Pienso en ti detrás de las vaporosas cortinas
que han construido las aguadas luces
que caen con la lluvia en esta triste mañana,
que parece que no acabará nunca.

Y que se han metido en mi alma convertida en la agria pena
que deja aquél interminable viaje que jamás empieza,
porque faltan las tristes lágrimas y los odiosos adioses,
que se han quedado olvidados en la orilla de ningún lugar.

Un poco más allá, desde el rincón de algún corazón,
ha salido una vieja canción que suena y sigue sonando
sin saber cuándo acabar o como poder detenerse,
porque no quiere salirse de los dulces recuerdos que lo atrapan.

Entonces es cuando desde el fondo de algún lugar sin nombre,
en esta mañana que se extiende como un cuento interminable,
la implacable eternidad me condena al compás de las horas
que una vez y otra y otra deben volver para que pase el tiempo.

Que pasa y sigue pasando a través de nuestros ilusos destinos,
hasta acabar con nuestros pensamientos y nuestras carnes,
tal y como lo hace esta agria lluvia que revienta sus pesadas gotas
sobre las piedras de esta vereda o sobre el barro de aquellos tejados.

Pero, después que pasen los temores que engendran las brumas
que en esta opaca mañana como blancas sombras han acudido
a engañar a mis sentidos y a enmarañar mi apenada alma,
pienso que ya encontraré la manera de sacarte de esta pesadilla.