Las palabras se hilan entre balbuceos entrecortados.
Arrancan incompletas desde la turbada emocionalidad.
Monosílabos que te arrastran a la seguridad de la instancia
para refugiarte del inesperado ataque a la racionalidad.
Y en esta vergonzosa postura de pasajera infancia,
como niño necio arremetes ocultándote en la fragilidad.


¡Pobre hombre! Espécimen rechazado sin ningún atributo
más que en el inconsciente, una espontánea necesidad,
por mantenerte vivo respirando para construir un mundo,
donde la belleza es tu viva imagen de rey de la realidad.
Desgraciado bufón que gozas danzando en lo profundo
de las complicadas certezas de una prostituida verdad.


No permitirás que se derrumbe la vida que construiste
sobre el trozo labrado de piedra que flota a voluntad.
Aunque te vea parado soberbio entre vaivenes alejarte,
con una expresión de desconcierto, de retocada soledad,
la corrupción te arrastrará incansable como fuerte corriente
ahogando la sanadora reflexión en tu engreída profundidad.


¿Quién soy para alzar la voz que fustiga sancionatoria?
¿Quién soy para destruir el piso que en pie te sostiene?
¿Debo acaso cerrar los ojos? ¿Debo taparme los oídos?
¿Y en un acto de amor ignorarte porqué te conviene?
¿Cómo puedo detener el insistente viento en mis oídos
que enciende las devoradoras llamas del inconsciente?


La reseca mente de milenarios pensamientos,
arde involuntaria con espontánea facilidad.
Y las secretas angustias huyen expuestas
desfigurando el rostro de toda amabilidad.
¿Cómo no puedo no desesperarme cuando
mi corazón arde atrapado en la ansiedad?


El fuego se extingue lentamente en la garganta.
Nada he perdido realmente en el sugestivo dolor.
Refugiado apostado ajeno desde la ventana,
tambaleando te observo sujeto sobre ti mismo
aferrado a la necedad de ser en la justa medida
la única flor negra brillante luz del oscuro abismo.


Un fuego nuevo no es capaz de quemar una vieja mente
más una vieja visión de un sentido de vida individualista
siembra semillas estériles en los jóvenes pensamientos.
Así cual cometa que de tanto alzar se pierde a la vista,
así se perderán en la inmensidad del laberinto al culto
de la divina inteligencia antes de la madrugada conquista.


¿Dónde queda tu responsabilidad en la perdición?
Geografía maravillosa de precipicios condenatorios
ofrecidos en inconsciencia como hermosa solución.
Desde el frío desde mis pies, húmeda se alza,
fría sobre las ruinas imaginarias de antes,
el agua que no fue capaz de sofocar las llamas,
escurre sin control por las cuencas humeantes.


Llévate contigo lo que te arrastrará a la muerte.
Deja para nosotros los entrecortados vocablos
Cómo viva muestra de expresión de la esperanza,
en los mudos destellos inesperados de la confusión
como testigos que el verdadero sentido de la vida
hizo mella en el último instante al cansado corazón.