que en los últimos veinte años, existan más conflictos bélicos y crisis económicas continentales.

Sucesos como una nueva amenaza nuclear por parte de Corea del Norte (a la cabeza de Pyongyang), que deja a contrapié a Estados Unidos, quien a la vez espera cualquier movimiento Iraquí y de Oriente Medio, la casi insostenible crisis económica sudamericana, y grupos minoritarios cada vez mas polarizados de las sociedades (que hoy se sectorizan en comunidades al igual que en la etapa Pre - Moderna), son solo el indicio de que estamos cada día más cerca de un retroceso unilateral - global.

Él quiebre de los pensamientos modernistas, y el hilo conductor que conllevó al uso de la razón y la búsqueda de la libertad, hoy deambula tanto en los fines netamente macro-económicos, políticos y sociales, que se tienden la mano para hacer frente a una crisis regional en todo ámbito de frentes, que nos convoca cada día más al lobby, a las reuniones cumbres, a las constantes intervenciones la ONU, y que en el fondo, solo buscan el bálsamo definitivo a una recóndita herida que se sabe culpable en si misma y que cubre cada rincón del orbe actual.










Apogeo de cambios radicales

Para comenzar a desmenuzar estos sucesos, es necesario hacer una mirada retrospectiva a nuestra percepción del siglo XX, ya que a diferencia de otros siglos, éste fue testigo de una rápida sucesión de acontecimientos y de profundos cambios o quiebres que se verificaron. Dos hechos puntuales darían pauta de lo que habría de ser esta cadena incesante de transformaciones: La Primera Guerra Mundial y la Revolución Bolchevique, que trajeron como consecuencia, la desaparición de los últimos resabios monárquicos europeos y la real posibilidad de hacer realidad la utopía comunista, de hacer una sociedad sin clases (ideales Marxistas).

Esta nueva alternativa al sistema político liberal y capitalista, tuvo su primera prueba de fuego en octubre de 1929 (en la “Gran Depresión”), y pareció que mientras las economías occidentales tambaleaban y replanteaban el defendido laissez faire, a través de una mayor intervención estatal en las economías, la entonces URSS, parecía inmune a esta debacle, a través de sus planes quinquenales”. Luego, “La Guerra Fría” se encargaría de enterrar el ideal comunista a través de los años, y se vendría un orden unilateral.

Simbólicamente, la eclosión de esta nueva actitud de la sociedad contemporánea estuvo marcada por la caída del Muro de Berlín el año 1989, y la desintegración de la Unión Soviética el año 1991; sin embargo, dichos acontecimientos constituían la culminación de procesos de cambios a partir de la década de los años sesenta, cuando la base socio-tecnológica centrada en el petróleo y sus derivados, fue reemplazada por un nuevo racimo tecnológico cuyo tronco central estaba proporcionado por la información y la microelectrónica aplicada a múltiples procesos, cuya emergencia, precisamente, hizo posible las profundas transformaciones que experimentarían las sociedades y las economías del mundo entero, donde lo esencial ha sido y es la mutación de percepciones, valores, actitudes y comportamientos de la comunidad de los individuos, frente al mundo y a las cosas.(1)




A esta nueva etapa del desarrollo del histórico se la ha dado a llamar Pos- Modernidad o, más comúnmente, Globalización. Sus características básicas dicen relación con el desarrollo del capitalismo internacional y del sistema interestatal y con la existencia de un proceso en que las redes de comunicación y los sistemas de producción entrelazan los niveles locales y globales, lo que supone la modificación de las formas de producción y distribución de bienes y servicios, afectando a los movimientos del capital y de la fuerza del trabajo.(2)

El apogeo paulatino de esta apertura denominada globalización posee su propia antítesis en su estructura interna: Que no es global. La asimetría de las relaciones se profundiza en la medida en que los países más avanzados en materia del comercio internacional, que de por sí, poseen mayor capacidad para invadir los mercados regionales, y las transnacionales se concentran en el mundo industrial. No solo eso conlleva este proceso, sino que además, están alterando el carácter de las naciones de manera radical.

En ese aspecto entonces, cabe señalar que es precisamente en el periodo de estas dos últimas décadas, que esta expansión encadenadora continua se ha ido plasmando cada vez más en los lugares más recónditos del planeta, haciendo en un principio sujetarse a nuevas aperturas, mayores beneficios sociales y políticos, sin dejar de lado claro esta, los augurios de un inapelable mejoramiento económico del denominado “Bloque Sur”, a costa por supuesto del auge macro de la producción y nuevos avances tecnológicos de un sistema unilateral, que se imponía en el orbe, luego de la caída de la ex- Unión Soviética y el modelo comunista.

Y se pensó que la historia había culminado, con un vencedor claro como Estados Unidos, que comenzaba a intentar de la mano de su capacidad de flujos multieconómicos -a través del capital financiero por sobre del capital industrial-, y sus políticas de orden en el continente y el mundo, encaradas en las democracias. Fue entonces cuando vino un pronunciamiento bélico y nos dimos cuenta que la historia no había concluido con el estancamiento del régimen comunista, sino que se trasladaba a un enemigo quizás tan fuerte como las repúblicas soviéticas: Un Medio Oriente, que golpeó fuerte la mesa, que hoy nos da a conocer que están en pie de guerra, y que Francis Fukuyama, estaba equivocado.
El rol Capitalista en las sociedades actuales

La sociedad actual, se ha incorporado de manera consciente o inconsciente a este proceso globalizador, lo que no necesariamente ha redundado en un mejoramiento en la calidad de vida, al grado en que la mayor corriente de libertad y capacidad que gozan los individuos en la toma de decisiones se ve contrarrestada por imperativos lisa y llanamente económicos que se les pone como límites. Como clave de esto, queda evidenciado que el desarrollo técnico industrial, reemplazó la vivencia del hombre con la naturaleza, por lo que hoy se evidencia como la sincrónica alianza tiempo - dinero.

Actualmente, vivimos en una época de aceleramiento económico, en donde el dinero al que nos gusta acoplar nuestras determinaciones, no conoce un suficiente, en la medida en que surgen o nos crean nuevas necesidades. En eso tiene mucho que ver el rol que viene a protagonizar, la flexibilidad de las condiciones laborales y de vida, que si bien han favorecido la orientación temporal personal, trae como consecuencia un estrés colectivo.

Y es que pareciese ser un verdadero cataclismo, que hoy por hoy, nuestras sociedades exigen más rapidez, mayor velocidad, y mayor ahorro de tiempo, en todos los ámbitos. Esta presión constante a la que nos vemos ya sometidos implican renovados, y constantes esfuerzos por ganar tiempo, lo cual hace necesario establecer límites. Sin embargo, por el momento todo parece ser una quimera de grandes y alusivos ideales, o una buena manera de confinar una utopía, claro está, mientras no se tenga el monto monetario “suficiente”.

Varios hechos cambiaron sustancialmente la imagen industrial de la acumulación en que ésta se asociaba a procesos constantes y continuos de inversión productiva. Uno es el auge del capital financiero y su primacía sobre el capital productivo, sobre todo desde el boom de los petrodólares en los 70. Otro es el papel vertiginoso, comparativo e hipercompetitivo que las grandes empresas le han asignado a las innovaciones tecnológicas para asegurarse la supervivencia y expansión. Otro es la subordinación de la racionalidad del desarrollo endógeno a la “racionalidad de la inserción”, en un mundo regulado por las ventajas comparativas dinámicas en un orden mercantil globalizado y con altos niveles de incertidumbre.(3)
El proceso capital que hoy regulan transnacionales y conglomerados financieros, se establecen en países medianamente desarrollados, en vías de desarrollo y en los mas subdesarrollados, y exigen de un mayor dinamismo y calidad en su evolución productiva y tecnológica, lo que terminó por liquidar rápidamente a las masas industriales competir capacitándose e instruyéndose para no quedar a la deriva de una cuerda floja mortal, o tal vez simplemente ver como se acrecienta el valor tecnológico, por el capital humano, así como también, aumentan las tasas de desempleo, particularmente, en continentes como América Latina.

Además, a este sistema económico predominante, que conlleva simultáneamente al proceso globalizador, y viceversa, se le agregan los enormes aliados, como los medios de comunicación de masas (principalmente la televisión) y multimediales, como la red Internet, que hoy se presentan en lugares que van desde una aldea de la Sierra Boliviana hasta el resorte más lujoso de Los Ángeles, desde un pueblo pequeño del sur de Chile, hasta los apartamentos más cotizados de Milán; De Rumania a Sierra Leona, desde Londres a Arequipa.

Esta internalización de las grandes transnacionales, y de las redes comunicacionales, hacen que veamos los mismos programas, películas, y seriales de registros norteamericanos, en Caracas y en Rótterdam. La red de Internet nos hace interactuar y comunicarnos con personas que están a cientos de kilómetros, en otros continentes, y sacar información de millones de páginas web, por lo que hoy, más que nunca, se hace imprescindible poseer un PC, y mucho o tanto más, estar en conexión a este servicio.













El Capitalismo y sus efectos colaterales


Con la invención de los primeros relojes mecánicos, los humanos ya no vivían para y con la naturaleza. El reloj servía para orientar el trabajo, sin embargo, terminó con la vivencia del tiempo a través de la naturaleza, como reemplazo nace el equivalente tiempo igual dinero. “Esta equivalencia ha traído el problema de tomar decisiones basándose en el dinero, ello ha creado el surgimiento y la creación de nuevas necesidades, todas desarrolladas sobre la base del materialismo”.(4)

El dejar de valorar el tiempo no es algo de cada ser humano; es un problema que arrastra nuestra sociedad contemporánea. Sin embargo, hay Estados que ya han tomado decisiones para solucionar este problema, y dentro de estos países hay grupos minoritarios de activistas que también han tomado la decisión de actuar. El dejar de valorar el tiempo y el espacio, ha desarrollado en grandes proporciones la tecnología, la cual ha dado grandes beneficios al ser humano y ha hecho más llevadera nuestras vidas. Sin embargo, las conveniencias para el hombre han creado problemas para el ecosistema.

El caso de Greenpeace

En 1971 nace el grupo de activismo ecológico Greenpeace, producto de los ensayos nucleares que estaba desarrollando Estados Unidos en Alaska, dada la alta peligrosidad de estas maniobras militares un grupo de ecologistas canadienses navegó hasta el lugar con el fin de detener esta experimentación. Jim Bohlen, Irving Stowe y Paul Cote son los nombres de estos pioneros, ellos se movilizaban en un viejo velero pesquero llamado Phyillis Cormack que los transportaba a la isla Amchitk, el sitio exacto de las explosiones nucleares norteamericanas. Pero a pesar de sus esfuerzos por alcanzar el lugar, fueron interceptados por la armada de Estados Unidos y fueron obligados a desistir su afán, pero su acción no fue en vano, pues al tiempo después estos experimentos cesaron. Ellos, como ecologistas tenían muy clara la alta peligrosidad de estos experimentos para la fauna nativa del lugar, y también era un peligro latente en un futuro para el resto de la humanidad.



Greenpeace lleva a cabo campañas para detener el cambio climático, proteger la biodiversidad, detener el vertido de tóxicos en el mundo, acabar con el uso de la energía nuclear y de las armas, fomentar la paz. Esta agrupación se financia en su totalidad sobre la base de los aportes de sus socios que rondan los cuatro millones de personas en todo el mundo, no aceptan el apoyo de los gobiernos ni empresas, pues son fieles a sus principios de autonomía de cualquier entidad que agreda el medioambiente.

Sus objetivos la creación de conciencia, las manifestaciones públicas en pro de la conservación del ecosistema, la defensa total de especies de flora y fauna en extinción, el rechazo al armentismo nuclear, todo esto es posible a través del pacifismo activo. Esta doctrina es una forma de acción directa y participativa de miles de activistas, que muchas veces han puesto en peligro sus vidas por defender el planeta, pero esta manifestación no es una protesta ordinaria, sino que cuenta con el respaldo científico de las investigaciones que los mismos activistas realizan; así logran dar solidez a su postura con el arma más peligrosa que tiene el hombre a su disposición, el conocimiento y la palabra que conjugados con una acción directa resultas letales.

Así entonces con esta certeza a lo largo y ancho del orbe se ha expandido la causa de Greenpeace que día a día suma adherentes y nuevas razones para seguir en pie. Los logros que esta organización obtiene no son producto del azar, si lo son de un intenso trabajo sistemático y de alta credibilidad, que por medio del pacifismo activo; que es una forma de protesta activa pero no violenta.

En la actualidad esta ONG trabaja en nuestro país en temas tales como: Campañas contra los Tóxicos, Protección de las Ballenas y contra el Tráfico Nuclear. Pero esto no es todo, son miles más las causas que defiende Greenpeace, así como también son muchas las alternativas de resistencia que esta colectividad ofrece y muchos más son las personas que adhieren a ella. Existe una gran conciencia hacia esta temática dentro de otras minorías activas tales como la Straigt Edge, que son jóvenes Punk que no consumen drogas ni carnes pues optan por la pureza de cuerpo y pensamiento, ellos alzan la bandera de la liberación animal, que se refiere a la reivindicación de los animales que son explotados y torturados para obtener de ellos productos de belleza y alimentos que muchas veces son de injustificada violencia.

El aumento de la población humana ha influido en un mayor consumo de productos envasados, los cuales dejan desechos no renovables, y así crean la tarea de buscar un lugar de depósito para estos. Es éste uno de los problemas ecológicos más cotidianos con los que la sociedad contemporánea debe convivir. La tecnología ha ido debilitando el tiempo y espacio del hombre. Además, en la humanidad existe una sensación de temor a ser superados por la misma tecnología, sin considerar que este es producto del trabajo del hombre y para el hombre.

Tal vez la solución para devolver el tiempo y espacio a los seres humanos así como también dar solución racional a la problemática ecológica, sea humanizar la tecnología, para ello será necesario redescubrir y replantear categorías filosóficas, religiones, valores éticos y morales. Si todos estos aspectos son redireccionados racionalmente hacia una política de conservación del ecosistema y un programa de crecimiento sustentable, podrá evitar un caos ecológico que quizás pondría fin al hombre así como ya lo ha hecho con miles de especies ya extintas. Greenpeace y otras organizaciones mucho tienen que decir al respecto y los hombres aún mucho por hacer.

El Capitalismo en nuestro país

El Capitalismo, es el sistema económico con que funciona la economía chilena, pues funciona con una modalidad en donde los individuos privados y las empresas de negocios llevan a cabo la producción y el intercambio de bienes y servicios mediante complejas transacciones en las que intervienen los precios y los mercados.

El sistema capitalista, es una consecuencia de la modernidad, y se ha ido desarrollando paulatinamente en Chile. La característica fundamental del proceso de industrialización en las principales ciudades del país, fue la introducción de la mecánica y de las máquinas de vapor para reemplazar la tracción animal y humana en la producción de bienes y servicios; esta mecanización del proceso productivo supuso una serie de cambios fundamentales.
El proceso de producción se fue especializando y concentrando en grandes centros denominados fábricas; los artesanos y las pequeñas tiendas del siglo XVIII no desaparecieron pero fueron relegados como actividades marginales; surgió una nueva clase trabajadora que no era propietaria de los medios de producción por lo que ofrecían trabajo a cambio de un salario monetario; la aplicación de máquinas de vapor al proceso productivo provocó un espectacular aumento de la producción con menos costos. Todo lo anterior trae como consecuencia el aumento del nivel de vida en Chile, específicamente en las grandes ciudades del país.

En Chile como en todo el mundo, como ya hemos mencionado, se ha perdido la noción del tiempo, pues nace el equivalente tiempo igual dinero. Esta equivalencia ha traído el problema de tomar decisiones basándose en el dinero, ello ha creado la necesidad de nuevas carencias innecesarias.

Santiago como capital de un país subdesarrollado, adopta y no se despoja de la premisa tiempo igual dinero, o sea estamos en una cultura que cree que el trabajo es el forjador del progreso, lo que crea un problema que, tal vez, tendrá solución en el tiempo. El problema de tiempo y el espacio, ha desarrollado en grandes proporciones la tecnología, la cual ha dado muchos beneficios a los chilenos y ha hecho más llevadera nuestras vidas. Sin embargo, las conveniencias para el hombre han creado problemas en el ecosistema.

El desarrollo de la tecnología es trascendental en la formulación de las nuevas formas, aunque su utilización indiscriminada puede llevar a excesos y contrasentidos. Esto significa la pérdida del sentido común, de los valores estéticos y funcionales que representaron culturalmente a los pueblos. El Capitalismo también actúa en el ámbito social, uno de los recursos que dispone hoy por hoy nuestra sociedad es la difusión de los hechos en forma casi inmediata. Y con ello diariamente observamos el proceso de transculturalización que la condición moderna exige dentro de la arquitectura. Aprovechó los primeros tiempos de su desenvolvimiento produciendo una corriente snobista y esculturalista que rápidamente captó la "necesidad" de algunos estratos sociales, a los cuales satisfizo magramente. Esta intervención rápidamente hizo olvidar valores tales como la funcionalidad, la simplicidad y la naturalidad.
Hasta la mitad de Siglo XX la escuela chilena era esencialmente elitesca, incluía una proporción muy selecta de la población. La influencia foránea y la idea de relación entre educación y modernidad marcaron un nuevo rumbo, el de la masificación y nuevas tendencias pedagógicas así como el nacimiento en estos confines, de la teoría del dualismo. La calidad de la educación (asunto de la modernidad) empieza a ser un tema obligatorio, en vista de su trascendencia en el desarrollo de la sociedad. La manera de percibir la vida es otra y con ella comienzan las fracturas en el sistema educativo, causadas por el orden y el desorden dentro del marco social, dando lugar a cambios imprevisibles y originando nuevas formas de orden

Para entender la relación existente entre escuela, sociedad y modernidad, es fundamental conocer los conceptos de: cultura escolar y tiempo social. En el primero convergen las diferentes formas de organización social dentro del ámbito educativo, los valores, las diferentes formas de poder en la escuela, las relaciones maestro-alumno, el conocimiento y cómo proporcionarlo, la toma de decisiones y la solución de conflictos. El segundo, el tiempo social, tiene que ver con la velocidad con que se transforman los diferentes entes sociales.

El Estado y las instituciones religiosas se mueven de forma lenta, tratando de mantener su hegemonía. La familia, la escuela, la vida cotidiana entran en un tiempo intermedio; por último se distingue un nivel de temporalidad rápida, ubicando en este sector las ciencias, la tecnología, las comunicaciones y los ciclos de la economía.

Las consecuencias sociales son devastadoras, poco promisorias. Una sociedad que espera de la escuela un ámbito de critica, reflexión, creatividad y participación, se encuentra con una cima difícil de escalar, que ofrece modos de vida muy distintos a los esperados, que genera violencia en contraposición a la libertad y la paz.

Lo único en claro es que ninguna persona o institución por si sola puede responsabilizarse de la educación en este universo globalizado. Es una prioridad descifrar el sentido (muchas veces dual) de lo que acontece en la actualidad y así ordenar el mañana.


Conclusión

A la globalización, no le interesan las culturas, etnias, ni nacionalismos, ya que en sí no posee identidad, solo busca encasillar y agrupar más y más gente del orbe: Otorga beneficios, pero si no eres parte de ella, el aislamiento puede llegar a niveles significativos. La crisis socio - cultural, también será victimada a través de la pérdida de identidad, que posee la globalización en su expansión, al alejar inconscientemente, a las minorías activas, que no buscan el cambio, ni las modas de paso.

No estamos sólo frente a un periodo de crisis económica y política, sino que ahora además pertenecemos a una Aldea Global, en donde el individualismo y la indiferencia hacen bitácora, incluyendo la exclusión, el consumismo, la falta de identidad cultural, y el arribismo. La globalización se encargó de encaramarnos en estos últimos veinte años, de manejarnos en los diversos frentes. En definitiva, el futuro no se ve muy alentador.

Para acabar con los problemas de tiempo y espacio se debe aprender a mezclar lo espiritual con lo tecnológico, para así humanizar más al ser como individuo, para que verdaderamente sea un ser, y así mantener su identidad dentro de una sociedad, lo que nos llevará a saber mantener los equilibrios. La noción de identidad social queda erosionada con la modernidad y la crisis de la modernidad, es decir, los procesos de cambio generados nos llevan a encarar las condiciones reales de nuestra vida.

El sistema capitalista se debe cuidar y perfeccionar, puesto que cada persona tendrá descendencia, y le debemos dejar lo mejor que podamos el ecosistema de nuestra tierra, para que ellos puedan seguir mejorando este modelo económico, y así poder ser más libres en su razón, y no depender del dinero sus decisiones.

Es de esperar que lo anterior se cumpla antes que provoquemos un desastre ecológico irreversible, el cual no tendrá marcha atrás y sólo nos hará recordar que pudimos alguna vez ser más libres.


Bibliografía



 (1) Luciano Tomassini, “El proceso de la globalización y sus impactos socio- económicos”, Revista Estudios Internacionales. Universidad de Chile. (pág 324).

 (2) Carlos Mateo Balmelli, “Los procesos internos y la globalización”. Revista Estudios Internacionales. Universidad de Chile. (págs 444-445).

 (3) Martín Hopenhayn, “Ni Apocalípticos ni Integrados”, Aventuras de la modernidad en América Latina. Fondo de Cultura Económica. (pág 62).

 (4) Renato Traslaviña, “La crisis en la historia del siglo XX: sus implicancias sociales”, Editorial Universitaria. (págs. 8-9)



Texto agregado el 21-05-2003, y leído por 403 visitantes. (0 votos)


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