Volví a la realidad de los días corrientes cuando me fueron dejando las emociones. Un poco más consciente de lo que era la vida y sus avatares, es cierto. Las experiencias límites hacen madurar a uno. Por un momento pensé dejar París. Mi trabajo me lo permitía. Incluso volver a España podía. La verdad es que era un privilegiado, pensé. Tuve la suerte de poder ir a la Universidad y hacer uso de sus conocimientos en aquel trabajo agradable, confortable y suficientemente remunerado, y vivir en la ciudad del amor, en el centro del mundo. Pero aquel episodio cambió mi perspectiva, mi punto de vista. Como se contará en el siguiente episodio.