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“Querida Julia:…”

¿Qué hago acá sentado en situaciones que creí ya no volver a repetir?
A veces pienso que a esta altura de la vida, ya debería saber algunas cosas, que a esta altura de MI vida, ya debería acariciar algunas cumbres pero, no. Aún camino por debajo de los árboles, como una conciencia más al ras del piso intentando escribir una carta.

“Querida Julia:
Tal como me lo pediste…”

Las palabras no fluyen sobre el papel. Se disuelven bajo el calor de otras más pesadas en mi mente. Palabras lo suficientemente pesadas como para sentir que mi cuerpo se hunde sobré el sofá del living donde descansan nuestras viejas conversaciones, ahora, aplastadas bajo mi peso. Lo único que muevo son los ojos que buscan el horizonte. Considero que cada hombre tiene su propio horizonte personal y el mío, es esa puerta entre abierta que da a la habitación en dónde se arremolinan tus jeans gastados, tus remeras punk, tus converse y mi obsesión.

“Tal como me lo pediste…”

Le doy vueltas y vueltas al asunto.
Es sentir que giro y giro
sobre el mismo
punto.
Sentir que voy a seguir girando y girando
hasta que se me perfore
el cuerpo,
hasta perforar
el piso,
entonces, hablar solo no es locura si es un acto deliberado, si es una decisión, si es un acto medicinal. En todo caso, el problema no es hablar solo. El problema es lo que me contesto. Lo que me contesto cuando me pregunto ¿Desde qué lugar alguna vez, vos y yo nos construimos? (Desde el hierro que ahora, es óxido) ¿Esa inevitable atracción que sentíamos el uno por el otro, no es la misma que sienten aquellos que se detienen con curiosidad frente a los accidentes? Eso es lo que fuimos, Julia. Dos accidentados en el mismo punto tomando decisiones a la velocidad de la compulsión.

“Tal como me lo pediste, te dejo…”

El sonido de una gota sobre el metal me hace salir de mi abstracción. Debo haber dejado la canilla de la cocina mal cerrada cuando intenté lavar los platos y el sartén. Es que me es tan abrumador empezar a ordenar, que en este momento prefiero no mirar. No mirar los vasos negros y desbordados de colillas de cigarros, no mirar los restos de comida tirados en los rincones, no mirar las botellas vacías, ni las partículas de merca pegadas en la alfombra sintética del living. Por el amor de Dios, necesito que mi pequeño mundo se eclipse por un momento al menos.
Pienso que si conservara algún amigo, este sería uno de esos instantes para llamarlo, para pedirle un favor, que más que favor sería una ayuda pero, de los amigos, poco a poco me fui alejando. Llego el punto en el que no podía soportar el simple saludo del:
-¿Cómo estás?
-Bien, pero ¿Cómo estas vos?
-Yo muy bien pero, contáme de vos
-Muy bien, pero hablemos de vos
-No, mejor de vos
No, empezá vos
-Bien, ¿vos?
-Bien pero ¿vos?
-¿y vos?
Como si sus lenguas fueses jeringas tratando de lograr una extraña extracción de jugos verbales para luego, pasar a los consejos. Es que los amigos, siempre tienen los mejores consejos para la vida ajena, la palabra adecuada, el mejor vocabulario ¿Qué me dirían ahora los amigos? Seguramente que hay que empezar por lo básico, por el simple hecho de ordenar una casa o por lo menos, de lavar los platos y el sartén.

Me encuentro a mi mismo en la cocina, raspando con la espátula restos de queso quemado.
Y raspo y raspo y raspo y raspo y raspo y raspo
y en cada raspar pienso que hay que gente que en este instante se está casando mientras yo lavo una sartén. Que hay que gente que está cogiendo mientras yo trato de despegar un queso quemado de una sartén.
Que el mundo avanza mientras yo raspo y raspo y raspo y raspo
sintiendo que de a poco,
voy desapareciendo,
desapareciendo por lo incompleto.

Una comezón insoportable hace que deje mi tarea.
Me pica la nariz ¿estarás pensando en mí? ¿Será eso?
También me empieza a picar la oreja ¿será entonces que estarás hablando sobre mí? ¿Y qué ocurriría a la inversa? ¿Qué ocurriría si te yo te comenzara a pensar? A pensar con la suficiente fuerza como para que te rasques la piel, como para que te piquen hasta los huesos, como para que te rasques hasta el alma (nota mental: Hacer ejercicios basados en la energía direccionada del pensamiento)

"Tal como me lo pediste, te dejo esta nota…”

Otro lapsus mentis dónde creo recordar en imágenes trozadas color sepia nuestro último encuentro, ese último día en el que yo estaba tan fosforescente que me notabas a través de las paredes, de las ventanas, de los vidrios de la puerta que golpeabas mientras yo, apoyaba una mano incendiada que no abría nada y miraba como se alejaba tu figura, tu sombra rota en cada cristal del vidrio esmerilado y miré hasta lo lejos, miré hasta que te volviste nada.


“Tal como me lo pediste, te dejo esta nota en la que te aclaro que…”

Estoy demasiado cansado para seguir escribiendo. Necesito dormir un poco, al menos unas horas. Total, todo será lo mismo cuando despierte. Sé que este paisaje equívoco seguirá estando ahí, aún después de quitarme esta ropa, de bajar las cortinas, de hacerme un ovillo, de encender una lámpara para que refleje mi sombra y así, poder abrazarla.
Aún es la mañana. Ojalá al abrir los ojos pudiese arrojar lo que me sobra. Cada mañana, los mismos rituales ¿Qué sería de mí sin mis rituales? Estoy decidido a terminar tu carta Julia pero, primero debo atender ciertos cuidados básicos para comenzar el día. Actos casi mecánicos que funcionan como puntos de anclaje en el caos cotidiano en el que me veo sumergido a diario.
Comienzo por afeitarme (nota mental: hacer mención en la carta de que usé una de tus afeitadoras descartables rosas y que espero, sepas comprender la situación) Mientras me afeito, veo el reflejo de mi cara sobre el agua del lavatorio. Gestos que se retuercen bajo la fuerza centrífuga del tiempo. Bendito tiempo que no pude detener, que no supe aprovechar, que no supe amar de otra forma más que desgastándote.
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10 (Abdominales bisagras)
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10 (Flexiones)
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10 (Espinales)
(Primera serie. Descansar)
Si estoy solo ¿Por qué es que este silencio me es tan ajeno? La puerta entre cerrada de tu habitación da espacio a tu presencia. Quizás por eso, aún es el único lugar de la casa que no habité.
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10. 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10. 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10.
(Segunda serie. Descansar)
Finalmente Julia, en lo profundo del pensamiento, ahí, donde conviven las verdades y los anzuelos, debo admitir que no sé si lo nuestro se rompió o es que yo, ya venía roto desde antes.
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10. 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10. 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10.
(Tercera y última serie. Descansar)
Con la respiración entre cortada por el ejercicio, camino por el pequeño pasillo que desemboca en nuestra habitación o en realidad, dadas las circunstancias, TU habitación ¿Valió la pena Julia? ¿Valió la pena trabajar para convertirse en quién es uno? ¿Convertirnos en quienes somos? Porque lo que somos, son ferocidades Julia. Mordiscos unidos por la misma presa.
Y cuando finalmente estoy frente a tu cama, con la luz de la mañana que se cuela como tajos por la persiana de madera, en presencia del grotesco espectáculo de tus trapitos tirados y tus libritos de autoayuda sobre la mesa de luz, cara a cara frente a todo lo que estaba olvidando, es ahí, justo, ahí, cuando extiendo los brazos como si fueses a cruzar por la puerta, buscando mi abrigo, mi protección, mi consuelo, mi calor. Y así, pasan los minutos, las horas, el día entero con los brazos abiertos crucificándome contra el aire.

“Querida Julia:
Tal como me lo pediste, te dejo esta nota en la que te aclaro que el juego de llaves te lo dejé sobre la mesita de luz de tu cuarto. Como podrás darte cuenta, dentro este sobre, también está el dinero que te debía. Si, quedaría pendiente en el inventario el uso de mi parte de una de tus afeitadores que mi vi obligado a usar en uno de los estadios de este trámite. Por otro lado, quiero aclararte que las cosas ya estaban rotas cuando llegué y que este fuego (que apenas me permite terminar de escribirte) que este maldito incendio que lo quema y lo retuerce todo, también ya estaba ardiendo desde antes de que yo pisara este lugar para poder dejarte esto”

Texto agregado el 02-11-2015, y leído por 215 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
02-11-2015 *****"Bendito tiempo que no pude detener, que no supe aprovechar, que no supe amar de otra forma más que desgastándote." ...desgastándonos... Solo_Agua
02-11-2015 Muy buena narración, inteligente, verosimil, una historia de amor tortuoso, de esos que quedan marcados a fuego en el alma. Fue un agrado leerte Kalidevi
 
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