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Un ignorado suceso protagonizado por Noé, después del diluvio
Cualquier lector de la Biblia, y más concretamente del libro del Génesis, sabrá de sobra, que después del diluvio, Noé y su familia siguieron recibiendo los favores de Yahvé. Y también, recordará, que él y sus hijos se convirtieron en agricultores (Génesis 9,21), y que siguieron prosperando y aumentando sus familias hasta ser el origen de la tribu de Israel.
Y sin duda, estará al tanto del fastidioso suceso que protagonizo Noé, cuando, después de obtener la primera cosecha de uvas, se le ocurrió fermentar una parte, que, sin ninguna precaución, trasegó hasta coger una borrachera monumental (la primera de la historia), una “cogorza” de las que hacen época (expresión muy adecuada dadas las circunstancias); y es que, sin saberlo, había inventado el vino.
Y como no, será también conocedor de que fue su hijo Cam el que le sorprendió durmiendo desnudo en su tienda (Génesis 9,23), y que lo único que se le ocurrió fue contárselo, riendo, a sus hermanos, que mucho más prudentes que él, entraron andando de espaldas donde su padre dormitaba, tapándole con un manto, evitando que fuera motivo de escándalo.
Y estará también enterado, del monumental cabreo que cogió Noé, cuando se entero de que Cam se había “cachondeado” de su situación, cabreo que le llevo a maldecir a Cam (Génesis 9,18-27), a su hijo Canaám y a todos sus descendientes, profetizándoles que acabarían siendo odiados por todos, y esclavos de los descendientes de sus hermanos. Profecía que se cumplió; los cananeos, los descendientes de Cam perdieron el favor de Yahvé, y al final acabaron adorando a otro dios al que llamaron Él; y siempre fueron cruelmente perseguidos por los semitas, los descendientes de Sem, y por los filisteos, que fueron los descendientes de Jafet.
Pero bueno, sin analizar si hubiera sido más correcto que Noé maldijera a la vid en vez de a su hijo, no es esta la parte de la historia que quiero comentar, que solo he recogido, para situar el entorno y el momento en que acontecieron los siguientes hechos que sucedieron después de la “curda” de Noé, y cuando ya se habían calmado algo los ánimos.
Pues al poco tiempo, Noé empezó a pensar que el descubrimiento del vino (todos los antropólogos actuales ratifican que fue él su inventor, y no solo porque este recogido en la Biblia, sino por profundos estudios posteriores, que así lo certifican), era un buen descubrimiento, y que debía ser bueno “per se”, porque Yahvé, con el que tenía contacto casi semanalmente, no le había dicho nada, (y estaba en lo cierto, muchos siglos después, el vino fue elevado a santo según se recoge en el Nuevo Testamento), así que, no solo siguió consumiéndolo moderadamente (las mas de las veces) sino que, se animo a tratar de encontrar nuevas bebidas espirituosas ( aunque él no las llamo así), utilizando otros derivados de la tierra.
Y se puso a experimentar, y a probar, y probar, estrujando fresas, higos, zanahorias, patatas, y todo lo que se le ocurría; pero, siempre cosechando fracaso tras fracaso, tantos, que ya estaba decidido a seguir solo dedicado a su agricultura ecológica (toda la agricultura era entonces ecológica), pensando, que lo del vino había sido un descubrimiento por “chiripa”.
Pero, ¡Cuánto se equivocaba!, pues aun, le esperaba una nueva aportación al mundo de la bebida, mas importante si cabe que la anterior.
Todo comenzó con un sueño, en el que tuvo una revelación (¿Por inspiración divina?, no podemos asegurarlo, pues este episodio no está recogido en el Génesis), y cuando se levanto, casi como un autómata, empezó a construir el instrumento que había soñado; utilizo un vasija de barro, con el cuello estrecho, a la que agrego un tubo, que acoplo a otra vasija más pequeña; llenó la primera, con un poco de agua, un puñado de granos de cebada, y otro de bayas de enebro; le aplico fuego a la primera, y espero a que el vapor que se creaba, se trasladara por el tubo a la otra, donde, al estar fría, se condensaba, se decantaba y originaba un liquido transparente, de fuerte olor alcohólico, que claro probo, quedando entusiasmado, bueno entusiasmado es poco, digamos que embelesado; le pareció increíble el notar en su paladar el suave sabor a bayas, acompañado de una fuerte sensación de calor en el estomago, que nunca había experimentado, pensando de inmediato, “si el vino era bueno, esto es todavía mejor”.
Y es que, aunque él no lo sabía, había inventado la destilación de alcoholes, y como resultado, la ginebra, y, lo que son las casualidades de la vida, al liquido obtenido se le ocurrió llamarlo gin, nombre con el que ha llegado hasta nuestros días.
“¿Qué fue otra casualidad?”, dirán muchos, “¿qué si a saber cuánto experimento hasta lograrlo?”, dirán otros, bueno, puede ser, ¿quién sabe?, pero no deja de ser extraño, el que Noé, no se contentara con este primer resultado y siguiera experimentando, ocurriéndosele al poco tiempo, repetir el proceso varias veces, recogiendo el liquido del recipiente pequeño, e introduciéndolo de nuevo en el grande, repitiendo varias veces el proceso, descubriendo así, que el resultado mejoraba y mucho, y es que, al final, acabo también inventado la ginebra premiun.
Y, lo que si seriamente hace dudar, sobre si tuvo, ó no, algún soplo celestial, es que al poco, se le ocurrió agregar, a su reciente inventada bebida, un poco de agua de un arroyuelo que pasaba cerca de su taller, que nadie utilizaba porque era muy marga, y así, a lo tonto, invento también el gin tonic, que tuvo una enorme difusión en la tribu, y que a partir de entonces, acostumbraban a beber por las tarde, mientras charlaban, eso sí, siempre agregándole una rajita de limón, que, según su opinión, mejoraba el resultado, lo mismo que ahora pensamos.
Aunque a decir verdad, el resultado no fue del todo redondo, porque, lo que no se le ocurrió, y aunque se le hubiera ocurrido, no hubiera podido conseguir, era agregarle unos cubitos de hielo, imposible en aquellos medio desiertos en que vivían.
Y en este punto, es cuando algún culto lector, podría decir.
“¿Pero vamos a ver?, si acababa de haber un diluvio y la tierra había estado anegada hasta ese momento, ¿de dónde iba a sacar los higos, las patatas y mucho menos la cebada y las bayas de enebro”” .
Y es donde, la contestación es obvia.
“Pues de la misma forma que había conseguido las uvas, sería un milagro, que en aquellos tiempos se daban mucho, lo de la vid lo atestigua el Genesis 9.21 y nadie se atreve a dudarlo”
Lo que a mí, sí que me extraña, es que a nadie se le haya ocurrido a “posteriori” dar un nombre a una ginebra como, Gin Flood (Ginebra del diluvio) o Tonic Water Prophet Noah (Agua tónica del profeta Noé). Pero claro bien pensado, es que casi nadie sabe esta parte de la historia no recogida en la Biblia.
Fernando Mateo
Septiembre 2016

Texto agregado el 01-10-2016, y leído por 118 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
06-10-2016 Ahhh!!!! Qué buen relato! Sí! Debería haber una ginebra llamada Gin Flood. El gintonic es mi preferido. Saludos! PiaYacuna
03-10-2016 Pasé a leer, que siempre aprendo algo. Y me llevo los vasos, para llenarlos de hielo. Clink, clink...qué maravilloso sonido!!. *****...... grilo
01-10-2016 A mí me interesa saber cómo es que sabés tanto, amigo. Realmente parece que siempre estás ahí, jejeeee... MujerDiosa
01-10-2016 Bendito seas Noé,pues fuiste el precursor del invento que más felicidad y gloria ha dado a nosotros los catadores de bebidas espirituosas(O Alcohólicos que llaman): El Aguardientico.UN ABRAZO. gafer
01-10-2016 muy interesante. me gustó yosoyasi
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