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El campo estaba rodeado de establos bajos y techados con hermosas tejas verdes y rojas, divididos en casilleros brillantemente pintados, por abajo estaban cerrados pero en la parte superior se hallaban abiertos e inundados por la luz de la tarde, una torre con un gran reloj dominaba la gran sección central, que solo se apartaba ligeramente del cuadrángulo y que miraba hacia el sur, del otro lado, más allá del césped, apenas apartado, había cinco atrayentes casas edificadas en madera, de la gran mansión central salió a recibirnos don José Antonio y luego de los saludos y las muestras de aprecio, nos guio hasta el establo de su semental favorito el “mil pasos”, se acercó y acaricio el hermoso cuello del oscuro bayo, que se oscurecía casi hasta el negro en las patas y en la parte posterior, que brillaba casi como el satén por el cuidado, entonces sosteniendo apenas la brida con ambas manos el orgulloso dueño hizo girar lentamente al animal, para que fueran reveladas las graciosas curvas de su cuello y que la luz jugara con los soberbios músculos del lomo y de las ancas, mientras amblaba con sus pasitos de un lado a otro meneaba la cabeza y parecía impaciente por bailar una marinera limeña, como si se diera cuenta de las miradas de admiración y de las observaciones que sobre él se hacían, el mil pasos continuo con su amblar alrededor del cercado, luego con un cabeceo final descanso sin prestar atención a sus visitantes, don José Antonio que estaba de pie con los ojos atentos y brillantes, detrás de sus gruesos anteojos de carey, con las mejillas surcadas por una agradable sonrisa observaba las piruetas de su favorito.

Don José Antonio le dijo a mi esposa, este caballo tiene el mismo temperamento de sus días como ganador de varios concursos nacionales, si lo desea puede acariciarlo, entonces ella avanzo con cautela y extendió su tímida mano, encontrando que el aterciopelado cuello era inesperadamente agradable, el semental parecía ignorar su atención, continuo acariciándolo con creciente valor, hasta que don José Antonio abrió la puerta de la caballeriza y condujo al mil pasos hacia el cercado que se encontraba más allá del patio.

Entonces recordé mis sueños de niño, en las que me veía sentado en mi hermoso caballo de paso, a veces soñaba despierto y mi favorito era, en el que se trataba de un chalan vestido con un poncho blanco de lino, sombrero de paja de ala ancha y pañuelo blanco, que casualmente se llamaba como yo, al que de pronto una niña agraciada llamaba y llamaba, entonces me aparecía montado en el recio e infatigable caballo amblador que se desplazaba en bípedos laterales, paso peculiar que muestra elegancia al caminar, mientras decían abran paso que ya llega el chalan.

Un día vi un caballito color gris moteado en el escaparate de una tienda, ese es mi caballo le dije a mamá, tenía que hacerme de ese caballo y cuando mi madre me alejo de allí por la fuerza, rompí en llanto, por fin mamá me dijo que se acercaba mi cumpleaños, ya sabía lo que quería decir con eso ¿no? Si me portaba bien, fui un chico modelo hasta ese día, el día de mi onomástico papá y mamá vinieron a despertarme, yo salte de la cama y corrí a la sala como un gamo, el paquete me deslumbro por un instante pero enseguida vi lo que anhelaba; mi caballo chalan, papá y mamá rieron compartiendo mi entusiasmo, papá me alzo para sentarme sobre la silla, pero yo eche a llorar y puse las piernas rígidas, mi padre asombrado y dolido me bajo al suelo, todo lo que yo quería era sentarme y contemplar mi alazán, su hermosa silla y sus arreos, su negra crin ondulada, hasta que el animal se acostumbrase a mí, pase el resto del día admirando mi caballo, hasta llegue a darle unas palmadas, esa noche papá muy complaciente lo llevo al lado de mi cama, a la mañana siguiente mi sueño apareció menos vivido, pues me bastaba abrir los ojos para verlo, jamás volví a conseguir que el sueño tuviera vida, a los pocos días mi rocín no era más que mi caballito mecedor y lo montaba sin mayor cuidado, en cambio no había podido montarlo mientras fue mi caballo chalan.

El caballo es el animal más hermoso que puebla la tierra, el más elegante en su estampa, el más estético en sus formas, el más artístico en sus movimientos, pero el caballo de paso peruano es el más bello entre los bellos, de lo bueno lo mejor.

Texto agregado el 01-07-2018, y leído por 28 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
03-07-2018 y con el amor que lo cantas no queda otro remedio que creerte que sí; que es el mejor! Un abrazo, sheisan
01-07-2018 Qué hermosura de texto! un placer leer y poder ver tus imágenes tan bien descritas. Opino también que los caballos son animales especialmente bellos. Felicitaciones!. Magda gmmagdalena
 
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