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Misterio del robo en la residencial

En Montevideo existe una residencial muy particular, en la que su dueña, con muy buen criterio, tanto humano como comercial, permite a las personas que viven allí, tener sus mascotas, siempre y cuando no sean demasiado grandes.
Esta residencial, es una casa antigua, con muchas habitaciones y un enorme fondo donde su dueña, la señora María ha hecho construir una muy bonita pajarera pues la mayoría de sus inquilinos tienen pájaros y además algunas perreras donde duermen los perros y los gatos para que no tengan que dormir dentro de la casa.
El contrato de admisión de animales es el siguiente: cada persona que desee conservar sus mascotas deberá abonar un sobrecargo extra y comprometerse a cuidar personalmente y alimentar a sus mascotas y asearlas.
Observamos lo que ya dije antes, el criterio comercial pero también el humano al permitir que no tengan que separarse de sus mascotas que muchas veces llevan años con sus dueños.
A continuación voy a nombrar algunas de las personas que tienen animales en la casa.
Juanita, una anciana que lleva cinco años viviendo en la casa, tiene una cotorrita muy parlanchina, Luis, el último inquilino en llegar a la residencial, tiene una urraca bastante vieja a la que quiere mucho, Ana, la más joven de la casa también tiene una cotorrita que repite todo lo que oye, Javier tiene una pequeña ardillita, Carla, un gato siamés, Ruben, un perro pekinés y así muchos más con distintas mascotas entre los que se encuentran pájaros de todas las especies y hasta un papagayo.
Cierto día, Esther, la más anciana de las residentes, notó que le faltaba un anillo, de valor más que material, espiritual, que le había regalado su esposo cuando recién se casaron hacía de esto sesenta años.
Se lo hizo saber a María, la dueña, la cual hizo revisar toda la casa sin resultados positivos.
Esther estaba muy consternada pues su esposo hacía varios años que había fallecido y ella adoraba ese anillo por los bellos recuerdos que contenía.
Tanto lo quería que por las noches para no estropearlo se lo sacaba y lo dejaba en su mesita de luz, antes nadie lo había tocado todos sabían lo que para ella significaba.
Era el primer robo o perdida como quieran llamarlo, desde que ella vivía allí por eso todos pensaron que se había caído al piso y que al pasar la aspiradora ésta lo hubiera aspirado.
Luego de unos días, Juanita, perdió unas caravanas que su hija le había regalado para su cumpleaños, eran unas caravanas muy llamativas, de fantasía de muchos colores brillantes pero sin valor económico.
Otra vez María hizo revisar toda la casa pero esta vez tampoco se descubrió nada, habían desaparecido como el anillo de Esther.
Dos días después Elena que tenía un hermoso perro pekinés tampoco encontró su pulsera de oro con varios dijes de cristal y oro y así se fueron sucediendo las pérdidas de objetos de los distintos residentes de la casa hasta que María quiso ponerle fin a todo esto que le estaba dando mucho dolor de cabeza y decidió avisar a la policía, porque a pesar de conocer a todos esto ya era demasiado para ella.
Fue así que hecha la denuncia, la comisaría designó al agente Díaz a investigar.
El alboroto fue total, todos se encontraban indignados, todos se declaraban inocentes pero siempre estaba lo de las sospechas, cada uno sospechaba de alguna persona de la casa, aunque no lo dijera, era muy desagradable todo aquello y que anduvieran revisando sus pertenencias.
Todo fue en vano a pesar de que fueron interrogadas todas las personas que vivían en la casa y las que no, también, tal el caso de Doris, la cocinera y Martha, la enfermera de los ancianos.
No quedó nada sin revisar, dentro y fuera de la casa y nada se encontró.
El agente Díaz no salía de su asombro al no encontrar ni una sola pista que lo llevara al ladrón, además en la residencial lo apuraban y en su trabajo su jefe le decía que no se esmeraba lo suficiente y que lo reemplazaría si no conseguía nada.
Varios días pasaron y los robos seguían sucediendo, hasta que el agente le propuso a la señora María, que sin que nadie se enterara, dejara algún dinero marcado al descuido para ver si se lo llevaban sobre la mesa del comedor, él mismo vigilaría durante la noche cuando todos se hubieran ido a dormir.
A la mañana siguiente, nadie había tocado el dinero lo que le llevó a pensar que los residentes sabían que él estaba en la casa.
Pidió entonces a María que ella se encargara de vigilar esa noche y volvieron a dejar el dinero, billetes marcados y una moneda que de casualidad alguien dejó sobre la mesa.
María no vio a nadie pero estaba muy cansada y aunque no quería confesó que de a ratitos se le cerraban los ojos.
Lo extraño fue que el dinero estaba en el mismo lugar, es decir, los billetes pero la moneda había desaparecido.
Esto llamó la atención del agente quien se propuso ahora sí develar el misterio, al ladrón no le gustaban los billetes pero en cambio sí una moneda nueva de $10, todo esto era sumamente extraño
El joven agente se había hecho amigo de todos y hasta de los animales que ya lo veían con cariño ya que durante el día podían andar libremente por la casa siempre y cuando no ensuciaran.
Una tarde, cuando se encontraba observando los pájaros oyó a dos cotorritas que parecían tener una conversación Díaz prestó atención pues sabía de la inteligencia de estos pájaros debido a que hacía poco tiempo había escuchado a un veterinario decir que las cotorras tienen la inteligencia de un niño de seis años.
Pedrito, la cotorrita de Juanita repetía una y otra vez : ¡Urraca, no molestes! ¡Urraca, no molestes! Mientras que la cotorrita de Ana repetía; ¡Quiero dormir!, ¡Quiero dormir!
Esto extrañó mucho al agente quién pidió hablar con las dueñas de los animalitos, éstas le dijeron que las cotorritas tenían un gran repertorio de palabras y que además las usaban en oraciones con bastante criterio. El joven hablo también con Luis, el dueño de la urraca
Quién muy molesto le dijo que su urraca no solía molestar a nadie y que no entendía por qué las cotorritas habían dicho eso, a pesar de que él no sabía como, a veces se escapaba de su jaula.
A la mañana siguiente, el agente Dïaz se presentó ante sus jefes, muy sonriente y les comunicó que había encontrado al ladrón de la residencial y que en pocas horas se encontraría entre rejas y sin decir más se dirigió a la casa de María, para comunicarle que había encontrado todo lo robado y que por la tarde les sería devuelto todo a sus dueños.
Ese día hubo mucha alegría en la casa, pero aún no sabían quién era el ladrón hasta la tarde que verían al agente.
A la tarde el joven agente volvió con una enorme jaula y ante el asombro de todos puso dentro de ella a la urraca diciendo: ___Les presento al ladrón nocturno, no es muy peligroso pero traten de no dejarlo suelto por las noches, le gusta todo lo que brille y como bien sabemos casi todas guardan en algún lugar secreto lo que roban, en el hueco de un árbol encontré su tesoro, es un árbol muy viejo que está en el fondo al lado de la jaula de las cotorras, la pajarera tenía un agujero en el piso hecho por alguno de los perros para enterrar un hueso y por ahí salía la urraca por las noches sin que los demás pájaros lo notaran, pero como las urracas también son muy inteligentes, al rato volvía con algún tesoro que brillara , lo escondía en el hueco del árbol y volvía a entrar a la pajarera molestando así a las cotorritas las cuales no podían dormir.
Todos en la residencial agradecieron al joven agente el haber descubierto al ladrón, menos Luis que aún no podía creer que su urraca fuera la causante de tantos robos.
El agente les dijo que cuando descubrió esto pensó que Luis tendría algo que ver pero Lugo lo descartó, nadie roba baratijas en lugar de dinero y como todo fue recuperado no lo pensó más.
Y así quedó resuelto el misterio del robo en la residencial, ahora el joven agente ya no es despreciado por sus superiores ni dejado de lado en las investigaciones, también se ganó el merecido respeto de sus compañeros.
Un trabajo difícil que llegó a buen fin.

Omenia

Texto agregado el 04-08-2018, y leído por 114 visitantes. (15 votos)


Lectores Opinan
20-08-2018 Que buena historia.Esos animalitos son inteligentes y traviesos. Ellos al ver brillar deben sentirse atraídos y les debe haber parecido un juego. Bien por la tranquilidad de esa casa tan especial. Me encantó. Besos cariñosos Victoria 6236013
05-08-2018 Ahhhhh! Eres especial creando este tipo de historias. Llamó mi atención lo de los objetos brillantes y encontré que es una creencia popular, pero que en realidad no es así. De hecho las urracas sufren de algo llamado “neofobia” (miedo a los objetos nuevos de cualquier naturaleza). Agradezco por partida doble tu historia porque además de entretenerme, me motivó a aprender algo nuevo. Gracias, querida mía. Siempre dando cátedra. Te quiero y abrazo. SOFIAMA
04-08-2018 Por un momento pensé que el delincuente era el Merlin del Grilo, que lo deja ahí cuando nos vamos al estadio. Menos mal que no fue así y la reputación del Chihuahua sigue intacta- -ZEPOL
04-08-2018 Ome me encanto tu historia , goza de una inocente picardia, gracias. sensaciones
04-08-2018 Del otro lado del charco hay ladrones con plumas que le apetecen las monedas y los brillos. De este lado del xharco los ladrones le gustan los billetes verdes si es posible, no tienen un árbol donde esconderlo, lo guardan en bolsos los condenados y sino lo colov¿can en bancos. sensaciones
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