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Tenía yo una especie de reverencia por aquella mujer. Aquel día hacía tanto calor que se caían los pájaros de las canales al poco de asomar el pico cuando se aventuraban.
Llevábamos nosotros por entonces siete meses y medio en la institución re-educativa. Hacía un calor tan tremebundo que la vida se hacía tan asfixiante como se debe sentir un pez fuera del agua.
Pero a lo que iba: me sentía responsable de lo que le pudiera suceder. No habíamos sido novios ni nada; sólo que habíamos asistido a la escuela juntos cuando éramos chicos y había crecido- por lo menos en mí- ese amor infantil que dura toda la vida, al menos frecuentemente, en quien lo experimenta.
Aquella tarde sofocante me acordé de ella mientras limaba incesantemente las rebabas una y otra vez de la lámina de metal que a fuerza de intentar cuadrar se iba haciendo cada vez más triangular. Algunos utilizaban la táctica de dejarla conforme la daban haciendo como que limaban. A menudo con mejores resultados de los que obteníamos los que como yo intentábamos la obra perfecta fruto del esfuerzo. Muy frecuentemente me preguntaba qué hacía yo allí aparte de limar metales con resultados tan desalentadores- como decía. Y siempre concluía que posiblemente fuera el mejor sitio donde estar. No me sentía recluido en aquella institución: había suficiente espacio para deambular y para ser. No se nos exigía demasiado fuera de respetar enseres y propiedades ajenas. En realidad era como estar en casa pero con una familia ligeramente superior: un ejército de limadores de rebabas vaciadespensas en aquel colegio estatal.
No llegábamos a reformantes pero tampoco éramos alumnos de una escuela normal. Aquello no era un reformatorio pero tampoco un instituto convencional. El caso era que se nos dejaba un amplio espacio de libertad. A poco que uno perseverara se iniciaba para él un camino que lo habría de conducir a algún sitio en aquel sistema que principiaba por la indisoluble unidad que formaba la cabeza de un individuo bajito que había sido general. En realidad- luego lo he pensado- estábamos siendo formados a su imagen y semejanza bajo oscuros principios de autoridad.

Texto agregado el 11-12-2015, y leído por 181 visitantes. (1 voto)


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